Jean Carlos, su madre, Lupe, y su hermana en su hogar en San Juan de Miraflores / Foto: Elízabeth Hinostroza
Por Jonathan Hurtado
Servindi, 29 de enero, 2014.- A Jean Carlos Wamputsag le diagnosticaron osteocondroma en octubre del 2013. Hoy, gracias a la oportuna respuesta de un grupo de peruanos asentados en Alemania, el menor de 9 años, de padres awajún, puede jugar y hacer lo mismo que un niño de su edad.
El osteocondroma es un tipo de tumor compuesto de elementos óseos y cartilaginosos, y es también conocido como “tumor de hueso”.
En Jean Carlos la enfermedad se manifestó en un tumor de aproximadamente seis centímetros en su fémur derecho. Luego de visitar un hospital, Lupe Vásquez Tii, madre del menor, recibió la preocupante noticia: erradicar el mal tendría un costo de casi S/. 3 000, aproximadamente 1,100 dólares.
Para una mujer de escasos recursos y que sobrevive dedicando parte de su tiempo a tareas de alfabetización la cifra se convirtió en algo simplemente inalcanzable.
No obstante, una serie de pequeños acontecimientos ocurridos tras conocer el diagnóstico, obraron para que Jean Carlos, su madre y su hermana de seis años, pasen las fiestas de fin de año con mucho más que solo sonrisas.
Lupe y el joven estudiante
Cabe destacar que si bien el tumor que se halló en la pierna de Jean Carlos no representaba un peligro inmediato, las posibilidades de que reciba el adecuado tratamiento se reducen tomando en cuenta los reducidos medios económicos de los que dispone su familia.
Lupe, su madre, de origen awajún, apenas dispone de un pequeño espacio para ella y los dos menores en lo alto de un cerro en Pamplona Alta, distrito de San Juan de Miraflores, a donde no llegan los servicios básicos de agua, desagüe y luz.
Cadena solidaria
Una vez que Lupe escuchó de los médicos el nombre del mal que aquejaba al mayor de sus hijos, se empezó a forjar toda una cadena de ayuda. A través de una colaboradora nos enteramos de la situación de Jean Carlos.
Conscientes de que en algo podíamos ayudar, invitamos a nuestros lectores a facilitar ayuda para Lupe. La respuesta llegó de inmediato, solo unos días después de hacer la convocatoria -primera semana de noviembre-, una llamada telefónica desde Alemania aportó luz al hogar de Jean Carlos.
Se trataba de un grupo de músicos peruanos que integran la Asociación Cultural Latina "Chasqui", colectivo que apoya proyectos sociales en el Perú y en algunos países andinos. Ellos se comprometíeron a cubrir una parte del gasto de la operación del menor.
El siguiente paso fue ubicar a Lupe, a quien todavía no teníamos el placer de conocer. Para ello una voluntaria nuestra -Elizabeth Hinostroza- se trasladó hasta el lugar acompañado de un amigo estudiante de medicina.
Lupe visitó la oficina de Servindi donde expresó su profundo agradecimiento a la Asociación Cultural Latina "Chasqui". De izquierda a derecha: Elizabeth Hinostroza, Lupe Vásquez Tii, Jorge Agurto y Luz Galindo.
La presencia de este último fue clave, ya que al estar enterado de los procesos administrativos al interior de los nosocomios y de los obstáculos que crean los malos médicos alertó a Lupe, lo que permitió finalmente que el costo de la operación se redujera considerablemente.
Para cubrir los gastos se necesitaba una suma de S/. 3000 -1,500 por la operación y 1,500 por los injertos óseos post operatorios-, pero gracias a la ayuda del joven estudiante esta cantidad se redujo a apenas S/. 625.
La operación
La operación se realizó el 9 de diciembre en el Instituto Nacional de Salud del Niño. El costo fue cubierto por la madre con dinero de préstamos de familiares y conocidos.
Solo unos días después Rolando Esteban Naupari, representante Asociación Cultural Latina "Chasqui", a través de llamadas telefónicas, luego correos electrónicos y finalmente un depósito bancario concretizó la ayuda. La asociación corrió con todos los gastos.
De este modo, gracias a toda la ayuda prestada a la familia de Jean Carlos su recuperación fue total. Hoy, él ya no sufre de los malestares que antes lo aquejaban y no le permitían hacer con normalidad lo que un niño de su edad.
Lupe, llegó a Lima cuando tenía 12 años, hoy tiene 30, y siente que puede continuar con su vida con normalidad. Ella no vive con el padre de Jean Carlos quien la abandonó, pero sí con su actual pareja, padre de su menor hija.
Este año Jean Carlos volverá a la escuela, pasa a quinto grado de primaria. Historias como la de él se repiten en todas partes. Como señalamos, su vida no corría ningún peligro pero sí la calidad de la misma.
En esta ocasión la ayuda llegó de fuera, pero bien pudo haberse originado en cualquier otra parte. Historias como la de Jean Carlos genera que nos reafirmemos en que éstas deben ser difundidas y que la ayuda, tarde o temprano, siempre se hará presente.
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