23 de enero, 2011.- Batalla por la Amazonía es el documental elaborado por el periodista de investigación Ross Kemp que analiza las presiones socioeconómicas y ambientales que enfrentan las regiones amazónicas de Brasil, Ecuador y Perú.
El programa que consta de dos partes, se estrena el domingo 23 de enero a las 9 de la noche y explora el legado de devastación generado por un creciente deseo global de energía, alimentos y recursos naturales.
La selva amazónica cubre una extensión de aproximadamente 5,5 millones de kilómetros cuadrados, una región mayor que toda Europa Occidental.
En una hectárea de esta selva existen más especies de plantas que en todo el continente europeo. Abastece de agua y de oxígeno a todo el planeta y ayuda a absorber las emisiones de carbono. Sin embargo, cada minuto de cada día, un área del tamaño de tres campos de fútbol desaparece.
En el primer capítulo, Ross Kemp viaja hasta Perú para investigar cómo la demanda mundial de cocaína está generando un incremento de la deforestación y cómo el aumento del precio del oro ha contribuido al desgarro de la selva tropical, debido a la gran avalancha de personas que se sienten atraídas en busca de un medio para subsistir.
Perú produce una tercera parte de la cocaína del mundo. De hecho, este país ya ha perdido 9,5 millones de acres de su selva tropical a causa de la deforestación.
Aunque se desconoce la cifra exacta, la organización Foro Ecológico ha declarado que el Perú pierde mil acres de selvas tropicales cada día para la producción de cocaína. Kemp visita a un agricultor local de coca, a la vez que analiza el proceso químico de las hojas de esta planta.
También se sorprende al ser testigo de cómo cientos de litros de ácido, queroseno y lejía son vertidos al río. Se calcula que aproximadamente 15 millones de litros de líquido tóxico, ácido sulfúrico y queroseno son vertidos anualmente en los sistemas fluviales como consecuencia directa de la producción de cocaína.
En las profundidades del Amazonas, la región conocida como Madre de Dios es considerada una de las zonas más biológicamente diversas de la Tierra, con bosques primitivos y complejos sistemas fluviales que se encuentran bajo amenaza. El mayor problema ambiental, sin embargo, radica en la utilización de mercurio en la minería para separar el oro de las rocas.
Se estima que aproximadamente 32 toneladas de mercurio altamente tóxico se puede encontrar en los diferentes ríos. Kemp es testigo de los intentos de la policía por clausurar un emplazamiento minero ilegal en el que incluso se practica la prostitución infantil.
Así mismo, se cuestiona si realmente se puede cerrar por completo un lugar de estas características debido a que el aumento del precio del oro continúa atrayendo a los trabajadores.
En el segundo episodio de Batalla por la Amazonía, el presentador emprende un nuevo viaje para investigar cómo las compañías petroleras están afectando considerablemente grandes extensiones del Amazonas, en su empeño por satisfacer las necesidades energéticas del planeta.
También analiza la guerra por el pasto que se ha desencadenado alrededor de los ranchos de ganado y de las plantaciones de soja.
El hombre ya ha destruido más del 50% de la selva tropical ecuatoriana. El pequeño país se asienta sobre reservas de petróleo que rivalizan en tamaño con las de Omán.
En 1964, el gobierno de Ecuador concedió el permiso para perforar en busca del valioso recurso natural a un grupo de compañías petroleras. Esta medida desencadenó la destrucción de grandes áreas de selva tropical así como el desplazamiento de muchas tribus que fueron obligadas a abandonar sus tierras.
En 1990 expiró el permiso concedido a las petroleras extranjeras y la compañía nacional de crudos, Petroecuador, se hizo cargo de todas las operaciones. Sin embargo, tantos años de perforación dejaron profundamente marcada la región.
De hecho, una gran cantidad de agua tóxica derivada de la perforación petrolífera fue bombeada abiertamente hacia los pozos y las vías fluviales. Aunque no existe prueba científica alguna que culpe directamente al petróleo, los habitantes de la región comenzaron a enfermarse y los peces a desaparecer. Se calcula que a través de la región existen 900 pozos que contienen más de 68 mil millones de litros de desechos tóxicos.
El Parque Nacional Yasuní, establecido por el gobierno de Ecuador para proteger la tierra ancestral de los pueblos indígenas, es aproximadamente la mitad del tamaño de Gales.
Es también el hogar de las familias de la tribu Huaorani, algunas de las cuales viven en completo aislamiento. Bajo sus tierras descansan mil millones de barriles de petróleo. Paradójicamente, su extracción podría suponer la salvación económica de Ecuador y la destrucción de la forma de vida Huaorani.
Esta tribu lucha por cambiar el negocio petrolero por la industria turística. Si la propuesta tiene éxito, no sólo la tribu Huaorani tendría un futuro mejor sino que el planeta también saldría beneficiado. Aproximadamente cuatrocientos millones de toneladas de dióxido de carbono dejarían de ser liberadas a la atmósfera. Sin duda alguna, una significativa contribución a la lucha en contra del cambio climático.
Las selvas tropicales de Brasil cubren una extensión de cinco millones de kilómetros cuadrados, lo suficiente para albergar el Reino Unidos más de veinte veces. El 80% de toda la deforestación que se produce en la cuenca del Amazonas ocurre aquí, lo que sitúa a Brasil entre los cinco países principales con mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
La ganadería, la tala forestal, el cultivo de la soja y la minería juegan un papel fundamental en esta situación. Se sabe que una región forestal el doble del tamaño de Alemania ya ha desaparecido desde 1970.
Según el Dr. Alessandro Carioca, del Instituto de Investigación del Amazonas, la biodiversidad de este vasto ecosistema es todavía desconocida y podría albergar los secretos para la cura del cáncer o de cualquier otra enfermedad.
Si se destruye, podríamos necesitar al menos 100 años para volver a recuperarlo. En la última década, 104.000 kilómetros cuadrados de bosques han desaparecido únicamente para albergar la industria ganadera. A este ritmo, algunos expertos predicen que entre 40 y 50 años más, las selvas de Brasil serán cosa del pasado.
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Fuente: Estereofonica.com
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