16 de septiembre de 2006.- Ahora resulta que los mismos que dicen desvelarse porque ven acercarse el día en que las maravillosas tortugas baula desaparecerán del planeta, guardan silencio cómplice con las nuevas amenazas que prácticamente por decreto se están estableciendo en su país de origen.
Mientras se esmeran en obstaculizar las gestiones costarricenses en pro de su conservación y el desarrollo sostenible (como las que hace la Municipalidad de Santa Cruz) callan ante las acciones deplorables de su propio gobierno.
Dos actitudes (si se quiere dos códigos de honor) que exhiben según las circunstancias, según el país de que se trate, y según los intereses que los mueven. Actitudes contradictorias que parecen contagiar a los locales que, luego de unos cursos de inglés, se manifiestan capacitados en asistirlos, encubrirlos y representarlos en deplorables acciones conspirativas, dirigidas a denigrar a los que, acostumbrados a ejercer los más elementales derechos ciudadanos y académicos en una Universidad donde ha de imperar la autonomía y la libertad de cátedra, cometemos el atrevimiento de decirles no cuando así se ha requerido.
El National Marine Fisheries Service (NMFS), ente del gobierno estadounidense con funciones en el campo pesquero, anunció recientemente que autorizará el otorgamiento de permisos para capturar ballenas en el Área de Conservación de las Baulas del Pacífico que se extiende desde el sur de Monterrey (California) al norte de Salem (Oregón), poniendo en peligro las poblaciones de tortugas baula que migran por dicha área al final del verano e inicio del otoño. Con esta medida, el NMFS da al traste con un exitoso esfuerzo de conservación que ha impedido la pesca destructiva que acostumbraban a realizar pescadores de esa zona.
Así, mientras en los EUA el gobierno prácticamente manda a matar baulas, aquí en Costa Rica, el organismo gubernamental NMFS hace coro con Conservación Internacional y The Leatherback Trust, entre otros, presentándose como los campeones de la conservación de las baulas que, cada vez con mayor dificultad, logran superar las barreras de pescadores inescrupulosos que las matan por miles cada año.
¡Y ni qué decir de los locales! Guardan silencio cómplice pues jamás podrían exponerse a perder las fuentes de financiamiento con las cuales realizar algunas de sus investigaciones. Si el NMFS tiene bien claro cuál es su estrategia de relaciones públicas, no queda más que disimular lo que hace en su país. Lo que interesa son los dólares que asigna a los locales expertos en la práctica de la hipocresía. Antes habíamos visto esa actitud a propósito de la matanza de cientos de tortuguitas baula (decapitadas en el Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste como parte de una investigación) por lo que no nos extrañamos de la situación actual.
Fuente: Freddy Pacheco, catedrático de la UNA, correo electrónico: [email protected]
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