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Perú: No a la reelección en Perú, por Rodrigo Montoya Rojas

28 de noviembre de 2006. Desde que los alcaldes ganan sueldos y los regidores reciben dietas y hay más dinero del Estado para que los municipios realicen muchos proyectos de desarrollo el aparente interés por servir al pueblo se ha multiplicado. Tener un buen sueldo y disponer del dinero público son razones suficientes para que cualquiera sea candidato a una alcaldía.

Como el ejercicio de votar en elecciones municipales y políticas de modo continuo en Perú sólo tiene 25 años, la idea de ganar una elección todavía es entendida por los alcaldes de provincias y distritos como un privilegio para hacer lo que ellos y ellas buenamente quieran. La reelección se impone como una necesidad para tener el sueldo cuatro años más y para seguir disponiendo de los recursos públicos.

No hay una estadística disponible sobre el número de alcaldes que no terminan sus mandatos por ser acusados de robo, malversación de fondos y/ o abuso de autoridad, tampoco sabemos mucho sobre los votos golondrinos, esa peruanísima invención de oscuros personajes que para elegirse o reelegirse en muchos más distritos de los que podemos suponer pagan a ciudadanos para cambiar su residencia e ir a votar donde no viven. La práctica está ahí con excelentes perspectivas para el futuro pero a nadie se le ocurre poner el cascabel al gato.

Luego de las elecciones regionales y municipales del 19 de noviembre último, en las que los llamados partidos nacionales han sido ampliamente derrotados por candidatos de movimientos regionales, hemos visto numerosos hechos de violencia producidos por bandos que disputan las alcaldías. Acaban de morir dos personas más y habría que preguntarse cuántos muertos más se necesitan para que se analicen las causas de fondo y se adopten las soluciones adecuadas.

Uno de los problemas de fondo es el caudillismo de la política peruana. Los jefes de partido son, en realidad, dueños de hacienda. De la hacienda colonial, de la iglesia y del ejército surgieron los modelos autoritarios de la política republicana y del 99 % de partidos. Un caudillo jefe no deja que su partido avance colectivamente, no permite sombras, es el candidato único; sin él su partido se derrumba. Los llamados cuadros del partido están al servicio de los dirigentes del partido, no de la sociedad. Por eso en las elecciones regionales y municipales el electorado prefiere votar por personas independientes más competentes. Todo parecido de lo que acabo de decir con el Sr. Alan García no es obra del azar.

La independencia de las regiones respecto a los partidos del centralismo limeño parece saludable pero no hay pruebas suficientes de que en el inconsciente de un rebelde regional no anide un caudillo más de los que ya conocemos. Los modelos nacionales tienen plena vigencia, se reproducen en las regiones, departamentos, provincias y hasta en algunos distritos. Probablemente es en los caseríos, anexos y pagos donde la especie de caudillos no puede germinar.

Una solución real para este problema sería adoptar el principio universal de no reelección. Si no se reeligiese nunca al presidente de la república, los partidos estarían obligados a formar más dirigentes preparados para tomar las postas. Lo colectivo se impondría sobre los individuos, el partido sería más importante que sus dirigentes, el servicio a la sociedad pasaría a ser prioritaria.

Si no se reeligiese a los congresistas no tendríamos más esa especie de políticos corcho que para sobrevivir o flotar en política son capaces de navegar por todo tipo de aguas y de renunciar a todos sus principios. Los tránsfugas se reducirían sustantivamente y la renovación constante sería una virtud. Si no se reeligiesen a los alcaldes tal vez desaparezcan los golondrinos, no se podría acusar a nadie de servirse de los fondos municipales para reelegirse y no habrían batallas feroces entre bandos irreconciliables en disputa por la torta municipal. Si no se reeligiesen a rectores y decanos las universidades tendrían menos profesores burócratas y la rotación periódica sería una saludable práctica constante. Si no se reeligiesen los dirigentes sindicales y no fueran eternos los obispos, digo es un decir, viviríamos en un mundo políticamente más saludable.

