Por Ollantay Itzamná*
17 de abril, 2016.- De forma genérica, se entiende por movimiento social a un conjunto de personas organizadas y movilizadas alrededor de una demanda común fundada en derechos vulnerados o amenazados.
Los movimientos sociales son tan antiguos como la consolidación del poder político mismo, en los diferentes momentos históricos de la humanidad. La Biblia reseña procesos de movimientos sociales como los encabezados por Moisés, por los hermanos Macabeos, etc. El propio Jesús de Nazaret articuló un movimiento sociopolítico exigiendo la liberación del pueblo judío del dominio del Imperio romano.
No siempre fueron dirigentes sociales carismáticos quienes organizaron o dinamizaron los movimientos sociales, sino éstos fueron fecundados/identificados por diferentes procesos de acumulación de la conciencia sociopolítica colectiva.
Tampoco siempre fueron los estados los enemigo en común contra quienes colisionaron los movimientos sociales exigiendo sus demandas. Los movimientos antinucleares, ecologistas, feministas, antineoliberales, etc., a diferencia de los obreros, identificaron como enemigo común al sistema financiero mundial neocolonial y patriarcal. Y en consecuencia, actuaron y actúan de manera global, fuera de las fronteras del Estado nación.
Los actuales movimientos sociales, en especial de indígenas y campesinos en la zona Andina, ya no sólo protestan o denuncian lo que no quieren, sino también tienen medianamente claro lo que quieren. Por eso, sus propuestas apuntan a superar los estados coloniales, y a la construcción de estados plurinacionales, mediante procesos constituyentes plurinacionales e incluyentes.
Es decir, los actuales movimientos sociales, son movimientos sociopolíticos con miras disputar el poder político a las élites vigentes, y promover cambios estructurales a nivel nacional e internacional. Son los casos de Bolivia, Ecuador, España, Grecia, entre otros.
Situación diferente ocurre con el denominado sociedad civil organizada. Idea acuñada y socializada por los agentes del sistema neoliberal, en la segunda mitad del pasado siglo.
La razón de ser de la sociedad civil organizada fue y es “asumir” las funciones sociales abandonadas por los estados producto de su proceso de “achicamiento” por los programas de ajuste estructural. Para dicho fin asistencialista, los mismos grupos financieros (agentes neoliberales) canalizaron y canalizan “ayuda” financiera internacional.
Es decir, la idea de la sociedad civil organizada, centrada en las organizaciones no gubernamentales (ONG), fue creada y promovida por el mismo sistema neoliberal para mimetizar y/o apaliar el dolor ocasionado por la reducción de las funciones estatales (producto de los procesos de privatización), en especial en el área de inversión social y de derechos humanos.
Por eso, estas organizaciones no gubernamentales están diseñadas para ejecutar proyectos de desarrollo (de bienestar social, antes función de los estados) y, muy difícilmente plantean y promueven procesos de transformaciones estructurales que “desestabilice” el orden establecido.
Ejecutan más actividades o campañas de sensibilización social sobre temas diversos, que procesos de construcción de sujetos sociopolíticos colectivos que le disputen el poder a los privilegiados, mucho menos procesos de liberación de los pueblos.
Mientras los movimientos sociales están conformados por actores o sujetos sociopolíticos, la sociedad civil, en buena medida, está constituida por “beneficiarios” de proyectos. Mientras los movimientos sociales tienen agendas de lucha, y responden a sus asambleas en pleno, las organizaciones de la sociedad civil tiene programas o proyectos de desarrollo y responde a los estándares de validación de la cooperación internacional.
En otros términos, mientras los movimientos sociales son procesos y espacios de politización y movilización en aras de transformaciones estructurales, las organizaciones de la sociedad civil son estructuras despolitizadas y de despolitización. No es gratuito que un “requisito sine quanon” para la existencia de las ONG sea el de ser una organización “apolítica”.
Existen oenegés, en especial las ambientalistas, que acompañan procesos beligerantes, pero, aparte de excepciones, estas organizaciones soportan un bullyng por algunas cooperantes o criminalización por los gobiernos de turno.
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*Ollantay Itzamná es indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace más de 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir se conozcan.
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