Por Miguel Medrano Rojas*
La vida no será la misma para los pobladores de Ica, especialmente para nuestros hermanos de la ciudad de Pisco quienes padecieron y siguen padeciendo los estragos de una catástrofe que nadie pudo imaginar y para la cual nadie estuvo preparado, ni siquiera aquellos que debieron haber estado preparados para enfrentar las consecuencias de este tipo de desastres.
La falta de respuestas inmediatas, su inoperatividad, y falta de organización para enfrentar la crisis y canalizar la ayuda que iba llegando reflejó y sigue reflejando su incapacidad.
Hoy retorné de Pisco, fui llevando alimentos y agua para amigos y amigas con quienes perdí el contacto, pues las comunicaciones hasta el día de hoy están cortadas, a pesar de separarnos apenas algo más de 200 kilómetros; no fue necesario llegar hasta allá para constatar la magnitud del daño sufrido; únicamente en plena carretera a las afueras de Lima ya se notaban los destrozos, postes caídos, tierra deslizada y pistas agrietadas iban asomándose poco a poco, y kilómetros más adelante decenas de niños, jóvenes y adultos pidiendo en plena carretera algo de agua o comida.
Al llegar a la ciudad la visión de lo que quedaba de aquel acogedor lugar había sido reemplazado por una de tristeza, gente buscando entre los escombros alguna de sus pertenencias que pudieran salvar; muchas de las casas de las familias que fui a visitar se encontraban abandonadas, unas totalmente caídas y otras con serios daños, mi búsqueda se prolongó por varias horas pero finalmente poco a poco fui encontrándolas, afortunadamente la mayoría esta bien, pero los relatos de lo sucedido y lo que pude ver y percibir eran estremecedores.
La parroquia, que durante décadas fue punto de encuentro y alegría para muchos jóvenes y adultos, hoy yace en escombros al igual que casi todo Pisco, su plaza de Armas esta vez congrega tanto a las víctimas fatales de aquella funesta noche como a las cuadrillas de rescatistas que han venido de todas partes del mundo a prestar la ayuda necesaria a sus colegas peruanos. Son ya mínimas las posibilidades de encontrar a alguien con vida entre los escombros, cada nuevo hallazgo es motivo de dolor para ellos, pues su principal misión era salvar vidas, lamentablemente solo se está confirmando que el número de víctimas aún sigue en aumento.
Para unos fue la divinidad y para otros simplemente la suerte, la que no permitió que las desgracias fueran aún mucho mayores, y es que el desastre no discriminó entre construcciones de adobe o de cemento y ladrillo, pues los edificios modernos igualmente colapsaron, pero afortunadamente no se desplomaron en su totalidad, permitiendo así que quienes se encontraban en sus interiores escaparan por agujeros o simplemente saltaran por las ventanas de un segundo piso, que ahora ya se encontraba al ras del suelo.
La desesperación fue total, nubes espesas de polvo cegaban y ahogaban a todos por igual, gente paralizada de miedo; gritos pidiendo ayuda se entremezclaban con llanto y gritos de desesperación y luego, las primeras imágenes, destrucción por todos lados. Pero la noche recién comenzaba, las réplicas, y el no encontrar a familiares y amigos aumentaban la tensión y desesperación, el amanecer no trajo la calma sino mayor dolor y sufrimiento para muchos, no solo perdieron sus hogares sino también familiares.
El caos era y es aún general, muchas familias damnificadas dentro de la propia ciudad aún no han sido empadronadas y que poder decir de las familias y comunidades más alejadas del ámbito rural. La falta de servicios básicos, de garantías y seguridad motivó que muchas familias escaparan dejando todo; son muchas las familias quienes han abandonado sus casas, vecinos y amigos, pues ya no tienen donde quedarse a vivir, sus casas que una vez los albergaron hoy se encuentran seriamente dañadas como para poder seguir habitándolas, por lo general, únicamente llevan lo que tenían puesto en el momento del desastre, pues no se atreven a sacar nada porque dicha aventura les podría costar la vida. Se marchan con el dolor de dejar ahí sus vidas, su historia, el barrio que los vio correr y reír, que fue testigo mudo del día a día de cada uno.
Los que han podido se han marchado muy lejos, otros solo han cambiado de escenario y se encuentran en Chincha, Cañete o la misma ciudad de Ica, pero es en esta primera donde el drama se sigue viviendo, pues al pánico que sufren por cada réplica se suma su nerviosismo al ver caer la noche; mujeres temblando de miedo, jóvenes y niños acompañando a sus adultos con palos y fierros en sus manos al lado de fogones en cada esquina (aún carecen de fluido eléctrico) que les permita dar la imagen de seguridad para sus madres, hermanas e hijas, motivos no les faltan, pues las hordas de saqueadores que recorren de noche los barrios no son producto de la histeria o simplemente mentiras como algunos señalan.
¿Qué se debe hacer?
Lo primero que debemos entender, los que de alguna manera podemos prestar ayuda, es que la crisis aún no ha acabado, la ayuda debe seguir fluyendo por mucho tiempo más, muchos lo han perdido todo y la ciudad prácticamente se encuentra devastada, las casas que aún se encuentran en pie tienen graves daños y deben ser demolidas; el servicio de luz y agua ha colapsado y aunque en el caso del agua ya se está atendiendo, ello es aún insuficiente, se requieren de muchos camiones cisternas para llegar a toda la población, así como el reparto de cilindros y purificadores de agua, no solo en el centro de la ciudad sino también en su periferia.
