Por Boaventura de Sousa Santos*
24 de noviembre, 2009.- Como ya se preveía, la próxima Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático -que se celebrará en Copenhague del 7 al 18 de diciembre- será un fracaso que los políticos intentarán disimular apelando a expresiones como "acuerdo político" o "un paso importante en la dirección correcta".
El fracaso reside en que, contra los compromisos asumidos en las reuniones anteriores, en Copenhague no se aprobarán topes jurídicamente vinculantes para reducir las emisiones de los gases que provocan el calentamiento global, cuyo peligro para la supervivencia del planeta ya ha sido suficientemente demostrado como para que el principio precautorio deba ser aplicado.
La decisión fue tomada en la reciente Cumbre de Cooperación Asia-Pacífico y, otra vez, fue dictada por la política interior de los Estados Unidos: en lucha por la reforma del sistema de salud, el presidente Obama no quiere asumir compromisos al margen del Congreso norteamericano, y no puede o no quiere involucrarlo en una decisión que implique medidas hostiles al fuerte lobby del sector de las energías no renovables.
De esta manera, los ciudadanos del mundo asistirán nuevamente el desolador espectáculo de políticos irresponsables y de intereses económicos demasiado poderosos para ser sometidos al control democrático. Y así será hasta que se convenzan de que está en sus manos construir formas democráticas más fuertes, capaces de impedir la irresponsabilidad de los políticos y el despotismo económico.
Sin embargo, la reunión de Copenhague no será totalmente en vano. Su preparación permitió que se conocieran mejor movimientos e iniciativas de las organizaciones sociales y los Estados, que revelaron una nueva conciencia ambiental global y otras oportunidades de innovación política.
Una de las propuestas más audaces e innovadoras es la Iniciativa ITT de Ecuador, presentada por primera vez en 2007 por el entonces ministro de Energía y Minas, el gran intelectual y activista Alberto Acosta, más tarde presidente de la Asamblea Constituyente. Se trata de un ejercicio de corresponsabilidad internacional que apunta a una nueva relación entre países desarrollados y países menos desarrollados, y también a un nuevo modelo de desarrollo, el modelo de pos-petrolífero.
Ecuador es un país pobre a pesar de (o a causa de) que es rico en petróleo y su economía depende en gran medida de la exportación de petróleo: el producto petrolífero constituye el 22 por ciento del PIB y el 63 por ciento de las exportaciones.
En la Amazonia, la destrucción humana y ambiental causada por este modelo económico es verdaderamente chocante. Como resultado directo de la explotación petrolera de Texaco (luego Chevron) entre 1960 y 1990, desaparecieron por completo dos pueblos amazónicos, Tetetes y Sansahauris.
La iniciativa ecuatoriana pretende romper con el pasado y propone lo siguiente. El Estado ecuatoriano se compromete a dejar en el subsuelo reservas de petróleo estimadas en 850 millones de barriles en tres pozos -Ishpingo, Tambococha y Tiputini (de ahí el acrónimo ITT)- del parque nacional amazónico Yasuní, si los países más desarrollados compensan a Ecuador con la mitad de los ingresos que dejaría de tener como resultado de esa decisión.
Los cálculos indican que la explotación generaría, a lo largo de trece años, ingresos por 4 a 5 mil millones de euros y liberaría en la atmósfera 410 millones de toneladas de dióxido de carbono. Esto no ocurrirá si Ecuador es compensado con cerca de 2 mil millones de euros mediante un compromiso doble.
Ese dinero se destinará a inversiones ambientalmente adecuadas: energías renovables, reforestación, etc.; el dinero se recibiria bajo la forma de certificados de garantía, un crédito que deberia ser devuelto a los países "donantes", con intereses, si Ecuador explota el petróleo, una hipótesis poco probable dada la doble pérdida que implicaría para el país (la pérdida del dinero recibido y la ausencia de ingresos petroleros durante varios años, entre la decisión de volver a explotar y la primera exportación).
A diferencia del Protocolo de Kyoto, esta propuesta no pretende crear un mercado de carbono, sino evitar que éste sea emitido. No se limita, por tanto, a apelar a la diversificación de las fuentes energéticas; sugiere la necesidad de reducir la demanda de energía, cualesquiera sean sus fuentes, lo que implica un cambio en el estilo de vida que, sobretodo, será difícil en los países más desarrollados.
Para ser eficaz, la propuesta debería ser parte de otro modelo de desarrollo y ser adoptada por otros países productores de petróleo. El sustento de la propuesta es la nueva Constitución de Ecuador, una de las más progresistas del mundo, que, a partir de las cosmovisiones y las prácticas indígenas de lo que llaman "buen vivir" (Sumak kawsay) -basadas en una relación armoniosa entre los seres humanos y no humanos, incluyendo lo que en la cultura occidental se conoce como la naturaleza-, propone una concepción nueva y revolucionaria de desarrollo, centrada en los derechos de la naturaleza.
Esta concepción debe interpretarse como una contribución indígena para el mundo entero, pues gana adeptos en sectores cada vez más amplios de la ciudadanía y los movimientos sociales, a medida que se va volviendo evidente que la degradación ambiental y la depredación de los recursos naturales, además de insostenibles y socialmente injustas, conducen al suicidio colectivo.
¿Utopía? La verdad es que Alemania ya se comprometió a entregar a Ecuador 50 millones de euros por año durante los trece años en que el petróleo podría ser explotado. Un buen comienzo.
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* Doctor en Sociología del Derecho, profesor de la Universidad de Coimbra (Portugal) y de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.).
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Fuente: Página 12, Buenos Aires, 19 de noviembre de 2009.
