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- Superan a los antiguos oligarcas "barones del azúcar".
Servindi, 27 de agosto, 2013.- La nueva edición del boletín del Observatorio Tierra y Derechos destaca cómo cuatro décadas después de la reforma agraria "han renacido los barones del azúcar, esta vez tienen más tierra que sus antecesores y seguramente tanto o más poder que ellos".
Actualmente las poco más de 120 mil hectáreas de tierras del azúcar se encuentran mayoritariamente en control del Grupo Gloria (Fam. Rodríguez Banda), Wong y Oviedo. Son estos tres consorcios "quienes llevan las riendas de los principales complejos azucareros del país".
El boletín explica cómo al finalizar la década de 1990 todas las cooperativas azucareras se habían transformado en sociedades anónimas y "el camino quedó despejado para que comience un nuevo proceso de concentración de la propiedad de los ingenios azucareros" que nos ha conducido a la situación actual.
El informativo proporciona una reflexión sobre la persistencia de la concentración de la tierra en los complejos azucareros de la costa. Asimismo, sobre los problemas no resueltos por la moratoria de transgénicos en el Perú.Como resultado de ese proceso,
El boletín es editado por el Programa de Acceso a Recursos Naturales del Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES) y se dedica al análisis de temas de actualidad que tienen un impacto en el derecho a la tierra rural y otros recursos vinculados a ella como el agua o los bosques.
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Renacen los barones del azúcar
- Haciendas, cooperativas y sociedades anónimas.
Los ingenios azucareros de la costa del Perú se remontan a la época colonial y desde entonces han estado bajo el dominio sucesivo de hacendados, cooperativas y sociedades anónimas. Salvo por el período de dominio de las cooperativas agrarias, el grueso de la historia de la tierra del azúcar se caracteriza por su tendencia hacia la concentración de la propiedad y el control de los ingenios en pocas manos.
El hecho de que este objetivo se haya alcanzado por la vía de la legalidad o convalidado con el paso del tiempo, no quiere decir que en todos los casos fue legítimo el proceder de sus promotores, al menos desde la óptica de quienes fueron despojados o forzados a vender sus tierras, o sometidos durante décadas a condiciones laborales injustas.
Las primeras haciendas azucareras surgieron a finales del siglo XVI, y al igual que la generalidad de haciendas virreinales, se constituyeron a partir de la apropiación de las tierras del incanato, de áreas que la despoblación indígena dejó abandonadas o por compra-ventas forzadas. Principalmente en los valles de la costa, pero también en algunas zonas de la sierra, ese conjunto de haciendas tuvo una producción de azúcar intensa, sostenida por una mano de obra tributaria, servil y esclava. Tres siglos después (XIX), la Independencia política del Perú no significó una transformación sustancial de la estructura agraria colonial.
La nueva élite criolla asumió el control y propiedad de la tierra hasta entonces en poder de los españoles, por adjudicación de la república del Perú o mediante compra-ventas. De modo que el latifundio agropecuario se afirmó como forma básica de explotación agraria.
Los barones del azúcar
Asentada principalmente en los valles de la costa, la nueva oligarquía terrateniente del azúcar estuvo integrada inicialmente por familias criollas como los Pardo, Aspíllaga y Orbegoso, y hacia finales del siglo XIX, también por capitalistas de origen extranjero como los Gildemeister, Larco y Grace.
Todos ellos disfrutaron de un estilo de vida aristocrático gracias al control territorial de sus haciendas y al trabajo esclavo o servil, primero de negros hasta que fueron manumitidos por Ramón Castilla en 1854, luego de migrantes coolíes chinos y, finalmente, de indios que bajo la modalidad del enganche eran víctimas de contratos leoninos (abusivos).
Con el paso de los años algunos terratenientes como los Gildemeister impulsaron un proceso de concentración de la propiedad rural, que los llevó a adquirir haciendas vecinas pero también a desplazar a pequeños agricultores, que ante la imposibilidad de acceder al agua de riego o participar de los consejos de regantes, se vieron obligados a transferirles sus parcelas.
Desgraciadamente, no hay información estadística a nivel nacional sobre el número total de pequeños propietarios y agricultores que perdieron sus tierras en manos de los barones del azúcar. Un estudio de Klarén (1976) da cuenta que sólo en el valle de Chicama se llegó a despojar de sus tierras a cerca de cinco mil familias de pequeños agricultores hasta las primeras tres décadas del siglo XX (1).
