Por Wilman Caichihua Robles*
31 de diciembre, 2016.- El Derecho de Relación con la Mamapacha es un concepto planteado por el hermano aymara Fernando Huanacuni Mamani, miembro de la Comunidad Sariri.
Huanacuni Mamani plantea que ese derecho es un ordenamiento, una guía propia de los pueblos ancestrales que explica la forma de relación con la Madre Tierra, las formas de relación con otros seres y la forma de relación entre seres humanos.
En éste momento crucial de la humanidad en que enfrentamos las consecuencias del cambio climático, necesitamos respuestas urgentes.
Ahora, que experimentamos la desruralización y la tugurización de las ciudades, necesitamos soluciones inmediatas.
Hoy que el agua está disminuyendo y se nos viene una crisis alimentaria, necesitamos entender por qué no entendemos lo importante que es cuidar el planeta donde vivimos.
Está demostrado que nuestros ancestros tuvieron una relación de armonía, respeto y responsabilidad con la Naturaleza o Pachamama. La cultura andina fue la más ecologista del mundo, entonces ¿En qué momento nos separaron de esa relación? ¿Por qué razones no practicamos esos principios?
Huanacuni apela a la historia para explicar nuestra desgracia. Se inicia cuando llegaron los españoles y se impuso junto con la cruz la famosa propiedad privada. Recuerda que en el siglo XV, en pleno colonialismo, se gobernó en base a las bulas papales, cuyos edictos decían que sólo los cristianos tenían derecho a las tierras, mientras los salvajes, los indios o indígenas por ser herejes no tenían este derecho.
Así justificaron la invasión, los genocidios, los despojos de nuestras tierras y la esclavitud en que nos sumieron. Pero, no sólo nos despojaron sino que nos arrancaron de esa íntima relación especial que teníamos con la Madre Tierra. Esto ha tenido hasta hoy un impacto histórico del cual aún no podemos sacudirnos.
En esa línea colonialista, a pesar que la Reforma Agraria tuvo bondades, la parcelación de la comunidad y posteriormente la propiedad individual impulsada por los gobiernos de turno, viene destrozando nuestra fuerza comunitaria y organizativa.
Como consecuencia se ha originado desde hace varios decenios la migración masiva de los campesinos a las ciudades, principalmente de los jóvenes que se van de la comunidad en busca de dinero y ya no regresan, y si lo hacen vuelven castrados de su identidad, alienados y con actitudes de desprecio a su propia cultura y a sus propios hermanos.
Así logran que el Runa o el hombre andino pierda la relación especial con la Madre Tierra. Este respeto que tenían se ha perdido, esa responsabilidad de cuidarla se olvida; por esto nuestros ríos son contaminados, la basura es arrojada en cualquier parte y la riqueza es extraída de las entrañas de la Madre Tierra sin ningún respeto.
No reclamamos ser propietarios o dueños de la Tierra, sino restablecer el Derecho de Relación con la Madre Tierra ¿Y por qué razones? ¿Y cuáles son los argumentos?
Somos sus hijos. Todos los pueblos originarios tenemos un principio inalienable: “Somos hijos de la Madre Tierra y del Padre Cosmos y, guardamos un profundo respeto por ellos”.
El aymara dice: “Pachamaman, Pachakaman wawapatanwa” lo que significa que “Todos somos hijos de la Madre Tierra y del Padre Cosmos”. Entonces, no solo entre los seres humanos somos hermanos, también son nuestros hermanos los animales, las plantas, los insectos, la piedra, la arena, etc, porque para nosotros todo cuanto existe tiene vida.
Los quechuas lo llamamos Mamapacha o Pachamama, los Mapuche de Chile dicen Ñuke Mapu, los Ngobe Bugle de Panamá dice Mayedobo, todas estas expresiones se refieren a la Madre Tierra.
Los uros exclaman Qutamama (Madre Agua), los pueblos indígenas de la Amazonía en sus respectivas lenguas dirán Madre Selva. Y así, encontraremos en todos los pueblos originarios conceptos que refieren que somos hijos de la Madre a la que debemos mucho respeto.