Para que el principio universal de no reelección sea adoptado en el país haría falta un proyecto de ley y una mayoría del Congreso que lo adopte. Un paso de sólo cinco años por el Congreso iría en contra de los intereses de la más amplia mayoría de padres o madres de la patria para quienes hacer una carrera política como parlamentarios es una gran ilusión. Los presidentes en general buscan reelegirse para tener una segunda oportunidad, mejorar su imagen o continuar con una obra que podría quedar trunca. No tiene sentido alguno que quienes disponen del poder presidencial, parlamentario, regional o municipal se sirvan de él para reelegirse; peor aún si usan recursos públicos para satisfacer sus apetitos personales. El ciudadano japonés Alberto Fujimori y su siamés Vladimiro Montesinos son el ejemplo políticamente perfecto de esa doble corrupción.

El principio universal de no reelección es un punto central de una reforma del estado que el país necesita. Como el caudillismo es aún fuerte habrá que esperar otro momento político.¿Creen ustedes lectoras y lectores que hay algunos congresistas dispuestos a dar una batalla por la no reelección? No serán los defensores del caudillismo.

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Comentarios

Comparto la propuesta del hermano Rodrigo, pues las alcaldÃas y los gobiernos regionales e incluido el congreso nacional son mercancias que se ofertan al mejor postor en unos casos y en otros a advenedizos que no deletrean bien el problema polÃtico social de su localidad, menos lo nacional e internacional. La reelección debe ser anulada y en consecuencia debe impulsarse la CONVOCATORIA A LA SAMBLEA CONSTITUYENTE ORIGINARIA, para reordenar lo desordenado por más de 470 años de colonialismo externo e interno y sea el SOBERANO el que decida nuestro futuro.

ENTRE EL PODER Y LOS PROCESOS ELECTORALES, LA DEMOCRACIA ES EL PRETEXTO PARA AVALAR LAS SUPUESTAS LIBERTADES DE LA NACIÓN.LAS POBLACIONES DE TODOS LOS RINCONES ASISTEN A SUFRAGAR PORQUE SE CREE QUE EJERCEN SU DERECHO QUE EN SÃNTESIS Sà LO ES.
ESE DERECHO ES EL MAQUILLAJE PARA ASISTIR AL FONDO DE LA PRETENSIÓN DEMOCRÃTICA PERUANA QUE NO RESULTA ACCESIBLE A LOS HONDOS PROBLEMAS DEL PAÃS.

NUESTRO SUFRIDO PUEBLO DICE "OJALA HAGA ALGO".
ESA FRASE HIRIENTRE ES EL RESULTADO DE LA IGNORANCIA DE LO QUE EN EL FONDO SIGNIFICA ESTA PATRAÑA.
RODRIGO MONTOYA DICE QUE SON 25 AÑOS DEL EJERCICIO DEMOCRÃTICO EN PERÚ, Y ADVIERTE QUE LOS "GOLONDRINOS" ALGUNA VEZ HAN DE CREAR UN EVENTO CON CONSECUENCIAS DIFICILES DE DESCRIBIR.
EL PERÚ ES UN PAÃS QUE HA ENGENDRADO UNA CULTURA DE CORRUPCIÓN INALCANZABLE,TODOS US CANDIDATOS ACCEDEN A ESTOS PROCESOS IMAGINARIAMENTE, SU IDEAL ES EL ENRIQUECIMIENTO ILÃCITO.
LA POLÃTICA ES LA MERCANCÃA MODERNA DE LOS PERUANOS.EL 2011 SALDRÃN NUEVAS CARAS INTERESADAS EN "EL PUEBLO".

El comentario del Doctor Rodrigo MOntoya, tiene mucho de verdad. pero no es toda la verdad. Veamos el problema con calma y despacio, ¿no es cierto acaso de que el poder oligarquico y gamonal usufructuó el espacio polÃtico y del Estado, de manera "gratuita" durante´décadas? ¿es más honesto y se es más demócrata el no cobrar una dieta o estipendio por un cargo?
Es cierto , las elecciones son el festÃn de los polÃticos de nuevo cuño, que acaparan los votos y gobernan en nombre del pueblol, es inevitable porque es legal.
Se necesita dos mecanismos para controlar esa forma de "vivir del Estado", primero reducir las dietas al nivel de distrito, privincia o región y acorde con el sueldo mÃnimo y segundo (para mà el más importante) que funcione un sistema de revocatoria más eficiente que el que existe actualmente. Esto implica una participación más activa de la comunidad organizada y un interés por parte de los partidos polÃticos de democratizarse.

comparto plenemente la idea del rorigo montoya

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