Sin embargo, durante la campaña previa a las elecciones del 2006, el vivÃsimo Señor Alan GarcÃa le vendió a la población de la sierra de Piura, la mercancÃa electoral de que todos los pueblos tienen derecho a decidir sobre el uso de sus recursos y a elegir soberanamente las actividades económicas a las que desean dedicarse. Ahora, cuando esas mismas poblaciones le toman la palabra para realizar una democrática consulta popular sobre ese mismo tema, para GarcÃa y sus voceros resulta que solo son “pequeños caserÃos sin importancia,†“pueblos atrasados,†con “ronderos abusivos que maltratan,†y que solamente están apoyados por unos cuantos ‘curas rojos’ (¿?) y algunas organizaciones verdes, o por “extranjeros con ideologÃas anti inversión.â€
Por muy gobernante que sea, ningún empleado del estado,cuyos ingresos los paga el pueblo peruano y no algunas cuantas empresas mineras, tiene derecho a utilizar su cargo o los fondos públicos para amedrentar a las comunidades a las que debe servir, a sus dirigentes de base, a sus autoridades locales o a sus medios de comunicación. La estatura moral de los directivos de radio Cutivalú empequeñece a sus acusadores y desnuda la entraña criminal y mafiosa que llevan por dentro aquellos remedos de gobernantes que hoy usurpan el poder.
Hace algunos meses, el informe de Peru Support Group sobre el proyecto minero RÃo Blanco de la compañÃa Monterrico Metals, alertó a los inversionistas británicos sobre los riesgos de la aventura empresarial que conducen Andrew Bristow y Raymond Angus en la sierra de Piura (aventura en la que hicieron figurar durante un tiempo, nada menos que al ex embajador británico Richard Ralph). En ese momento, cuando era evidente que algunos importantes accionistas de Monterrico Metals estaban ansiosos por vender, pero no habÃa nadie que quisiera comprar, el muy solÃcito señor Alan GarcÃa se fue apurado a celebrar su consejo de ministros en Piura, para darle una señal de respaldo a los inversionistas chinos de Zijin, quienes, ¡cómo no! compraron inmediatamente. Claro, si el propio presidente avalaba la estabilidad y seguridad de la inversión. Para que no hubiera dudas, poco después el gobierno le ha otorgado a la empresa un contrato de estabilidad jurÃdica y tributaria, antes incluso de aprobarse el estudio de impacto ambiental.
Sin embargo, durante la campaña previa a las elecciones del 2006, el vivÃsimo Señor Alan GarcÃa le vendió a la población de la sierra de Piura, la mercancÃa electoral de que todos los pueblos tienen derecho a decidir sobre el uso de sus recursos y a elegir soberanamente las actividades económicas a las que desean dedicarse. Ahora, cuando esas mismas poblaciones le toman la palabra para realizar una democrática consulta popular sobre ese mismo tema, para GarcÃa y sus voceros resulta que solo son “pequeños caserÃos sin importancia,†“pueblos atrasados,†con “ronderos abusivos que maltratan,†y que solamente están apoyados por unos cuantos ‘curas rojos’ (¿?) y algunas organizaciones verdes, o por “extranjeros con ideologÃas anti inversión.â€
Quienes pudimos escuchar al GarcÃa pre-electoral en Ayavaca, también podrÃamos haber pensado que se trataba de uno de aquellos curas o ambientalistas que ahora el mismo GarcÃa y sus secuaces critican. Aunque él no quiera recordarlo, sus discursos están grabados en cintas de audio y video que seguramente se mostrarán en su momento. Claro, sus acólitos ya le habÃan informado sobre el rechazo de la población al proyecto minero y el entonces candidato, que cambiaba de discursos como de camisa, no iba a hablar mal de las comunidades con cuyas riquezas, como buen vividor, ya estaba haciendo negocios por otro lado.
Ya sabemos que las frases huecas de aquel impostor no eran más que el verso fácil y barato propio de los charlatanes de plazuela, que el señor GarcÃa maneja como chaveta y cachiporra desde sus épocas de estudiante. Ahora, el farsante señor GarcÃa, convertido en un novedoso “Presidente de todos los Mineros,†junto a sus muy democráticos ministros y a la muy democrática prensa heredera del fujimorismo (RPP, “La Ventana Indiscretaâ€, Panamericana, Correo), empieza a insinuar la muy democrática posibilidad de cancelar licencias a los medios de comunicación. ¡Pero qué bien!, porque en medio de ese torbellino democrático, de repente el buen señor GarcÃa y sus vehementes seguidores están empezando a cavar con entusiasmo la muy democrática posibilidad de que el pueblo peruano les cancele le licencia gubernamental.
Que se sepa, los directivos de Radio Cutivalú no están locos ni necesitan dosis especiales de litio para mantener la estabilidad emocional, tampoco cambian de discurso antes y después de las elecciones; los alcaldes de los tres distritos en que va a realizarse la consulta popular ni siquiera pertenecen a partidos de izquierda o de oposición. En el esquema neoliberal con máscara democrática que GarcÃa defiende, hay algo que no funciona, ¿no será tal vez que es la propia población la que quiere hacer escuchar su voz, solamente, eso, expresarse?, ¿no será que a los propios alcaldes no les queda más remedio que acatar esa voluntad? ¿No será que los intereses del Perú son algo más que las expectativas de ganancia de algunos inversionistas mineros, chinos o británicos? ¿No será que tenemos un presidente y un gobierno que envilecen el cargo y contaminan el ambiente moral de la patria?
Por muy gobernante que sea, ningún empleado del estado,cuyos ingresos los paga el pueblo peruano y no algunas cuantas empresas mineras, tiene derecho a utilizar su cargo o los fondos públicos para amedrentar a las comunidades a las que debe servir, a sus dirigentes de base, a sus autoridades locales o a sus medios de comunicación. La estatura moral de los directivos de radio Cutivalú empequeñece a sus acusadores y desnuda la entraña criminal y mafiosa que llevan por dentro aquellos remedos de gobernantes que hoy usurpan el poder.