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¿Descolonización o recolonización de las culturas indígenas?

Por Efraín Jaramillo Jaramillo*

Bogotá, 14 de diciembre, 2012.- En los pueblos indígenas despunta un malestar por las decisiones que toman algunos liderazgos y organizaciones para buscar el desarrollo económico y social de sus comunidades a como dé lugar y al precio que sea. Los movería la angustia de que la sociedad occidental que los rodea se moderniza aceleradamente, mientras sus comunidades escasamente evolucionan, pero sí crecen sus apremios de salud, nutrición y educación y sus deteriorados territorios ya no tienen la capacidad de garantizarles la alimentación.

Empero esta situación gana en complejidad y se vuelve insostenible, cuando los fundamentos filosóficos que modelan la plataforma política que orienta sus luchas, más que responder a las necesidades materiales de sus pueblos, los sumergen en una nebulosa fundamentalista que satisface los anhelos de dignidad y las necesidades de valoración social, pero poco aportan a su desarrollo real.  ¿Ausencia de realismo de los intelectuales indigenistas? ¿Oportunismo de líderes indianistas? No estoy seguro. ¡Vaya uno a saber!

Lo que es más seguro es que se trata de un esencialismo cultural inmutable que resiste el paso del tiempo, una mística colectiva que tiene vida propia y condiciona la conducta de las comunidades y los individuos, una especie de impronta que porta cada individuo de la colectividad y a la cual recurrentemente se acude para explicar todos sus actos. Son actos que no requieren explicaciones racionales. Y menos para ofrecérselas a occidentales, que estarían incapacitados para comprender actuaciones provenidas de cosmovisiones diferentes, que para los indianistas son éticamente superiores.

"Esa mística colectiva encubre no obstante enormes riesgos. Inmersos en ese mundo abstraído, ensimismado, donde todo tiene una explicación y justificación cultural, se corre el riesgo de perder la capacidad para conceptuar sobre lo que acontece en los pueblos indígenas, llegando aún a extremos como el de aceptar y justificar actos perniciosos y violaciones a derechos humanos individuales (...)"

Se trata pues de una mística colectiva, a la cual sólo se tiene acceso por medio de la entrega solidaria y la toma de partido por los indígenas, de aquellos que participan de sus afanes, comparten fraternalmente con ellos sus pasiones y sufren igual que ellos de la represión de los Estados. Esa mística colectiva encubre no obstante enormes riesgos. Inmersos en ese mundo abstraído, ensimismado, donde todo tiene una explicación y justificación cultural, se corre el riesgo de perder la capacidad para conceptuar sobre lo que acontece en los pueblos indígenas, llegando aún a extremos como el de aceptar y justificar actos perniciosos y violaciones a derechos humanos individuales cometidos en las comunidades, pues conforme a esa mística colectiva, la conciencia individual no existe, la libertad individual va contra la comunidad y “le hace el juego al enemigo”. A continuación algunos ejemplos ilustrativos.

El primero de ellos tiene que ver con la ablación en algunos pueblos indígenas. Estudios de la Unicef señalan que muchas niñas mueren en el mundo por esta práctica, debido a hemorragias y choques por el intenso dolor que produce la mutilación, pero también por infecciones y obstrucción del flujo menstrual. La niña que es víctima de esta práctica queda de por vida afectada en su vida sexual y propensa a todo tipo de infecciones urinarias y pélvicas. Cuando se hizo pública la ablación a niñas embera, debido a la muerte de dos de ellas, el entonces (2007) oficial de acción humanitaria de Unicef, Eduardo Gallardo, expresó que se trataba “de una violación absoluta a las niñas, que no puede ser tolerada por razones culturales… Más que un tema sanitario, es un atropello a la libertad y dignidad sexual de las mujeres…”.

