Por Jorge Agurto
5 de noviembre, 2022.- Amistades y conocidos se encuentran involucrados en diversas experiencias de construir uno y otro movimiento social y político. A fin de contribuir a diversos procesos de manera indirecta resumo algunas ideas que estimo pueden ser útiles.
1. Autodefinición apropiada
El movimiento social no es un partido ni un frente. Para ser un partido necesita unidad doctrinaria. Para ser un frente necesita un programa amplio de cambio social. Un movimiento es algo intermedio, una tendencia política que no oculta sus afinidades y se mueve con cierta apertura en el escenario social.
Esto es bueno autodefinirlo para precavernos de las malas influencias que a falta de un partido propio quieren convertir al movimiento en su partido y manejarlo desde sus dogmas y criterios partidistas y hasta sectarios.
Hay que cuidarse del dogmatismo y el caudillismo, dos males endémicos de las organizaciones progresistas o de izquierda, que pueden llevar a la asfixia y fagocitar las fuerzas sanas y vivas de un movimiento y de quienes se acercan a él con buenas intenciones.
2. Identidad política en desarrollo
A diferencia de un partido que tiene una base doctrinal y un fundamento ideológico y político, el movimiento parte de principios y de un ideario base, que no tiene por qué ser perfecto o acabado porque debe alimentarse de la realidad y de la propia experiencia.
El ideario básico es el que le da identidad política al movimiento y sirve para delimitar a quienes se adscriben y se suman a él.
3. Programa y acción
Un aspecto esencial de un movimiento es que debe tener un desarrollo programático el cual debe fluir de acuerdo con las necesidades y demandas de los sectores con los que desea involucrarse. Así tenemos que hay movimientos ambientales, estudiantiles, indígenas, agroecológico, de consumidores, de mujeres, etc. cada cual con su agenda particular que no tiene por qué ser excluyente una de otra.
En este sentido, un movimiento que quiere representar a ciertos sectores sociales tiene que aplicarse a la construcción de su programa y renovar las formas de cómo insertarse en la dinámica social que no debe circunscribirse estrictamente a lo que comúnmente se entiende como lucha social o política.
La lucha por el cambio social también comprende otras dimensiones como la lucha cultural, simbólica, artística, comunicativa. Si bien hay que prestar atención a las iniciativas y formas creadoras de lucha es sustancial que estas se alimenten de contenido programático. Sin propuesta programática no tiene mucho sentido la bandera política.
4. Ética y política
La ética atañe al conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad. Es un tema complejo de manejar, pero sin ética política no hay nada. Y en esto hay que ser inflexible.
La ética tiene que colocarse como un eje clave en la construcción de la identidad de un movimiento político. La construcción orgánica es en esencia la formación del factor humano. No puedes pretender cambiar la sociedad sino cambiamos como personas, familia, comunidad, progresivamente, haciendo uso de la crítica y la autocrítica.
No se trata de autoflagelarnos o convertir la organización en un santuario místico sino de reconocer que la formación de una sociedad distinta o nueva requiere de hombres y mujeres nuevos que tienen que formarse y autoformarse en lucha contra la vieja sociedad y sus costumbres.
Y esa lucha debe ser cada vez más consciente y progresiva y nos involucra a todos y todas porque nadie es perfecto, pero somos perfectibles.
5. Movimiento y realidad
No siendo un partido, el movimiento debe adquirir una corporeidad fluida en el conjunto de la sociedad que debería ser cada vez más influyente en los diversos espacios de actuación, ya sea local, regional o nacional.
Sin ninguna duda, el rol de los jóvenes y mujeres es determinante para el porvenir de cualquier movimiento que desee tener futuro. En esta perspectiva se debe fortalecer creativamente el trabajo con niños, niñas y adolescentes, empleando métodos apropiados y de acuerdo con sus niveles propios de interés.
No se trata de adoctrinarlos ni convertirlos en seguidores sino de encauzar sus inquietudes, formarlos en valores sociales y principios, y fortalecer sus propias capacidades de conocer y descubrir el mundo para apropiarse de él y transformarlo y compartirlo en el buen sentido del término.(1)
Nota:
(1) El Partido Aprista Peruano (PAP) y el PCP-Sendero Luminoso nos proporcionan dos nefastas experiencias de formación política con niños. El primero formando pequeños oradores a los que se les enseña metódicamente a fingir lo que no sienten y alardear con retòrica de forma convincente incluso sobre temas de los que no estan seguros, con lo que se termina formando demagogos profesionales. El otro formando los llamados “pioneritos”, niños y niñas a los que se les inculca a repetir de paporreta loas inspiradas en un semidiós inexistente.
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