La reubicación y empadronamiento de la gente debe ser más minucioso y focalizado.La ayuda si bien parece ser mucha por lo general solo llega a unos cuantos sitios, ocasionando la desesperación de muchos padres y madres que no tienen con que alimentar a sus familias, lo mejor seria instaurar comedores populares cada 1 o 2 cuadras con beneficiarios empadronados y de esta manera garantizar la alimentación de todos y evitar el aprovechamiento de algunos pocos.
La ayuda que se quiera brindar debe ser entregada a una instancia u órgano competente que se encargue de su recepción, organización y entregada de manera ordenada y equitativa, en coordinación con los comités de cada comedor formado o en funcionamiento, impidiendo de esta manera la entrega desproporcionada a unos y la carencia a otros; está mal que quienes llevemos ayuda lo hagamos sin ningún plan, criterio ni conocimiento de quienes requieren en verdad de nuestra ayuda, hagamos las cosas más organizadas y es el estado quién debe poner y garantizar este orden.
En cuanto a seguridad, muchas familias permanecen aún en sus casas a pesar de estar seriamente dañadas, esto con la intención de proteger sus bienes ya que hay mucha gente que ingresa a las viviendas abandonadas para llevarse lo que puedan, por ello en necesario un accionar más decidido y efectivo por parte de las fuerzas armadas y la policía nacional. Pero sobretodo sancionar inmediata y drásticamente a todos aquellos quienes de manera directa e indirecta quieren beneficiarse de esta desgracia.
¿Qué debemos hacer?
Lo que pediría hermanos es que nos organicemos, no únicamente a nivel de grupos de amigos, lo cual está muy bien, sino a nivel de nuestras comunidades que permita que nuestras ganas de colaborar sea más significativa, impulsemos campañas de donación en especialmente de:
- Víveres: menestras, maca, kiwicha, avena, leche, fideos, arroz, azúcar, conservas, frutas secas, etc.
- Frazadas y ropas de abrigo. Las noches son muy frías y las carpas no protegen de ello.
- Lámparas o linternas. Las velas son peligrosas por la posibilidad de incendios.
- Radios y pilas. La población requiere estar informada.
- Útiles de aseo: jabón, champú, pañales, papel higiénico.
Por último, no hay que olvidar que actualmente existen muchos damnificados que se encuentran en los hospitales de la capital y requieren de medicinas, alimentación, abrigo y albergue.
Personalmente considero, como ya lo manifesté, que no es conveniente que cada quien lleve y distribuya la ayuda como mejor le parezca, estoy convencido que la instancia más capacitada y seria para hacer ello es Cáritas del Perú: http://www.caritas.org.pe con quienes podemos entrar en contacto para coordinar cualquier tipo de ayuda.
Informémonos de las formas de poder hacerlo en http://www.caritas.org.pe/terreica_nota.htm o llamándolos para coordinar el inicio de nuestras campañas o para entregarles el producto de nuestras recolecciones. La hermandad así como la solidaridad nunca son demasiadas y siempre serán bienvenidas
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* Miguel Ángel Medrano Rojas es educador, miembro asociado de Servindi.
Comentarios
El primer dÃa se dedica a los muertos y los heridos; de hambre y sed no se muere nadie; el que tiene miedo que se vaya; el 95% de los damnificados están abastecidos. Palabras del Presidente.
El terremoto que sufrimos, ha demostrado que nuestra patria no está preparada para un desastre. Existe un protocolo de asistencia en casos de desastres: obtención, trasporte, almacenamiento y distribución de la ayuda. Existen comisiones encargadas del rescate de los muertos, de los heridos, distribución de insumos, búsqueda de sobrevivientes en los escombros; cuántos sobrevivientes se hubieran conseguido, sà inmediatamente del temblor se buscaban. Al sacerdote que lo rescataron con vida después de más de 24 horas logró sobrevivir porque tenÃa a Jesús y los santos de su lado. No sólo se ha improvisado sino no hay equidad en la distribución de insumos. Toda la ayuda se concentra para el sur; Pisco, Ica, Chincha y nuestros compatriotas de Huancavelica, especialmente de Castrovirreyna y Huaytará nada. En estos lugares andinos de cerca de 4000 metros de altura el sufrimiento es mayor; los que no murieron por el temblor están muriendo en silencio de frÃo de hambre y enfermedades por la indiferencia de las autoridades
Es deficiente también la seguridad del estado; las bases militares se incomunicaron por cerca del 6 horas, dicen porque se apagó la luz; pero no tienen servicios electrógenos de emergencia?; y el colapso de los teléfonos?.
No se da a conocer la ayuda que proporcionan todos los paÃses: Venezuela aportó con 30 toneladas de insumos y Cuba fue el primer paÃs que envió dos hospitales de campaña, cerca de 70 médicos, 30 enfermeras y material médico de última generación
No podemos ser ingratos por la ayuda que proporcionan, estos paÃses. Desde el Perú profundo: ¡Gracias pueblo venezolano y cubano por compartir tú pobreza con los más pobres Gracias
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