No obstante la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) defendió en esa ocasión esta práctica, declarando que en este caso se trataba “de una conducta correspondiente a una práctica ancestral del pueblo embera chamí, dentro de su cosmovisión propia.” La ONIC insistió ante Colprensa en el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas y reprochó “la doble moral de nuestros hermanos no indígenas, que da pie a que sectores oportunistas y retardatarios se prendan de este hecho para calificarnos de salvajes e incivilizados.” (1)

Desde entonces se han dado múltiples intervenciones de organizaciones de mujeres como la Corporación Contigo Mujer o el Fondo de Población de Naciones Unidas. También el Consejo Regional Indígena de Risaralda (CRIR) participó en un largo proceso de reflexión y autocrítica, generando en la comunidad la decisión de erradicar la ablación e imponer multas y castigos a quien la practicara. No obstante se sigue practicando y siguen   muriendo niñas por esta causa.

El segundo tiene que ver con las extenuantes jornadas de trabajo a que son sometidas muchas niñas indígenas, cuando sus padres ante el agotamiento de los recursos naturales de sus territorios, extienden el trabajo de niñas y jóvenes a tales límites, que las llevan al suicidio para escapar a estas infrahumanas condiciones de vida a que son sometidas. Aquí semejante al caso anterior, la cultura exime y las organizaciones absuelven esta violación de derechos humanos individuales, lo que puede llevarnos a concluir que la cultura protege, pero también, como cualquier locomotora, atropella.

"Aquí, como en otros casos de cooptación de organizaciones indígenas por iglesias, gobiernos, políticos y grupos guerrilleros, dirigentes indígenas optan por actitudes reservadas y sumisas, rayanas a la condescendencia"

El tercero se refiere al modo como las culturas indígenas a través de notables dirigentes son “capturadas” por ideologías totalitarias (pleonasmo), sean de orden religioso, político o militar. Todavía zumban en los oídos las voces de indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (Junio/2007),  exigiendo la liberación de Hernán Giraldo, alias “el patrón”, jefe del bloque paramilitar “Resistencia Tairona” honrado por ellos con el título de “benefactor y protector” de indígenas, no obstante ser responsable de asesinatos y desapariciones de campesinos, indígenas y ambientalistas de la Sierra Nevada, que como Julio Henríquez Santamaría y Gentil Cruz, trabajaban con comunidades Koguis en la reconstrucción espacial y ambiental de su territorio. Aquí, como en otros casos de cooptación de organizaciones indígenas por iglesias, gobiernos, políticos y grupos guerrilleros, dirigentes indígenas optan por actitudes reservadas y sumisas, rayanas a la condescendencia.

El cuarto tiene que ver con el uso indebido que autoridades indígenas o sus representantes hacen de los bienes comunes de las comunidades. En el momento los indígenas están viviendo la locura de la minería que destruye territorios y sistemas de vida y divide a los líderes indígenas, afectando sus organizaciones, como recientemente sucedió en la Organización Indígena de Antioquia (OIA) (2). Pero un caso, quizás el más aberrante, pues afecta un renglón social tan importante como la salud de los pueblos indígenas, es que se multiplican los casos en que se dilapidan por malos manejos y desvíos, los recursos de la salud administrados por las Entidades Promotoras de Salud de los indígenas y de las instituciones que crean para atender los requerimientos de salud de sus afiliados. Con consecuencias tan negativas como las de llevar a la quiebra a hospitales y otros centros de salud públicos.

Para terminar, me asaltan las dudas, ¿Será que habrá algún líder que justifique estas prácticas como inherentes a la cultura indígena, similar a como lo expresara el Ingeniero colombiano Miguel Nule, a modo de justificación después de haber robado al Estado, que “La corrupción es inherente a la naturaleza humana”? ¿Será que después de lo acaecido a Francisco Rojas Birry, se atreva alguien a exigir que lo juzgue la justicia indígena, pues es la única que puede comprender su actuación? ¿Será que los que no se solidarizan a priori con universos culturales indígenas y denuncien este tipo de prácticas le estarán haciendo el juego a sus enemigos?

