Por Payo Pauch
25 de octubre, 2013.- En puertas de una nueva “Agenda de Desarrollo” de las Naciones Unidas (2015) que evalúe y sustituya los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”(2000), lamentablemente no se ha podido alcanzar la meta deseada de uno de los objetivos de vital importancia, el garantizar la sostenibilidad ambiental del planeta tierra. Tema sobre el cual haremos algunas reflexiones a nivel global y nacional.
Panorama global
Es evidente el progresivo deterioro ambiental producido por el mayor depredador de la tierra, el hombre, que ha causado el 50% del calentamiento climático del último siglo, por la excesiva emisión de los gases de efecto invernadero y la explotación desmesurada de la naturaleza. Teniendo que afrontar las consecuencias del cambio climático, que afecta a todo el mundo con sequías, inundaciones, grandes olas de calor, deshielo de los glaciares, aumento del nivel del mar, falta de agua entre otros.
A pesar de que uno de los principios de la sostenibilidad es no vivir a costa de las generaciones futuras, existe una nefasta situación global que los estudiosos denominan “REGLA 20/80”, consiste que los países del norte que representa el 20% de la población más rica del mundo, consumen aproximadamente el 80% de los recursos naturales del planeta. Es decir, los países ricos absorben el 85% de la renta mundial, el 75% de la energía total, el 75% de los metales, el 85% de las maderas etc. Por lo que el desarrollo de unos se ha hecho a costa del subdesarrollo de otros y de la apropiación de la riqueza de todos.
Siendo patente la contaminación de la biosfera a escalas y velocidades que ponen en peligro la convivencia mundial, el equilibrio biodinámico y la capacidad sustentable del ecosistema planetario.
Mientras exista este injusto orden mundial establecido, no habrá ninguna “fórmula mágica” para implantar estilos o modelos de desarrollo sostenible.
No obstante, existe un mayor convencimiento que uno de los requisitos básicos para garantizar la transición de la sostenibilidad ambiental, es mediante la reducción del consumo irracional en los países del norte. Se requiere un cambio en los estilos de vida de opulencia y derroche antes que el consumismo les consuma, y una redistribución equitativa de la riqueza hacia los países del sur.
Es imprescindible que los ricos vivan más simplemente, consumiendo menos y mejor, para que los pobres puedan simplemente vivir consumiendo más y mejor.
Es por tanto necesario, un replanteamiento estructural y no solamente declarativo de los esquemas de uso del medio ambiente, especialmente del consumo de los recursos naturales como el agua, la biodiversidad, la energía, la atmósfera entre otros.
Panorama nacional
El Perú es considerado como uno de los diez países megadiversos del mundo, por su riqueza y diversidad de recursos naturales; pero también se encuentra entre los diez países más vulnerables a los efectos del cambio climático (tercero en el mundo). Teniendo que afrontar serios desafíos como la pérdida del 40% de sus glaciares tropicales, los pasivos de la corriente El Niño, el 70% de su población en la costa (zona árida), deforestación etc.
Visto solamente como un almacén de materias primas, con un modelo primario exportador extractivista, alberga en su seno aproximadamente 11 millones de pobres (36% de pobreza multidimensional) y una creciente desigualdad social.
Resulta paradójico hablar de sostenibilidad ambiental, con una minería ilegal que arrasa sin misericordia la vida de los bosques y los ríos; con la gran minería asentada en cabeceras de cuenca, con extracción del mineral a tajo abierto, usando cianuro, mercurio. Lo cual no hace más que provocar enormes daños ecológicos difíciles de subsanar y serios conflictos sociales difíciles de superar, afectando la vida y la integridad territorial, social y cultural de los pueblos indígenas del país.
La historia nos recuerda que la minería en el Perú, no ha podido generar desarrollo sostenible para la población más pobre del país, pero sí riqueza para unos pocos. Es así que las regiones de Huancavelica y Cajamarca, jurisdicciones mineras explotadas durante décadas y en el presente por grandes corporaciones y empresas mineras, son las más pobres del país (Huancavelica 68.5% de pobreza, Cajamarca 67.8% de pobreza).
Por otro lado, con una agro exportación que beneficia a unos cuantos y agota el agua de muchos pueblos; el uso desordenado de los suelos y la falta de ordenamiento territorial; la sobre explotación de especies y recursos naturales; la pesca ilegal y depredación de la riqueza ictiológica; la deforestación y devastación de la amazonía por la expansión descontrolada extractivista: explotación petrolera, gasífera, minera, tala ilegal de madera, monocultivos etc. Siendo evidente la contaminación de suelos, aire, agua y la pérdida irremediable de nuestra biodiversidad, uno de los temas claves del desarrollo sostenible.
Por lo tanto, estamos bastante alejados de poder calificar de “sostenible” nuestro medio ambiente, menos aún nuestro desarrollo socioeconómico.
Solamente produciendo y consumiendo a menor costo ambiental, sin sobrepasar los límites que la naturaleza nos impone y con una redistribución equitativa de la riqueza, se podrá garantizar la transición de la sostenibilidad ambiental, social y económica del país.
Si deseamos un desarrollo sostenible, es necesario e impostergable una ESTRATEGIA NACIONAL DE SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL, un instrumento político que preserve, regule, garantice, y prevenga el uso adecuado y sostenible de los recursos naturales de manera participativa, sistemática y equitativa, sin afectar el medio ambiente y la necesidades de las futuras generaciones.
No es una maldición tener recursos naturales y energéticos como dicen algunos, es saber pensar que hacer, como, donde y para quién con ética y equidad social; tratando de alcanzar el equilibrio adecuado entre el techo ambiental y el piso socioeconómico del país.
“La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta” (Rabindranath Tagore).
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