III Cumbre continental de comunicación indígena en Bolivia
Por Manuela Picq
29 de noviembre, 2016.- El tercer Encuentro Continental de Comunicación Indígena fue marcado por el desencuentro. El gobierno se dedicó a definir las agendas; los comunicadores indígenas a resistirlas.
La III Cumbre de Comunicación Indígena fue organizada del 15 al 19 de Noviembre 2016 en Tiquipaya, Bolivia, con amplia presencia estatal. Los comunicadores indígenas rápidamente se sintieron desplazados por un apoyo estatal que se hizo omnipresente.
El gobierno de Evo Morales inauguró la cumbre originalmente diseñada para compartir experiencias comunitarias, sus ministros participaran en las plenarias. El choque entre los dos lados llevó a la creación de una mesa autónoma que hizo su propia declaratoria paralela a la cumbre oficial(ista).
La tercera cumbre de comunicación indígena en Tiquipaya
Un pueblo sin voz es un pueblo muerto: la comunicación es fundamental para visibilizar los pueblos y legitimar sus luchas. En este sentido, la resistencia de los pueblos por su autonomía contiene un importante componente de comunicación para rescatar la memoria y definir estrategias organizativas a nivel local y transnacional.
Es con este espíritu que surge la idea de cumbres continentales para la comunicación indígena en 2009 durante la IV Cumbre Continental de los Pueblos de la Abya Yala en Puno, Perú.
Fue ahí que se planteó la comunicación como un tema fundamental en la construcción de la autonomía que necesitaba una cumbre propia. El objetivo era tejer espacios de resistencia a través de la comunicación, reverter la invisibilidad de los pueblos indígenas en medios convencionales y amplificar la relevancia de experiencias indígenas.
Los encuentros continentales de comunicación indígena nacen como espacios autónomos que se reúnen semanas antes de las cumbres de los pueblos para presentar su agenda para aprobación general.
La primera cumbre de comunicación se realizó en noviembre de 2010 en el Resguardo Indígena autónomo de La María Piendamó, en el Cauca, Colombia. Una segunda cumbre fue organizada en octubre de 2013 en Santa María Tlahuitoltepec Mixe en Oaxaca, México, donde se aprobó la candidatura de Bolivia para recibir la tercera cumbre de comunicación indígena.
La tercera cumbre se realizó en noviembre de 2016 en Tiquipaya, cerca de Cochabamba, Bolivia. El encuentro reunió cerca de 1.500 personas en los edificios de la Universidad del Valle bajo 8 ejes temáticos: comunicación para la descolonización; legislación y marco legal; formación; estrategias de incidencia; equidad de género; soberanía y reto tecnológico.
Llegaron delegaciones desde Guatemala hasta Argentina, con fuerte presencia andina de Venezuela, Colombia, Ecuador, y Perú. Los pueblos bolivianos fueron los más representados; por ejemplo la delegación del Beni contaba con más de 70 personas.
Muchos mascaban hojas de coca, y todos los espacios de discusión contaban con varias cámaras. La policía boliviana, con las banderas de Bolivia y de la Abya Yala en el hombro, estaba en varios espacios de logística: en la entrada de las salas anotaban la participación y ofrecían información, y distribuían comida a los participantes. El ambiente formal parecía a veces más una reunión de Naciones Unidas que un encuentro comunitario.
Los edificios de cemento del campus universitario ofrecían amplios espacios de reunión, aunque eso hizo que se perdiera el aspecto comunitario. En el coliseo, se podía asistir a los largos discursos de los Ministros de Relaciones Exteriores, Descolonización y Comunicación hablar sobre el Buen Vivir, el concepto indígena de sumak kawsay. Las mesas temáticas estaban ubicadas en diferentes edificios y pisos, debatiendo diversos temas desde el derecho a tener cadenas hasta el rol de la arquitectura indígena para rediseñar espacios públicos.
La mesa sobre formación discutió tres propuestas centrales: una escuela itinerante para comunicadores, una plataforma virtual, y posibles formas de titulación para que los comunicadores pudiesen ejercer en varios medios de comunicación. Otras mesas planteaban la importancia de circular experiencias entre diferentes procesos de consulta previa, libre e informada para consolidar estrategias de resistencia.
Hubo reclamaciones, principalmente por los fallos de logística (falta de comida) y los atrasos, como la plenaria final que ocurrió con un día de retraso cuando muchos participantes ya se habían ido. En el marco jurídico comentaban que hay que prestar atención al origen de la financiación y a las condiciones que la acompañan: “El que financia impone condiciones”. Para algunos, este punto fue el eje central que selló el desencuentro.
Una cumbre co-optada
La cumbre recibió apoyo del gobierno de Evo Morales, y era imposible no darse cuenta. El rostro del Presidente Evo estaba en todos los materiales del evento- desde los folletos informativos hasta las credenciales que cada participante cargaba en el pecho. Evo inauguró la cumbre, dando un tono oficialista y casi electoral al cerrar su intervención con un “¡Viva Bolivia! ¡Viva Evo!”, y se ganó el apodo de Ego.
Jóvenes comunicadores como Angel Apaza Cotrado de la Organización de Mujeres Aymaras (UMA) que viajó dos días desde Puno para llegar, expresaron su decepción: “la inauguración de Evo se sentía más como campaña política y algunas mesas se centraban en lo que pasa en Bolivia y no en las problemáticas regionales”.
