Servindi, 21 de mayo, 2012.- El Libro Azul de Roger Casement será presentado este jueves 24 de mayo en Iquitos, una de las ciudades que el celta recorrió mientras elaboraba su informe sobre las atrocidades y el genocidio perpetrado en el Putumayo contra los pueblos indígenas.
El volumen, que será comentado por Alberto Chirif y Frederica Barclay, aparece cuando se conmemoran cien años de la exposición de este informe ante el Parlamento Británico.
La cita será en el Auditorio Irapay (Próspero y Ricardo Palma) a partir de las 7 de la noche, los comentarios correrán por cuenta de los antropólogos Alberto Chirif y Frederica Barclay.
El volumen es coeditado por el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) y el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA).
Vargas Llosa y El sueño del celta
Roger Casement, personaje de la última novela del nobel Mario Vargas Llosa “El sueño del celta” nació en Dublín, en 1864. Su desempeño como diplomático británico no debilitó su compromiso ferviente con la independencia de su tierra natal, Irlanda.
Su trabajo estuvo fuertemente relacionado con cuestiones de derechos humanos. Estuvo primero en el Congo, donde denunció la esclavización de millones de aborígenes, sometidos por el rey Leopoldo II de Bélgica para explotar recursos naturales.
En 1910 fue enviado a Brasil para desempeñarse como cónsul. Luego fue comisionado al Putumayo, en la amazonía peruana, para investigar las denuncias de masacres cometidas por los caucheros de la Peruvian Amazon Company, empresa registrada en Gran Bretaña, de la cual era gerente y principal accionista el empresario peruano Julio César Arana.
Después de su informe sobre la explotación de los indígenas, el rey Jorge V lo nombró Sir.
Aunque ya había noticias de los crímenes del Putumayo, fue recién en 1909, a raíz de una serie de artículos semanales escritos por Walter Handerburg en la revista londinense Truth denunciando las atrocidades cometidas por los trabajadores de la mencionada empresa, que el tema alcanzó repercusión internacional y ocupó las primeras planas de periódicos europeos y americanos.
El clima inhóspito, la lluvia incesante y los persistentes zancudos de la Amazonía no impidieron la labor de Casement, quien recogió diversos testimonios, principalmente de trabajadores barbadenses, por entonces súbditos británicos. Sus informes transcriben estas entrevistas que narran detalladamente el clima de terror y las bárbaras torturas a las que sometieron los caucheros a los indígenas de la región.
Esta publicación retrata una parte de nuestra historia que ha sido olvidada en la historiografía oficial. Es relevante que se conozca esta etapa de nuestra historia republicana y permita, además de reconciliarnos como nación, colocar en el debate público - a pocos años de cumplir nuestro bicentenario patrio- la necesidad de una nueva mirada en la relación Estado-pueblos indígenas.
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Comentarios
Saludos a mis amigos Frederica y Alberto,
hacía rato que no leía un texto con tanta pasión, pues me permitió sumergirme en una época tan dificil para los indígenas, para conocer las entrañas de ese monstruo que fue la explotación del caucho.
A propósito del Celta, he aquí un relato de 200 palabras, sobre éste discutido personaje:
Y EL CELTA CUMPLIÓ SU SUEÑO
Se oían con suma nitidez las campanadas del viejo reloj anunciando las tres de la mañana; los ojos despabilados, pretendían cerrarse involuntariamente vencidos por el cansancio y la tensión de las horas, pero el sheriff impasible le dijo: - Apúrate que la hora nos gana; en efecto cuatro robustos hombres lo levantaron en vilo y pese a su larga humanidad, fue metido en un saco de yute, que se hacía con esa planta que los ingleses aclimataron en la Amazonía y cuyas fibras se transportaban a Londres en la Booth Line. Ni un solo quejido, pese al insoportable dolor en el bajo vientre por los apuros del día. Fue conducido por un zaguán y arrojado dentro del carruaje que recogía la bazofia del penal. Perezosamente prosiguió su marcha por un extraño camino con dirección al océano. Muchos días después de pasar el bamboleado mar, arribó al Magdalena donde sigilosamente fue recibido por sus amigos alemanes Herber y Hans, que conducían una línea aérea; durante algunos meses fue entrenado para pilotar modernos hidroaviones. En un avión Falcón 01 se enfrentó, en Gueppí, a Francisco Secada. Muriendo en combate. El celta finalmente había cumplido su sueño.
Con mucha ansiedad he esperado que algún día se ocupen del genocidio de los quineros y cuacheros colombianos y salgamos de este remolino que da vueltas y vueltas sobre acontecimientos descontextualizados de una época que comenzó en 1850 cuando los explotadores de quina llegaron al Putumayo.
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