Notas:

(1) Ver en: http://servindi.org/actualidad/opinion/1877

(2) Ver: Re-elección y otras irregularidades divide Organización Indígena de Antioquia (OIA), en: http://servindi.org/actualidad/78690

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*Efraín Jaramillo Jaramillo es antropólogo colombiano, director del Colectivo de Trabajo Jenzerá, un grupo interdisciplinario e interétnico que se creó a finales del siglo pasado para luchar por los derechos de los embera katío, vulnerados por la empresa Urra S.A. El nombre Jenzerá, que en lengua embera significa hormiga fue dado a este colectivo por el desaparecido Kimy Pernía.

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Comentarios

Hola Tlakatenco Julio,
gracias por tomarte el tiempo para leer estas notas y por los juiciosos comentarios que hiciste, que muestran que estas vinculado a trabajos de base, que realmente es lo que importa.
Busqué en la red el libro de Aureliano pero no lo encontré...
saludos cordiales,
Efraín

diferencias culturales si en tanto no afecten derechos fundamentales, y la cultura no puede ser el disfraz de violaciones, nada justifica casos como la ablación; de otra parte: igualdad de derechos sin esos inventos de derechos especiales para los indígenas pues todos somos ciudadanos, sin diferencias, de lo contrario se estarán creando nuevas castas con el mote de "indígenas", nuevos señores feudales.

Estimado Efraín

Comparto tu preocupación. Respaldo tu postura respetuosa pero crítica.

Nuestra organización CROISZ A.C. aprendimos de nuestro Pueblo Nawua de Soledad Atzompa, Veracruz, México que "los derechos individuales son legítimos mientras que no atenten en contra de los derechos de la comunidad".

También observamos que existen elementos de la tradición que no deben continuar normando nuestras relaciones internas como son que la mujer no tiene derecho a heredar bienes; que es mal vista cuando la nombran como representante de padres de familia en las escuelas porque unos hombres no quieren ser “mandados” por una mujer; o que cuando se traslada la familia a algún lado, el varón camina adelante y la mujer atrás, si tienen bestia de carga el varón va montado en el burro o caballo mientras que la mujer camina atrás y a veces lleva cargando a una criatura. Estos son algunos casos entre muchos.

Nuestras sociedades indígenas tenemos virtudes y defectos como cualquier otra sociedad. No debemos olvidar que muchos elementos culturales actuales no son originarios de nuestros pueblos sino que los hemos mamado generacionalmente de la cultura de los invasores y otros más son producto de la interculturalidad que de hecho existe. Valdría la pena investigar cuáles son cuáles.

Comparto contigo que son elementos culturales perniciosos que pueden y deben ser eliminados. Pero yo acoto que deben ser eliminados de manera gradual y solo por nosotros mismos, de modo que catalicemos un proceso de culturización en valores de equidad de género.

La renovación de los elementos culturales perniciosos se debe dar en condiciones de autonomía y libre determinación pues solo nosotros nos entendemos y conocemos profundamente. El proceso de cambio se da en la medida en que la familia asimila los elementos culturales alternativos, en especial por los niñ@s y jóvenes que pueden crecer con nuevos valores culturales. Los cambios culturales por lo general se procesan y dan sus frutos a nivel generacional.

En nuestro caso nuestra organización es como una escuela para nuestros hermanos dirigentes comunitarios. Les mostramos con el ejemplo que los hombres pueden y deben cargar a sus hijos y besarlos; pueden y deben participar (no solo ayudar) en labores domésticas y no por ello perderán virilidad. Promovemos que nuestros compañeros den las mismas oportunidades de crecimiento académico, profesional a hijos e hijas. En términos generales defendemos el derecho consuetudinario o indígena frente al derecho positivo, pero si una mujer se le pretende negar su derecho de herencia o se quiere abusar de ella para despojarla de la posesión de una propiedad, la defendemos primeramente por la ley indígena y si no obtenemos resultados entonces no dudamos en recurrir al derecho positivo.

