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Perú: “Una alcaldesa en el ojo del ciclón: Lo que está en juego en la batalla política para Lima”

Por Gisella Evangelisti*

14 de febrero, 2013.- Faltan pocas semanas al 17 de marzo, cuando 6 de los 9 millones de habitantes de Lima se pronunciaran si quieren o no que la primera alcaldesa mujer de la capital del Perú, Susana Villarán, de 63 años, tenga que dimitir a mitad del mandato. ¿Qué pretendió hacer la alcaldesa y qué le salió mal para que fueran recogidas 400 mil firmas de ciudadanos (algunos, homenajeados con un paquete de arroz) dispuestos a abrir un proceso de revocatoria

que costará casi cuatro millones de dólares, paralizará las obras en construcción, y retrasará las nuevas inversiones de las cuales la ciudad tiene desesperada necesidad?

Lima es una metrópolis ubicada en uno de los 53 valles que se abren en el desierto costero que va a lo largo de 2300 km desde la frontera de Ecuador hasta Chile. 182 km. más al norte de Lima, los habitantes de la costa construyeron hace 5000 años una de las más antiguas ciudades del mundo, Caral, con pirámides y un anfiteatro, y 450 km. al sur los Paracas llenaron el vacio del desierto de Nazca con impresionantes líneas y figuras simbólicas.

Cuando, hace 478 años, las huestes de Pizarro llegaron al valle de Lima, encontraron bosques tupidos de algarrobos, poblados de venados y zorros, mientras el océano rebosaba de aves, peces, lobos marinos, y pingüinos: una muestra de la mega biodiversidad por la cual sigue famoso hasta ahora el Perú, recuerda el ecologista Walter Wust. Los bosques fueron quemados por los españoles para alimentar las herrerías, los arboles encerrados en los jardines de las casonas del damero de Pizarro, a su vez encerrado entre muras.

La “Ciudad Jardín” de los Virreyes, y la capital afrancesada de la República, (una ciudad donde no se producía riqueza sino solo se la ostentaba), cambió totalmente su cara en el siglo pasado, con el “desborde popular” de los años 40-50, con la inmigración masiva de campesinos pobres de la sierra. Como la ciudad no estaba preparada para acogerlos, los inmigrantes andinos plantaron una estera en los cerros del desierto, y se inventaron un trabajo, soñando con un mejor destino para sus hijos a través de la educación. Otra fuerte oleada inmigratoria hubo en la década de los ochenta, cuando los pueblos andinos se quedaron atrapados entre la violencia de Sendero Luminoso y la del Ejército, que masacraba aldeas enteras, buscando terroristas. Fue así que Lima pasó de tener 400 mil habitantes en los años 60 a los 9 millones actuales. El 60% de la ciudad está en el desierto, y sigue creciendo sin planificación, y mientras un millón de habitantes no cuentan todavía con agua potable, se multiplican los edificios de cristal en los barrios elegantes frente al mar, como Miraflores o San Isidro. Hay muchas Lima y muchos Perú, que van a velocidades diferentes. Sin embargo, aquí no se habla de “ricos”, “clase media” y “pobres”, sino de “sectores” ABCDE, según la renta. Los E incluyen a niños que pueden morir de frio en los Andes, o todavía de poco elegantes enfermedades evitables, como diarrea o tos ferina.

El desarrollo del Perú sigue basándose en tal o cual boom de materias primas: fueron el oro y la plata en la Colonia, el guano y caucho en la República, ahora el petróleo y los minerales, pedidos sobre todo por la China, pero se multiplican los conflictos medioambientales, hay serios problemas de infraestructura, hacen falta más técnicos, y sobre todo, una apuesta fuerte a futuro, a través de la educación, como la hicieron por ejemplo Costa Rica, Corea del Sur o Vietnam, por la biodiversidad o la tecnología. La región de Cajamarca, la que más minas tiene, sigue siendo la más pobre del país. Sin embargo, es un momento, con sus límites y contradicciones, de grandes esperanzas y oportunidades para el Perú, y para Lima. Ha surgido también una clase media, ávida de novedades y consumo.

“Lima para todos”, es el lema con que se ha presentado en 2011 el nuevo equipo de gestión de Lima metropolitana, con sus 39 regidores liderados por la alcaldesa Susana Villarán. Entre sus principales objetivos, el de modernizar la ciudad, eliminando el caos vehicular y la informalidad, e implementando unos parques zonales, con centros deportivos y culturales, siguiendo el exitoso ejemplo de Colombia, para mejorar la calidad de vida de unos barrios pobres. Así, por ejemplo, han sido sustituidos con nuevos vehículos, 750 viejos buses de humareda negra, han sido reordenadas las rutas del trasporte público, y congelada la entrada de nuevos combi, los microbuses ilegales a veces apodados “asesinos” por los frecuentes accidentes que provocan. Pero tocar el tema del transporte significa tocar los intereses de uno de los grupos de poder (bandas o mafias como se las quiera llamar) que actúan de manera nefasta frente a la debilidad del Estado, también en la administración de los mercados, en el cobro de cupos en la construcción, en la importación de vehículos usados, el narcotráfico. Por otro lado, la reubicación de los comerciantes informales del mercado mayorista de la Parada, reino del hampa, costó cuatro muertos y un centenar de heridos. Ningún alcalde se había atrevido a enfrentarse a mafias consolidadas, reconoció un artículo del noviembre 2012 de la revista británica The Economist, y ahora, lo hizo una mujer. Medidas difíciles e impopulares, si no se dan alternativa inmediatas para los trabajadores informales expulsados de sus consuetas actividades.

