Una sola dosis de sangre de drago, nombre derivado de una planta cuyas ramas exudan un látex rojo – puede servir para tratar toda una serie de dolencias. Ya sea por vía oral o aplicado directamente a las heridas, el látex se utiliza para la tos, gripe, diarrea, llagas y problemas estomacales. Sus propiedades curativas hacen de él uno de los medicamentos tradicionales más populares en América Latina.
Los consumidores de los países del Norte podrán comprar próximamente la sangre de drago en las farmacias de su localidad. Shaman Pharmaceuticals, compañía farmacéutica de San Francisco, se encuentra actualmente trabajando en la creación del SP-303, derivado de las plantas productoras del látex medicinal. Las pruebas de laboratorio indicaron que el SP-303 es un agente antiviral eficaz.
El SP-303 es una de las cerca de 35.000 plantas del mundo en desarrollo de las que se cree que tienen propiedades medicinales. En general, el hemisferio sur sirve de asiento a unos dos tercios de las especies de plantas de todo el mundo. Esa rica biodiversidad proporciona no sólo grandes beneficios económicos, sino nuevas medicinas. Por ejemplo, según un informe de la Rural Advancement Foundation International (RAFI), con sede en Ottawa, se estima que a principios del decenio de 1990 el germoplasma proveniente de los países en desarrollo representaba para la industria farmacéutica un valor de US$ 32.000 millones por año como mínimo.
Si bien son evidentes los beneficios que extraen las compañías farmacéuticas, los pueblos indígenas, cuyo conocimiento e innovaciones son a menudo la clave para el desarrollo de los fármacos, quedan generalmente sin retribución. Como bien señalara Luis Antonio Ortega Miticanoy, abogado y activista al servicio de los grupos indígenas en Colombia, durante un foro sobre desarrollo celebrado en 1995 en Ottawa, "los pueblos indígenas no obtienen por sus conocimientos muchas recompensas financieras de parte de las organizaciones internacionales. Sólo el conocimiento de laboratorio parece tener algún valor".
Sin embargo, las actitudes están cambiando. En la Cumbre de la Tierra, la Convención de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica reconoció la importancia de las prácticas tradicionales en la conservación y el uso sustentable de la biodiversidad. Esas prácticas se apoyan en la relación de los pueblos indígenas con su medio ambiente. Por ejemplo, el Pueblo Dene, de los Territorios del Noroeste de Canadá, cree que es guardián de la tierra y que debe legarla intacta a sus descendientes – filosofía compartida por otras comunidades indígenas de todo el mundo. Según explicó Miticanoy, "la tierra y la biodiversidad son un préstamo de las futuras generaciones. No nos pertenecen, ya que sólo estamos en este planeta de paso".
Para los grupos indígenas, los recursos genéticos de la Tierra no sólo proporcionan alimentos y medicinas, sino que están vinculados intrínsecamente con la identidad cultural. "Hay un extraordinario grado de entrecruzamiento entre los pueblos indígenas y sus culturas y aquellas áreas consideradas como de alta diversidad", expresó por su parte Steven King, vicepresidente de Shaman Pharmaceuticals.
No debe asombrarnos que la conservación de la biodiversidad esté estrechamente vinculada a las necesidades y aspiraciones de los pueblos indígenas. Un ejemplo de ello es la destrucción ambiental que se origina cuando los pueblos indígenas son expulsados de sus tierras. "En Colombia" – señala Miticanoy – "los bosques desaparecen bajo las sierras de los taladores que van en busca de la preciada madera y de tierras para la actividad ganadera y agrícola".
Hoy en día, las comunidades indígenas de los países del Sur aúnan sus fuerzas cada vez más para defender sus derechos contra poderosos intereses tales como los de las compañías farmacéuticas que buscan nuevos productos y los de gobiernos desesperados por nuevas fuentes de ingresos. Una cuestión central en esta lucha es la demanda de los pueblos indígenas de recibir compensación financiera por su conocimiento.
"La piratería genética nos ha sometido al colonialismo", expresa Miticanoy, quien realiza esfuerzos de cabildeo para lograr que se compartan de manera más equitativa la tecnología y los recursos, haciendo posible que los pueblos indígenas reciban su justa remuneración. "Sabemos que formamos parte de una sociedad más amplia, si bien somos unos pocos. Lo que queremos es que la parte mayor de la sociedad reconozca nuestro patrimonio y nuestros derechos", concluyó.
* Jennifer Pepall es una escritora residente en Ottawa
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Nota bene
Personas de contacto:
- Luis Antonio Ortega Miticanoy, abogado, Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), calle 13 Nº 4-38, A.A. 32395, Santafé de Bogotá; teléfono: (57-1) 342-3054 ó 284-2168 ó 284-6815; fax (57-1) 284-3465.
- Dr. Steven R. King vicepresidente de investigaciones; Shaman Pharmaceuticals, 213 East Grand Avenue, South San Francisco, CA 92080-4812, U.S.A.; teléfono (415) 952-7070 ext. 475; fax (415) 873-8367.
Lectura
Gente, plantas y patentes : Impactos de la propiedad intelectual sobre la biodiversidad, el comercio y las sociedades rurales por la Crucible Group IDRC 1994 (ISBN 9974-42-019-9) Editorial Nordan, Avenida Millán 4113, 12900 Montevideo, Uruguay
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Updated October 4, 1996. Copyright: International Development Research Centre. Please send your comments to editor of Reports.Fuente: Recibido de Quechua Network
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