De Copenhaga a Yasuní
Por Boaventura de Sousa Santos
Como já se previra, a próxima Conferência da ONU sobre a Mudança Climática, a realizar em Copenhaga de 7 a 18 de Dezembro, será um fracasso que os políticos irao tentar disfarçar com recurso a vários códigos semânticos como "acordo político", "passo importante na direcçao certa".
O fracasso reside em que, ao contrário dos compromissos assumidos nas reunioes anteriores, nao serao adoptadas em Copenhaga metas legalmente obrigatórias para a reduçao das emissoes dos gases responsáveis pelo aquecimento global cujos perigos para a sobrevivência do planeta estao hoje suficientemente demonstrados para que o príncipio da precauçao deva ser accionado.
A decisao foi tomada durante a recente Cimeira da Cooperaçao Asia Pacífico e, mais uma vez, quem a ditou foi política interna dos EUA: a braços com a reforma do sistema de saúde, o Presidente Obama nao quer assumir compromissos à margem do Congresso norteamericano e nao pode ou nao quer mobilizar este último para uma decisao que envolva medidas hostis ao forte lobby do sector das energias nao renováveis.
Os cidadaos do mundo continuarao pois a assistir ao espectáculo confrangedor de políticos irresponsáveis e de interesses económicos demasiado poderosos para se submeterem ao controle democrático e assim ficarao até se convencerem de que está nas suas maos construir formas democráticas mais fortes capazes de impedir a irresponsabilidade dos políticos e o despotismo económico.
Mas a reuniao de Copenhaga nao será totalmente em vao porque a sua preparaçao permitiu que se conhecessem melhor movimentos e inciativas, por parte de organizaçoes sociais e por parte de estados, reveladores de uma nova consciência ambiental global e de outras possibilidades de inovaçao política. Uma das propostas mais audaciosas e inovadoras é a Iniciativa ITT do Equador apresentada, pela primeira vez, em 2007 pelo entao Ministro da Energia e Minas, o grande intelectual activista Alberto Acosta, mais tarde Presidente da Assembleia Constituinte.
Trata se de um exercício de co responsabilizaçao internacional que aponta para uma nova relaçao entre países mais desenvolvidos e países menos desenvolvidos e para um novo modelo de desenvolvimento, o modelo pós petrolífero. O Equador é um país pobre apesar de (ou por causa de) ser rico em petróleo e a sua economia depender fortemente da exportaçao de petróleo: o rendimento petrolífero constitui 22% do PIB e 63% das exportaçoes.
A destruiçao humana e ambiental causada por este modelo económico na Amazónia é verdadeiramente chocante. Em consequência directa da exploraçao do petróleo por parte da Texaco (mais tarde, Chevron), entre 1960 e 1990, desapareceram por inteiro dois povos amazónicos, os Tetetes e os Sansahauris.
A iniciativa equatoriana visa romper com este passado e consiste no seguinte. O estado equatoriano compromete se a deixar no sub solo reservas de petróleo calculadas em 850 milhoes de barris existentes em três blocos Ishpingo, Tambococha e Tipuyini (dai, o acrónimo da inciativa) do Parque nacional amazónico Yasuní, se os países mais desenvolvidos compensarem o Equador em metade dos rendimentos que deixará de ter em resultado dessa decisao.
O cálculo é que a exploraçao gerará, ao longo de 13 anos, um rendimento de 4 a 5 bilioes de euros e emitirá para a atmosfera 410 milhoes de toneladas de CO2. Tal nao ocorrerá se o Equador for compensado em cerca de 2 bilioes de euros mediante um duplo compromisso. Esse dinheiro é destinado a investimentos ambientalmente correctos: em energias renováveis, reflorestaçao, etc; o dinheiro é recebido sob a forma de certificados de garantia, um créditos que os países "doadores" receberao de volta e com juros caso o Equador venha a explorar o petróleo, uma hipótese pouco provável dada a dupla perda para o país (perda do dinheiro recebido e a ausência de rendimentos do petróleo durante vários anos, entre a decisao de explorar e a primeira exportaçao).
Ao contrário do Protocolo de Kioto, esta proposta nao visa criar um mercado de carbono; visa evitar que ele seja emitido. Nao se limita, pois, a apelar à diversificaçao das fontes energéticas; sugere a necessidade de reduzir a procura de energia, quaisquer que sejam as suas fontes, o que implica uma mudança de estilo de vida que será sobretudo exigente nos países mais desenvolvidos.
Para ser eficaz, a proposta deverá ser parte de um outro modelo de desenvolvimento e ser adoptada por outros paises produtores de petróleo. Aliás, a sustentar esta proposta equatoriana está a nova Constituiçao do Equador, uma das mais progressistas do mundo, que, a partir das cosmovisoes e práticas indígenas do que designam como "viver bem" ( Sumak kawsay) assentes numa relaçao harmoniosa entre seres humanos e nao humanos, incluindo o que na cultura ocidental se designa por natureza propoe uma concepçao nova e revolucionária de desenvolvimento centrada nos direitos da natureza.
Esta concepçao deve ser interpretada como uma contribuiçao indígena para o mundo inteiro pois ganha adeptos em sectores cada vez mais vastos de cidadaos e movimentos à medida que se vai tornando evidente que a degradaçao ambiental e a depredaçao dos recursos naturais, além de insustentáveis e socialmente injustas, conduzem ao suicídio clolectivo.
Uma utopia? A verdade é que a Alemanha já se comprometeu a entregar ao Equador 50 milhoes de euros por ano durante os 13 anos em que petróleo seria explorado. Um bom começo.
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Recibido del sitio web: www.amazoniaporlavida.org
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