“El intelectual responde a la clase que sirve”: Una entrevista, en palabras de Galeano, con “el más indio de todos”, don Hugo Blanco Galdós.
Por Boris Blanco y Julio Aroquipa*
26 de junio, 2020.- Hugo Blanco Galdós es un vigente luchador social peruano que tuvo un papel preponderante en la reforma agraria del Perú. Muchos creen que ya ha fenecido, pero él, a sus 86 años, continúa participando en eventos que hacen frente a los abusos de los pueblos indígenas.
Su libro, reeditado el 2017, lleva un título donde da a conocer su opción étnica y reivindicadora: «Nosotros los Indios». Aunque algunos riñen por el color de su tez y apellido, han sido José María Arguedas y Eduardo Galeano quienes lo han revelado como “comunero” e “indio”.
En esta entrevista, realizada en su última visita a la ciudad de Puno en el año 2017, nos cuenta sobre su experiencia en la reforma agraria, los pueblos indígenas y sus luchas actuales.
- Desde tu experiencia ¿cómo se vivió la toma de tierras y la reforma agraria en Puno?
Los indígenas puneños recuperaron un millón doscientos cincuenta mil hectáreas. Yo, como secretario de la CCP (Confederación Campesina del Perú), pedí que me mandaran a Puno, no a dirigir sino a colaborar con ellos. Viví mucho tiempo en la Federación Departamental de Campesinos de Puno (FDCP) y colaboramos, por ejemplo, en la SAIS Buenavista (Sociedades Agrícolas de Interés Social), el que queda entre Puno y Juliaca.
Después, en el norte, con Porfirio Zuni, se recuperaron, como digo, un millón doscientos cincuenta mil hectáreas. Esto no debe olvidarse. La enseñanza oficial, por supuesto, no habla de esto, pero extraoficialmente los indígenas y todos los que trabajan con el movimiento indígena deben resaltar ese gran triunfo, esa gran lucha que tuvieron los indígenas puneños.
- Manuel Scorza, al parecer, en su obra Redoble por Rancas, refiere de ti como un organizador de sindicatos campesinos. ¿Tú crees que fuiste inspiración para que muchos puedan organizarse y rebelarse frente a las injusticias?
Yo entré cuando ya existían sindicatos campesinos. Yo me incorporé a la lucha, no he sido yo el impulsor. Lo que sucede es que cuando el campesinado allá luchaba por la tierra o por arrebatar la tierra que estaba en manos del gamonalismo, y como la policía estaba al servicio de los patrones y atacaba a los campesinos, me nombraron a mí para que en la federación organizara la autodefensa campesina. Es lo que hice, organizar la autodefensa campesina. Allí cayeron guardias, cayeron campesinos y por eso pidieron para mí la pena de muerte dos veces.
Yo hice eso por el mandato del campesinado. El campesinado me mandó que yo organizara la autodefensa. Yo estoy en contra del método foquista, donde un grupo de gente dice que tenemos que enseñar al pueblo peruano cómo se lucha contra el sistema y agarrar las armas. Yo creo que el asunto de las armas es muy delicado; pero, cuando la colectividad se decide hacerlo, debe hacerse. Esta es la razón por la que estuve preso. Me sentenciaron a 25 años, pero después de 7 años tuvieron que darme la amnistía.
- ¿Cuál es la reflexión que tienes de esa parte de tu vida?
El sistema se defiende matando a la gente. Por ejemplo, ¿quién era el Tribunal Constituyente? Era el cuerpo contra el que me había enfrentado, porque la guardia civil estaba al servicio de los hacendados, así que tuve que enfrentarme a ellos, y el tribunal que me juzgó estaba compuesto por generales de la guardia civil.
Cuando me sentenciaron no se atrevieron a darme la pena de muerte porque todo el pueblo de Tacna protestó –aunque la audiencia tenía que ser en el Cusco, porque allí fueron los acontecimientos, ilegalmente se llevó en Tacna–. Por la acción de la población de Tacna tuvieron que sentenciarme solamente a 25 años y no a pena de muerte.
Después, el Tribunal Supremo me juzgó. Aquí el fiscal pidió la pena de muerte, pero ante este hecho hubo protestas y movilizaciones en todo el mundo, como en París con Simone de Beauvoir, en Estados Unidos y en todas partes. Por esto no me sentenciaron a pena de muerte.
- El gobierno de Velasco Alvarado te concedió la amnistía, pero te deportó. ¿Por qué lo hizo?
Cuando estuve siete años preso, fue a visitarme una dirigente del Partido Comunista que me dijo: si tú quieres salir en libertad y te comprometes a trabajar en la reforma agraria, que está trabajando Velasco Alvarado, sales mañana mismo. Yo me negué.
En primer lugar, ¿por qué subió el gobierno de Velasco Alvarado? Porque la burguesía industrial de Lima temió que la rebelión del campo pasara a la ciudad; además, le convenía que el campesino fuera dueño de la tierra para que contribuyera comprando y vendiendo en el mercado interno. Entonces, sabiendo que nunca ningún parlamento iba a dar una correcta ley de reforma agraria –porque los parlamentos estaban compuestos por gamonales–, la burguesía industrial impulsó el golpe a Velasco Alvarado que continuó la reforma agraria a su modo.
Pasa que la rebelión en la Convención, donde no dejamos ni un centímetro de tierras para los hacendados ni le pagamos un centavo, y donde la tierra pasó plenamente a manos del productor, del campesino indígena, se reflejó en todas partes. Una cosa es ser elegido por la gente, como alcalde, regidor, diputado, senador; donde uno, como es elegido por la gente, puede decir lo que piensa. Otra cosa es servir bajo un patrón, todo lo que tú tienes que decir es está bien, y yo no podía decir eso.