Susana Villarán, que fue asesora municipal en programas sociales en los ochenta, Ministra de Promoción de la Mujer y el Desarrollo Humano en el año 2000 y sucesivamente con cargos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos- CIDH, tuvo al comienzo buenos índices de aprobación, apostando a una gestión transparente y honesta. Pero la honestidad por sí sola no basta. “Que roben pero que haga obras”, esto es un dicho muy arraigado en la mentalidad popular. Para un político “la plata viene sola”, son palabras del ex presidente Alan Garcia, el mismo que después de una gestión desastrosa en su primer mandato, gracias a unas genéricas disculpas fue premiado con la reelección, y ahora truena a favor de la revocación, a mitad de su mandato, de una alcaldesa que nadie puede acusar de corrupción, como recuerda Mario Vargas Llosa.

Susana Villarán reconoce infortunios o deficiencias técnicas que han limitado algunas obras, o ciertas declaraciones inoportunas; a la vez pide que la dejen trabajar hasta el final, pues Lima no puede permitirse un periodo de caos e inmovilidad hasta las nuevas elecciones del 2014, o tener 3 alcaldes en 4 años. En la sombra de la revocatoria hay el ex alcalde Luis Castañeda Ossio, investigado por la Municipalidad por un pago irregular a la empresa Comunicore. El anuncio de la revocatoria fue dado prácticamente los primeros días en que comenzó la gestión de la nueva alcaldesa. “Dejémola trabajar, y después juzgaremos”, es la posición, en cambio, de buena parte del mundo empresarial y de los partidos, entre los cuales se encuentran también adversarios políticos como Pedro Pablo Kuchinsky, y Keiko Fujimori.

De hecho, la revocatoria de las públicas funciones, prevista en la Constitución del 93, con la intención de punir los grandes corruptos, tiene la gran falla de no especificarla y, por eso, prestarse más bien a venganzas políticas de todo tipo.

“La alcaldesa ha sido demasiado austera en no querer gastar en publicidad informando la ciudadanía sobre el porcentaje de realización de las obras, que está en un 83%”, reconoce un joven regidor de la Municipalidad, Ricardo Sifuentes, abogado de 28 años. No se ha publicitado, por ejemplo, la construcción de cuatro hospitales de la Solidaridad, o el hecho que gracias a la transparencia de la administración financiera, los organismos internacionales ya no supervisan más las obras, y hay más créditos que nunca del BID y del Banco Mundial.

“La alcaldesa nos obligó a gastar 50 soles para registrar nuestro taxi, tenemos que botarla”, se queja entre otros un taxista, favorable al SI a la revocatoria. “Pero, ¿alguien ha calculado cuántos millones de dólares cuestan a la ciudadanía, en términos de obras que no se realizan, y de gastos sociales que no se invierten, el laxismo frente a los políticos corruptos, la falta de pago de impuestos de los informales, desde las grandes hasta las micro empresas, o la práctica del amiguísmo versus la meritocracia en la administración pública?” argumentan algunos voluntarios de la Campaña para el NO a la revocatoria. “Es más fácil apuntar el dedo contra alguien, buscando un chivo expiatorio, que hacer el esfuerzo de mirar nuestros defectos y superarlos”, comenta el psicoanalista Eduardo Gastelumendi.

Ahora que faltan pocas semanas al 17 de marzo, la batalla por la re-conquista de la metrópolis se va haciendo más dura. Susana Villarán, entendiendo la importancia de la comunicación, ha recientemente contratado un prestigioso experto en marketing, el argentino-brasileño Luis Favre, que contribuyó al éxito en las elecciones de Ollanta Humala y otros presidentes latinoamericanos. Inteligentemente, Favre no ha lanzado la campaña a favor de la persona de la alcaldesa, sino se ha apelado a principios generales. “NO a la violencia contra la mujer”, “NO a la corrupción”, “NO a la desunión”, se lee en los paneles pegados sobre los edificios más altos, entre la publicidad de una gaseosa o de un banco. “SI al amor”, “SI a la familia”, “SI al trabajo”, responden en las redes los fautores de la campaña del SI a la revocatoria. ¿Alguien podría cuestionar estos principios? ¿De ser sinceros, por qué entonces no tratar de superar desunión, racismo, intereses cortoplacistas, para construir una ciudad y un país mejor?

Miraflores, un soleado domingo de febrero. Un parapentista se desliza en el aire, liviano como una mariposa, por los vertiginosos barrancos que enfrentan el océano. Una heladera de piel tostada sigue yendo y viniendo por la vereda, promocionando los helados con una trompeta. Ella hace otro tipo de equilibrismos para mantener a sus hijos, así como miles de mujeres micro empresarias, y jefas de familia, que por ello se merecerían un premio Nobel de la economía. La esperanza, como un parapente, vuela en el cielo inmenso del océano, hacia, y más allá del 17 de marzo.

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*Gisella Evangelisti es escritora y antropóloga italiana. Nació en Cerdeña, Italia, estudió letras en Pisa, antropología en Lima y mediación de conflictos en Barcelona. Trabajó veinte años en la Cooperación Internacional en el Perú, como representante de oenegés italianas y consultora del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, en inglés) en países latinoamericanos. Es autora de la novela "Mariposas Rojas".

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