Después de 25 años de trabajo comunitario nuestro y ahora también de muchas otras organizaciones tenemos el privilegio de observar una evolución positiva a nivel de sociedad. Ya existe tolerancia y respeto interreligioso e interpartidario y cuando se trata de defender el interés comunitario se unen todos incluyendo a las mujeres también; los jóvenes ya miran a la sociedad no indígena sin agacharse, con dignidad; los esposos jóvenes ya bajan a mercar a la ciudad en compañía de sus esposas y de sus hijos hombres y mujeres. Ya hay mujeres profesionistas o empleadas ,por ejemplo una caja de ahorro y préstamo que tiene la política interna de contratar a jóvenes indígenas locales y en especial a mujeres, éstas ya son vistas como sus interlocutoras válidas y de respeto. Vamos lento pero avanzando.

En cuanto al comentario que hizo una persona en el que cuestiona a los llamados “derechos especiales” solo quiero abundar lo siguiente:
Los Pueblos Indígenas somos sociedades originarias que sobrevivimos a las condiciones de genocidio y etnocidio, de destrucción de nuestros centros administrativos e instituciones de reproducción cultural y religioso. Sobrevivimos a centurias de vida de esclavos y una política de Estado de aculturización que se promovió desde el Instituto Interamericano Indigenista y en México del Instituto Nacional Indigenista ahora llamado CDI desde la segunda mitad del siglo pasado hasta el presente.

El del comentario seguramente no tiene idea de todo lo anterior y por eso dice que somos iguales. No. Solo somos iguales ante Dios que es dador de vida y es amor. Pero ante el Estados y los no indígenas por razones de segregación étnica hemos sido excluidos estructural e históricamente del desarrollo y progreso de las nuevas naciones llamados países independientes. Por eso y en principio demandamos nuestro derecho a existir siendo diferentes cultural y étnicamente porque lo somos y siempre lo hemos sido y el derecho a coexistir con la sociedad no indígena en condiciones de interculturalidad, de tolerancia y respeto a la diferencia.

Le envío mi respeto y mis deseos de paz

Tlakatenco Julio Atenco Vidal.
Presidente de CROISZ
[email protected]

Interesante, sin embargo les invito a leer mi libro intitulado: LA DESCOLONIZACION HITO DEL SIGLO XXI.

Amigo Aureliano

Me puedes decir cómo conseguir tu libro? Me gustaría leerlo.

Tlakatenco Julio Atenco Vidal
[email protected]

Apreciado amigo Efraín. Me llegó este escrito por una amiga en común, que trabajó contigo en el Alto Sinú.

En general estoy de acuerdo con lo que planteas. Por ejemplo la ONIC no se ha vuelto a pronunciar sobre este fenómeno de la mutilación del clitoris a niñas indígenas. Pero tengo conocimiento que el fenómeno crece en la zona chamí, y en especial en Risaralda. Lo peor es que siguen muriendo niñas indígenas. Tampoco las organizaciones indígenas se han preocupado por el suicidio de niñas, que también es un fenomeno creciente en varias zonas indígenas (Vaupés, Cordoba, Antioquia y Chocó). No se si usted se habrá enterado que en el Alto Sinú se han suicidado 7 niñas en los dos últimos años.Es bueno que haya traido también a colación lo pernicioso y corrupta que son las EPS y también las de los indígenas. Por ejemplo Pijaos Salud debería ser suspendida y la Superintendencia Nacional de Salud no debería alcaguetiar tanta sirverguenzura de los directivos de esta empresa. Pero tambien las autoridades y organizaciones indígenas deberían mirar por que se estan malgastando los recursos de la salud y empleando para otros fines. Allí el Comité de indígenas del Cauca debería pedirle cuentas a la AIC y a la IPS que fundaron los cabildos del Norte del Cauca y que es la que llevó a la quiebra al Hospital de Toribío, que venía desarrollando una labor meritoria para campesinos y para indígenas pobres.

Amigo efraín, no comparto su apreciación cuando menciona a las iglesias como partidarias de la cooptación negativa que sufren los pueblos indígenas. Aunque no puedo hablar de todas las corrientes religiosas que hay en las comunidades, si me atrevo a decir que la iglesia católica ha cambiado mucho y somos muchos los que participamos y reivindicamos las luchas indígenas por sus territorios, siendo respetuosos de los valores culturales de los pueblos indígenas.

reciba usted un caluroso saludo, deseándole paz en estas navidades,

Roberto

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