Ningún pueblo que guarda la sabiduría ancestral puede decir simplemente: Tierra, Medio Ambiente, Planeta, seres vivos y no vivos, recursos, etc. No, nosotros lo llamamos Madre Tierra con cariño, con respeto, con familiaridad, porque sabemos que vive y que es nuestra madre.
Concepción cosmogónica. Toda existencia y todos los seres son producto de dos fuerzas o energías, Mamapacha (Madre Tierra) es la energía telúrica y Pachakamaq (Padre Cosmos) es la energía cósmica.
Mama es madre, Pacha es espacio y tiempo a la vez, pero es aún más. PACHA es la unión de dos fuerzas o energías, en Aymara PA viene de PAYA que significa dos, y CHA que viene de CHAMA que significa fuerza o energía.
La energía cósmica nos la da el ser invisible Pachakamaq o Pachatata, la energía telúrica no los da el ser visible Mamapacha o Pachamama. Las dos energías generan toda forma de existencia y por esto que toda forma de existencia es par. (Dualidad o Yanantin).
Desde esta filosofía o concepción, estas dos energías, los pares, los opuestos, las dualidades o Yanantin, se complementan en armonía y equilibrio, no se destruyen, no luchan para hegemonizar o dominar.
La Madre Tierra representa el mundo visible y material, es decir, si hablamos del respeto a la madre tierra no solo estamos hablando de la Tierra, sino de toda forma de existencia o sea de los ríos, las montañas, los árboles, los animales y los seres humanos.
Pachakamaq o Pachatata representa al mundo invisible o inmaterial, es decir, al mundo espiritual, por eso, cuando hacemos nuestras ceremonias rituales no sólo pensamos en la Madre Tierra sino también en el Padre Cosmos.
Vive en nosotros. La tierra, el aire, el agua, el fuego y demás formas de vida aportaron una parte de su ser para ser nuestra carne y nuestra conciencia.
Los Okanagan dicen: “La carne y la sangre que es nuestro cuerpo son pedazos de la Madre Tierra que vive en nosotros. Los Aymaras siempre hacen recordar a su comunidad diciendo que somos Pachamama (Pachamamatanwa).
Primero la Madre Tierra. Los okanagan nos enseñan que cada uno nacemos en una comunidad y en una familia a la cual pertenecemos. No tener una comunidad o una familia es estar disperso o destruido, es no tener historia. Por esto primero es la Madre Tierra, enseguida la comunidad, luego la familia y finalmente nosotros mismos como personas o individuos.
No nos pertenece. “Nishnabe akin” en Ojibway significa: “La tierra a la que pertenece la gente y no la parcela que pertenece a la gente”. También recordemos al gran jefe Seattle cuando dijo:
“Deben enseñar a sus hijos, lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurre a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra, si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos. Y de una cosa estamos seguros, la Tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la Tierra”.
Distribución y redistribución. El derecho de relación de cada familia con la Madre Tierra es distinto al derecho de propiedad privada. Bajo el derecho de relación la distribución y redistribución de tierras es dinámica y permanente, en este sentido, esto se debe hacer en cada gestión comunal en función de las necesidades y el número de miembros de cada familia.
para tener éste derecho las familias tienen que cumplir responsabilidades con la comunidad, ejercer alguna autoridad, realizar trabajos comunitarios, ser parte de los usos y costumbres
Pero, para tener éste derecho las familias tienen que cumplir responsabilidades con la comunidad, ejercer alguna autoridad, realizar trabajos comunitarios, ser parte de los usos y costumbres, hacer ritos y ofrendas para mantener el equilibrio con la comunidad, practicar el buen vivir dentro de la comunidad.
Conclusiones:
- El derecho de relación con la Madre Tierra no es otorgado con un título, sino por la misma acción de relación permanente.
- Los pueblos originarios somos hijos de la Madre Tierra y no sus dueños o propietarios.
- Cuestionamos todo pensamiento que considere a la Madre Tierra como mercancía u objeto de venta.
- Nosotros los Runas y toda forma de existencia somos producto de la energía cósmica y de la energía telúrica y que todo lo que existe es par.
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*Wilman Caichihua Robles, es docente y especialista en educación intercultural bilingüe.
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