Por Julio Quispe Medrano
Servindi, 27 de diciembre, 2018.- Lejos de las luces intermitentes, el tráfico infernal, el paso agitado de transeúntes por calles, plazas y centros comerciales, en Pirpo se respira aire libre y paz, acompañado de cánticos y chimaychis de pastorcitos y pastorcitas quienes también celebran la Navidad.
Pirpo, es una de las alrededor de 10 mil comunidades indígenas del país. Ubicada en la provincia de Sihuas, región Áncash, allí tienen singular protagonismo pastorcitos y pastorcitas liderados por “Betuel” y “Berta”, lo cual forma parte de su identidad cultural, como resultado del sincretismo religioso adaptado a la cosmovisión andina.
Destacan sus prendas de vestir típicas de varones y mujeres, dedicados principalmente al pastoreo de sus animales, así como a la agricultura. También, una exquisita coreografía cultivada desde pequeños y un interminable repertorio de canciones donde hasta “el diablo” canta y baila.
Se involucran, desde los más pequeños hasta los ancianos, quienes desde tempranas horas del día 24 preparan sus ofrendas para el niño recién nacido. Los danzarines adornan con copos de nieve sus mantas y sus ponchos, mientras que los músicos afinan sus instrumentos y el mayordomo prepara los alimentos.
La serenata de los pastorcitos, reúne a todas las familias sin excepción. La plaza central del centro poblado se convierte en un anfiteatro al aire libre y empieza la serenata, la inclemencia del frío se disipa por el calor de las danzas, la música y los chimaychis.
A media noche, todo el escenario se traslada al interior del templo donde acaba de nacer el niño. Aquí se escenifican diversos momentos del relato comunal de la Navidad donde los pastores y el ángel protegen al recién nacido del asedio del diablo; luego llegan las ofrendas de los pastores y del pueblo. Al aclarar el día se presentan los negritos y así llega el nuevo día.
Con los primeros rayos del sol, salen a la plaza nuevamente los pastorcitos a continuar con los cánticos y las coreografías, lo que se prolonga hasta el mediodía, cuando el organizador de la fiesta, ofrece alimentación y la “caduñada”, un brebaje preparado con plantas naturales, que terminapor derribar a los que, hasta a esa hora, todavía continúan de pie.
Los pastorcitos vuelven a las plazas el 6 de enero, día de la “bajada de reyes”, donde cierran la celebración con las mismas características y despiden al niño hasta el próximo año.
Respecto al origen de la danza los pastorcitos, el profesor Sanes Azaña Domínguez, relata parte del proceso que originó la celebración de la Navidad que involucra al poblado de Cutamayo, Huayllabamba, Huaracuy y el Centro poblado de Pirpo:
“El (…) 05 de Agosto de 1543; el Capitán de Caballos don Juan Gómez Arias, funda la Villa Santa María de Las Nieves de Sihuas. Luego, el 07 de Abril de 1570, el Virrey Toledo crea la Encomienda de Sihuas, dentro de la circunscripción de Huánuco.
(…) Pirpo que en sus inicios estaba anexado a Huaracuy, se independiza ascendiendo a caserío el 06 de Mayo de 1967 y posteriormente en Febrero de 1992 es elevado a la categoría de Centro Poblado; es aquí y en toda la Provincia de Sihuas, en estas mezclas de transculturización se celebran Los Pastorcitos de Navidad, con particularidades muy propias de mezclas andinas y españolas, y que se baila al compás de mandolinas, tambores, guitarras y flautas cada 24 y 25 de diciembre”.
Cabe resaltar el trabajo de la Sra, Ana María Villanueva Fajardo, mas conocida como “Anita Fajardo”, quechuahablante, cultora y artista del Chimaychi, variedad musical andina. Ella, junto a las autoridades comunales, buscan revalorar las expresiones culturales que identifican a su pueblo.
El presente material audiovisual fue recogido íntegramente por el autor de la nota, con la finalidad de apoyar y acompañar no solo los procesos reivindicativos de derechos de las comunidades, sino también resaltar las potencialidades y valor intrínseco de las comunidades del Perú profundo.
Ojala, el Ministerio de Cultura, en un tiempo no muy lejano, declare como Patrimonio Cultural de la Nación, esta celebración que involucra a toda la comunidad, que también muestra su hospitalidad y desprendimiento para compartir el fruto de su trabajo , así como sus creencias y fe.
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