Ruth Buendía: Marca Perú

http://youtu.be/EqQ1AEjIMAg

Por Claudia Cisneros

La República, 9 de mayo, 2014.- No he podido contener las lágrimas al ver este reportaje (http://goo.gl/vIOTCW), breve pero lleno de justicia, verdad y coraje de esta mujer peruana, Ruth Buendía. He llorado en parte de emoción y admiración por su lucha frente a grandes poderes económicos y políticos

; en parte de pena por el sufrimiento en solitario que han librado y por cómo debe sentirse pertenecer solo geográficamente a un país que se empecina –activa o pasivamente– en ignorar tu existencia, hacerte invisible.

También he tenido vergüenza por nuestra usual y total indiferencia a otros que no vemos como propios sino como ajenos en nuestra misma patria, otros a los que tratamos como insignificantes minorías, expoliadas de sus básicos derechos humanos y ciudadanos. En cómo ignoramos a Ruth se sintetizan muchos de nuestros males como sociedad-Perú. La incomprensión de otras realidades, la ausencia de empatía por intentar entender todo lo que implica una cultura y tradiciones distintas a la predominante. Como si estar o pertenecer a la cultura predominante fuera de automático vinculante a mayores beneficios, derechos y humanidad.

Viendo el domingo la impactante puesta en escena de La Controversia de Valladolid, no dejaba de pensar en la vigencia de este “mal de imperio”. Cuando pese a todos los esfuerzos de Bartolomé de las Casas (magistral Ísola) por demostrar que los nativos eran seres humanos como cualquiera de ellos y no unos seres extrañados y sujetos a sumisión, su contraparte, Juan Ginés Sepúlveda (Augusto Mazzarelli) argumenta que estos eran seres inferiores que no tenían el mismo estatus humano y por tanto no eran sujetos de los mismos derechos que asistían a la cultura imperante.

Y no pude dejar de recordar una y otra vez en esos argumentos al ex presidente García que encarna el súmmum de este pensamiento separador y abusivo. Y que ejercido desde una posición de tanto poder se convierte en gatillador de crímenes. Como el Baguazo que su perro del hortelano modeló. En la Historia de nuestro país jamás debe ser olvidado tan hiriente latrocinio. Dijo (http://goo.gl/dZddup) que había que “derrotar…las ideologías… absurdas panteístas que creen que las paredes son dioses y el aire es dios. (…)formas primitivas de religiosidad donde se dice no toques ese cerro porque es un Apu (http://goo.gl/ZYkqhz)(…) porque ahí están las almas de los antepasados. ¡Oiga! las almas de los antepasados están en el paraíso seguramente...”

http://youtu.be/2Vf4WfS5t08

Verificar el desprecio que destila por grupos con creencias que pueden ser más o menos fantásticas que las suyas es lacerante. Grupos que como primer servidor de la nación está obligado a defender y proteger. No es casualidad que la lucha de Ruth Buendía haya arreciado, precisamente, por el rechazo a la construcción de los proyectos hidroeléctricos que el mismo García se empecinó en transar durante su gobierno y a espaldas de la comunidad Ashaninka que ocupa los territorios que serían inundados para llevar a cabo estos proyectos hidroenergéticos.

No es casualidad que García lo haya intentado sin Consulta Previa, porque queda claro que para gente como él y como muchos peruanos que reivindican el clasismo, el racismo y el antropocentrismo de la cultura imperante, ellos no son personas del mismo valor. Son “inferiores” a ser sometidos, como pensaban los españoles. Ellos son los conquistadores contemporáneos dispuestos a sacrificar a su propia tribu por oro. Negro, rojo, blanco o amarillo. Al final se resumen en: codicia, la peste humana. Por eso lo de Ruth Buendía no es un triunfo solo para su comunidad Ashaninka, sino para todos en este territorio llamado Perú. Un triunfo del más puro acto de reivindicar el ser humano.

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Fuente: Diario La República: http://www.larepublica.pe/columnistas/de-centro-radical/ruth-buendia-marca-peru-09-05-2014

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