Te pongo un ejemplo: la creación de las SAIS o CAPS. Yo no hubiera estado de acuerdo, pero hubiera tenido que decir sí. Por esto me negué. Los otros dos presos políticos sí habían aceptado trabajar en la reforma de Velasco, pero no podían liberarlos a ellos y dejarme a mí preso, por eso es que nos dio amnistía general. Cuando estuve afuera seguían molestando para que yo pudiera trabajar en la reforma agraria, hasta que les dije: está bien, voy a trabajar en la reforma agraria, pero con una condición: que no se haga la reforma agraria a lo que me dé la gana a mí y tampoco a lo que diga el gobierno, que se pregunte a cada sector campesino cómo quiere la reforma agraria. Entonces, si allí decían que se parcele, se parcelaba; si decían que se haga comunidad, se hacía comunidad; si decían que se haga cooperativa, se hacía cooperativa.
- Pasando a contextos latinoamericanos, ¿qué opinión tienes sobre los movimientos sociales indígenas de hoy en día y cuáles serían los más representativos?
Un ejemplo son las indígenas de Chiapas, los zapatistas que hace 22 años se gobiernan. Ahí manda la colectividad, no manda el individuo y hay de aquél que no sabe enseñar. El que sabe más enseña al que sabe menos. Ningún maestro gana un centavo, pero las escuelas tienen un territorio donde maestros y alumnos trabajan la tierra para subsistir.
La práctica de la medicina del pasado ha resucitado, y además han venido médicos y cirujanos solidarios del exterior que les han enseñado cómo juntar y hacer clínicas. Hay clínicas donde cualquier zapatista se cura gratuitamente.
También hay elecciones de tres niveles: a nivel del pueblo, a nivel del municipio, y el nivel, que ellos llaman, los caracoles; donde la gente elige un grupo para que dirija el pueblo, otro grupo para que dirija el municipio, y otro grupo para que dirija la junta del buen gobierno. No eligen ningún secretario general ni un presidente. Además, todos los elegidos van de igual, varones y mujeres, en los tres niveles.
No hay reelección porque no existe la persona insustituible, todos tenemos cabeza, todos podemos pensar. Este es un modelo de cómo la sociedad debería organizarse a sí misma. No sólo se está enseñando a los indígenas, también al mundo: cómo es que la sociedad se dirige a sí misma y que no es necesario que haya un mandón que dicte las leyes, como es ahora.
Estamos gobernados por las grandes transnacionales, quienes ocupan puestos en los ejecutivos y las mayorías legislativas, también dictan leyes y orientan las elecciones. La alternativa es que la sociedad en su conjunto se gobierne, y en eso están a la vanguardia los indígenas.
- De estos movimientos sociales indígenas, ¿cuáles son sus principales reivindicaciones?
Luchan, en primer lugar, por la Madre Tierra, porque se sienten hijos de la Madre Tierra y se compenetran con la Madre Tierra. Defienden la naturaleza y, por esto, los indígenas del mundo son cada vez más respetados. Como es mayor el ataque del sistema dirigido por las transnacionales para obtener ganancias, crece el número de ecologistas; y éstos, como ven que los indígenas son grandes defensores de la Madre Tierra, comienzan a respetar al movimiento indígena, no sólo del Perú y América Latina, porque también hay indígenas en Asia, África, Oceanía e incluso en el norte de Europa.
- ¿Qué mensaje tienes para los jóvenes sobre estos procesos históricos y las vigentes luchas de los pueblos indígenas?
El mensaje que tengo es para los adultos. Los adultos deben educar en esto a los hijos, no esperemos que el sistema, en manos de la burguesía, vaya a decir estas cosas. Por ejemplo, el sistema de la educación no va a enseñar en las escuelas que los indígenas de Puno recuperaron un millón doscientas mil hectáreas de la reforma que había hecho Velasco Alvarado, esto jamás lo va a decir. El sistema no puede decir esto, entonces son los adultos que han estado presentes ahí los que tienen que hablar y educar a los jóvenes y niños.
- Escribiste una carta abierta a Mario Vargas Llosa cuando ganó su premio Nobel donde le increpas su posición neoliberal. Entonces, para tí, ¿cuál debería ser el rol de los intelectuales?
El intelectual responde a la clase que sirve. Por ejemplo, él tiene un desprecio por los indígenas, y precisamente por eso ganó el premio Nobel, por esa actitud despectiva que tiene hacia los indígenas. Por eso fue cómplice de la masacre en Uchuraccay, porque el gobierno formó la comisión Vargas Llosa para que averiguara qué pasó en Uchuraccay, donde él dijo que habían sido los indígenas, no citó nombres, pero dio a entender que eran los indígenas los culpables. Todos los generales que estuvieron en el cuartel Los Cabitos, donde había inclusive hornos para asesinar, los que también cometieron masacres en Uchuraccay, están siendo juzgados; pero él los encubre a ellos, los favorece y condena a los indígenas. Él es completamente antiindígena.
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*Boris Blanco Gallegos es actualmente coordinador del Programa Pueblos Originarios y Medio Ambiente del Instituto de Estudios de las Culturas Andinas (IDECA), Perú. Julio César Aroquipa Vilca. es antropólogo, con estudios concluidos de la Maestría de Lingüística Andina y Educación de la Universidad Nacional del Altiplano (UNA). Traductor e intérprete de lengua quechua del Ministerio de Cultura del Perú. Actualmente es miembro del Grupo de Estudios Pluralidades Puno y de IDECA.
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Comentarios
Buen aporte en esta marcha
Buen aporte en esta marcha hacia una sociedad, como manda la Pachamama, en armonía de todos, y no el poder de unos que desequilibra la salud social y ambiental.
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