Varios comunicadores indígenas denunciaron una intervención excesiva del gobierno y sintieron que su espacio comunitario fue invadido por el estado más allá del culto a la persona presidencial: reclamaron que los espacios eran tomados por representantes del estado, que el Ministerio de comunicación no solo apoyaba el evento, sino también controlaba la agenda, y que las metodologías nada comunitarias no permitían incidencia de los comunicadores indígenas.
Representantes de Ecuador se opusieron a que hablase en las plenarias el Embajador de Ecuador en Bolivia, indicando que un gobierno que criminaliza a los pueblos indígenas no puede venir a hablar en su nombre en una cumbre indígena. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), una organización que ya celebra sus 30 años de existencia, fue clara en posicionarse al respeto: “la cumbre es de los pueblos y no de los gobiernos”.
La oposición creó una “mesa autónoma” fuera del recinto universitario, bajo unas carpas en el parqueadero, sin electricidad, lejos de los micrófonos. Allá se reagruparon comunicadores de toda la región descontentos con una cumbre “secuestrada”: comunicadores desde México hasta Argentina, de los pueblos Wayuu y Aymara, miembros de organizaciones como el Consejo Regional del Cauca en Colombia (CRIC), la Confederación de Nacionalidades Kichwas del Ecuador (ECUARUNARI), la Red de Comunicadores Indígenas del Perú (REDCIP), Servindi, y la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia Bartolina Sisa.
Hasta el reconocido cubano José Ignacio López Vigil, invitado especial del oficialismo, afirmó que “hubo un error mayúsculo” por parte del ministerio de Comunicación de Bolivia al tratar la cumbre como un espacio gubernamental. “Toda la testera eran autoridades bolivianos,” añadió.
Los fallos de Bolivia eran predecibles. La tensión entre el oficialismo de estado y los comunicadores en resistencia llegó a su auge en Bolivia pero ya tenía antecedentes. En la Cumbre de Oaxaca, los organizadores invitaron al Presidente Peña Nieto por haber apoyado la organización del encuentro y comunicadores de organizaciones como el CRIC abandonaron el encuentro en protesta. Durante la tercera cumbre, además de la mesa autónoma y de regresos anticipados, comunicadores del Beni boliviano protestaron el oficialismo durante la clausura final.
Las dos cumbres de Bolivia: la declaración oficial y el espacio propio
La Cumbre de Tiquipaya fue marcada por luces y sombras, como dijo Lopez Vigil. Se generaron nuevos horizontes, como la creación de una Escuela Itinerante para comunicadores indígenas. En el ámbito jurídico, se acordó crear una comisión legal que defienda los derechos de medios de comunicación comunitarios. Además, se estableció crear una Organización de Comunicadores Indígenas del Abya Yala, similar a otras organizaciones de prensa del mundo o un enlace continental.
Pero en realidad hubo dos cumbres: la oficialista intervenida por el gobierno de Evo Morales y el espacio autónomo en resistencia.
La declaración oficial de la cumbre no supo esconder la intromisión estatal, declarando “Bolivia pionera en comunicación indígena” en el punto 14. Mantuvo un vacío político de instituciones convencionales al promover la equidad de género y la despatriarcalizacióncon “promover la participación activa de las mujeres en la comunicación.” Y se eligió Guatemala como sede de la próxima cumbre.
Lo que se planteó en la mesa autónoma es que el problema iba más allá de Bolivia, que se reclamaba de un gobierno, y otro gobierno, y otro más, y que el reto era construir un sistema realmente autónomo de la influencia de los estados.
La mesa autónoma se volvió un espacio propio que se solidarizó con los movimientos indígenas y campesinos en resistencia por sus territorios y por el agua, contra las industrias extractivas sin consulta previa desde Standing Rock en EUA hasta Jujuy en Argentina.
La mesa autónoma primero se posicionó como espacio propio, con un pronunciamiento que aclara sus divergencias con la cumbre oficialista. El espacio entonces adoptó una declaración propia; y estableció una hoja de ruta para los próximos años.
Se realizará un encuentro de comunicación en agosto de 2017 en el Cauca, Colombia, durante la semana por la Liberación de la Madre Tierra, previo a la VI Cumbre de los Pueblos. Delegaciones de Ecuador ofrecieron organizar un evento preparatorio de comunicación en 2018 y la de Perú un evento internacional el 2019 en el Cusco. Todo con el objetivo de re-articular la comunicación indígena con las luchas en defensa del agua y de los territorios en el Abya Yala.
Es irónico que un estado plurinacional con un presidente indígena busque invadir espacios autónomos de libre determinación de los pueblos del Abya Yala. El encuentro de comunicación indígena nació de la diversidad de los pueblos precisamente para resistir el control homogeneizante de los estados.
Ahora que el encuentro de comunicación indígena se desencontró y que se plantean dos caminos, esperemos que estos dos espacios distintos, el uno de tono más institucional y el otro rotundamente activista, entren en formas constructivas de competencia para generar más diversidad de experiencias y aprendizajes para potencializar la comunicación indígena, cada uno a su manera.
Comentarios
Runaqa sapanchikpa
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