Enlace permanente Enviado por Mauro Donayres (no verificado) el Vie, 03/09/2007 - 17:27
Es lamentable que los que dirigen la educación de los pueblos indigenas, sean personas que tienen en su haber el estigma de ser racistas, muy apesar, de ser antropólogos y sociólogos, seguramente han sido formados, para deformar a la sociedad y continuar con la extirpación de culturas y lenguas y lo mas grave es que habiendo profesionales indÃgenas, no sean estos los que se hagan cargo de la educación de nuestros hijos, por ello no solo debemos pedir la cabeza de estos hijos de Sam, si nó presionar al gobierno de turno, la creación de un ministerio indÃgena para que en la DINEIBIR u otra instancia administrativa se sienten los indÃgenas y sean los pueblos los que decidan quien o quienes sean los directores nacionales, regionales y provinciales, previa acreditaciçon por los pueblos y organizaciones de cada jurisdición.
Para esto debemos unir esfuerzos y denunciar ante los organismos internacionales, para que estos hechos no queden impunes, por el bien de nuestros hijos, la pervivencia de nuestra cultura, nuestra lengua y nuestras formas de crianza, para que el "iskay yachay" sea un compartir intercultural efectivo y no solamente palabras que se lleva el viento ó el "papelito aguanta todo".
Es lamentable que los que dirigen la educación de los pueblos indigenas, sean personas que tienen en su haber el estigma de ser racistas, muy apesar, de ser antropólogos y sociólogos, seguramente han sido formados, para deformar a la sociedad y continuar con la extirpación de culturas y lenguas y lo mas grave es que habiendo profesionales indÃgenas, no sean estos los que se hagan cargo de la educación de nuestros hijos, por ello no solo debemos pedir la cabeza de estos hijos de Sam, si nó presionar al gobierno de turno, la creación de un ministerio indÃgena para que en la DINEIBIR u otra instancia administrativa se sienten los indÃgenas y sean los pueblos los que decidan quien o quienes sean los directores nacionales, regionales y provinciales, previa acreditaciçon por los pueblos y organizaciones de cada jurisdición.
Para esto debemos unir esfuerzos y denunciar ante los organismos internacionales, para que estos hechos no queden impunes, por el bien de nuestros hijos, la pervivencia de nuestra cultura, nuestra lengua y nuestras formas de crianza, para que el "iskay yachay" sea un compartir intercultural efectivo y no solamente palabras que se lleva el viento ó el "papelito aguanta todo".