Por Hugo Blanco
Eso significan los proyectos y las leyes aprobadas acerca de que el ejército cumplirá tareas policiales, que podrá matar a los manifestantes impunemente, que las tierras eriazas de las comunidades serán expropiadas para darlas a las grandes empresas.
Añora las matanzas de El Frontón y Accomarca realizadas en su primer gobierno, recuerda con nostalgia que ocupa el primer puesto entre los gobiernos asesinos de peruanos, especialmente indígenas. Califica de delincuentes a los presidentes de regiones o alcaldes que cumpliendo el mandato de sus pueblos los acompañen en sus protestas.
En cuanto al proyecto para la expropiación de tierras eriazas, no sabemos si es ignorante, se hace el ignorante, o ambas cosas.
Recordemos:
Somos herederos de una elevada cultura agrícola que trabajó en uno de los 7 centros que dotaron de alimentación al mundo, que domesticó 182 especies vegetales, entre ellas 3,000 variedades de papa; algunas de esas especies son muy nutritivas, como la qañiwa, la kiwicha, la maca, el tarwi o chochos, y fundamentalmente la hoja de coca.
Somos maestros en el cultivo en laderas y en la agricultura en general. Ahora ya se reconoce mundialmente la superioridad de nuestros conocimientos frente a la llamada revolución verde que planteaba que lo mejor era cultivar la misma especie sola en grandes extensiones año tras año y que mata el suelo con agroquímicos.
Frente a eso es reconocida nuestra sabiduría agrícola de practicar los cultivos asociados, la rotación de cultivos y usar abonos orgánicos. Han reconocido esa sabiduría andina que nos enseña a contrarrestar la erosión no haciendo los surcos siguiendo las curvas de nivel como nos indicaban los agrónomos occidentales, sino dándoles el ángulo apropiado tomando en cuenta el grado de inclinación del terreno, la consistencia de la tierra y el grado de precipitación pluvial en cada zona.
Esa sabiduría milenaria nos enseña que para no matar el suelo debemos dejar sin cultivarlo una cantidad de años, variable de acuerdo a los terrenos, a ese descanso lo denominamos layme; pero no mantenemos ocioso dicho terreno, en los años de descanso lo usamos para el pastoreo.
Es a esos terrenos en descanso o layme a los que la ignorancia, real o fingida, de García llama terrenos eriazos.
A esto lo conduce su extremo servilismo a la insaciable voracidad de las grandes empresas extranjeras a las cuales no les interesa matar a la naturaleza peruana ni sumir en el hambre a nuestra población por cumplir su sagrada tarea de acumular la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible.
Fuente: Editorial de la publicación Lucha Indígena, edición de enero
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