Enlace permanente Enviado por Jorge Marreros ... (no verificado) el Dom, 05/14/2017 - 16:10
La Amazonia es una formación material de energías físicas de los ríos, energías vivas de los bosques y energías sociales de los humanos. Un sistema río-bosque-humano. Los lenguajes amazónicos, contienen conocimientos ancestrales sobre el “espíritu” energético que la “Madre Tierra” provee para sostener la vida de los vegetales, animales y humanos. Es el Buen Vivir en la tierra húmeda y cálida, con energías que se intercambian como río-bosque-humano. Este intercambio es la unidad dinámica, que se conservaría productivamente, si el impulso individual de cada persona obedeciera al hábito y virtud del deber social: coger solamente lo necesario para vivir. El Fundamentalismo cristiano, infiltra en nuestras culturas amazónicas y andinas, un pensamiento extraño: la fe en un mundo imaginario –el “paraíso”— para que los pobres vivan con la ilusión de otra vida mejor y aquí se conformen con vivir en la miseria, mientras los líderes religiosos se enriquecen a costa de ellos. Es una perversión a la Humanidad, que el Capitalismo haya privilegiado a la Razón como el sendero de la felicidad, mientras ha originado la actual crisis ambiental en la Tierra. Ha sujetado a la Naturaleza en nombre del progreso hacia un “mundo mejor”, usando discursos cristianos, capitalistas y marxistas. Y todavía se atreven a decir que son necesarios los sacrificios para ser “modernos”, para “progresar” contra la vida misma.
La Amazonia es una formación
La Amazonia es una formación material de energías físicas de los ríos, energías vivas de los bosques y energías sociales de los humanos. Un sistema río-bosque-humano. Los lenguajes amazónicos, contienen conocimientos ancestrales sobre el “espíritu” energético que la “Madre Tierra” provee para sostener la vida de los vegetales, animales y humanos. Es el Buen Vivir en la tierra húmeda y cálida, con energías que se intercambian como río-bosque-humano. Este intercambio es la unidad dinámica, que se conservaría productivamente, si el impulso individual de cada persona obedeciera al hábito y virtud del deber social: coger solamente lo necesario para vivir. El Fundamentalismo cristiano, infiltra en nuestras culturas amazónicas y andinas, un pensamiento extraño: la fe en un mundo imaginario –el “paraíso”— para que los pobres vivan con la ilusión de otra vida mejor y aquí se conformen con vivir en la miseria, mientras los líderes religiosos se enriquecen a costa de ellos. Es una perversión a la Humanidad, que el Capitalismo haya privilegiado a la Razón como el sendero de la felicidad, mientras ha originado la actual crisis ambiental en la Tierra. Ha sujetado a la Naturaleza en nombre del progreso hacia un “mundo mejor”, usando discursos cristianos, capitalistas y marxistas. Y todavía se atreven a decir que son necesarios los sacrificios para ser “modernos”, para “progresar” contra la vida misma.