En todo caso, por obra de este proceso de concentración de tierras, hacia finales de la década de 1930, el paisaje de las haciendas azucareras más importantes del Perú resultaba fácilmente reconocible. (Ver infografía)
Expropiación y cooperativas
A lo largo de la primera mitad del siglo XX una serie de fenómenos internos y externos concurrieron al paulatino debilitamiento del sistema de dominación de la oligarquía terrateniente en general. Por una parte, la sindicalización acelerada del proletariado agrícola, que alcanzó a la mayoría de los núcleos de obreros de haciendas modernas como Casagrande o Cartavio, contribuyó a cuestionar el autoritarismo y paternalismo que tenían las relaciones laborales.
Por otra parte, principalmente en los valles cusqueños de La Convención y Lares, los arrendatarios de las haciendas apelaron a la fuerza para rechazar las obligaciones serviles a las que se hallaban sometidos y tomaron el control de la tierra. Finalmente, un gran frente de emergencia campesina, cuyos protagonistas fueron las comunidades indígenas, desató una ola de recuperación de sus antiguas propiedades, basándose muchas veces en títulos que databan de la época colonial, sobre todo en la sierra central, y entre 1963 y 1964 su influjo alcanzó distintas zonas del país, como Huánuco, Lima, Lambayeque, Huancavelica, Cajamarca, Ancash y Piura (Matos y Mejía, 1980).
Todos estos factores internos, sumados a un contexto internacional favorable producto de la Guerra Fría, la revolución cubana, el apoyo estadounidense y de organismos internacionales, desembocaron en la reforma agraria peruana cuya etapa más radical la condujo el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado (1969-1975), poniendo fin al prolongado período en que las haciendas tradicionales organizaban la sociedad y economía rural. Como resultado de la reforma agraria, las doce (12) principales haciendas azucareras fueron expropiadas y se transformaron en un tipo especial de Cooperativa Agraria de Producción (CAP), cuyo número de socios cooperativistas llegó a superar los 26 mil beneficiarios.
Reconcentración y sociedades anónimas
Al concluir la reforma agraria de los militares, el antiguo sistema de hacienda había sido reemplazado por una estructura cooperativa. Sin embargo, esta nueva estructura tuvo corta duración por una serie de razones tanto internas como externas. A nivel interno, la mayoría de cooperativas, desprovistas de personal técnico y gerencial, no pudo aplacar los intereses contradictorios al interior de su organización y menos enfrentar con éxito las políticas de gobierno que, apenas culminado el gobierno militar, impulsaban el desmontaje de todas las instituciones de la reforma agraria. Sumado a ello, factores externos como la aguda crisis económica que comenzó en 1975 y perduraría hasta inicios de la década de 1990, contribuyeron al fracaso de la cooperativización de las haciendas.
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En relación a las cooperativas azucareras, el gobierno de Alberto Fujimori (1990- 2000) aprobó medidas orientadas a su reconversión en sociedades, primero mediante el Decreto Legislativo Nº 653 que permitió la libre disponibilidad de las tierras de cultivo, y luego mediante el D.S. 018-91- AG que abrió la posibilidad del libre cambio de modelo empresarial. Ambas normas, sumadas a la aprobación de la Constitución de 1993 de corte neoliberal, propiciaron que un primer grupo de cooperativas azucareras como Chucarapi, San Jacinto, El Ingenio y Paramonga se transformaran en sociedades anónimas. Las cooperativas restantes tuvieron que adoptar el mismo modelo, luego de que el gobierno de Fujimori promulgara en 1996 el Decreto Legislativo Nº 802, permitiendo la capitalización de las deudas tributarias y laborales.
De modo que al finalizar la década de 1990 todas las cooperativas azucareras se habían transformado en sociedades anónimas y el Estado y los trabajadores aparecían como sus principales accionistas. El camino quedó despejado para que comience un nuevo proceso de concentración de la propiedad de los ingenios azucareros, esta vez vía transferencia de la participación accionaria del Estado y los trabajadores en favor de capitales privados. Como resultado de este proceso, actualmente las poco más de 120 mil hectáreas de tierras del azúcar se encuentran mayoritariamente en control del Grupo Gloria (Fam. Rodríguez Banda), Wong y Oviedo. Los tres, como accionistas o inversionistas principales, son quienes llevan las riendas de los principales complejos azucareros del país. Cuatro décadas después de la reforma agraria han renacido los barones del azúcar, esta vez tienen más tierra que sus antecesores y seguramente tanto o más poder que ellos.
Bibliografía
- EGUREN, Fernando (2006). Reforma agraria y desarrollo rural en el Perú. En Reforma agraria y desarrollo rural en la región andina. Lima: CEPES.
- GLAVE, Luis M. (2009). Propiedad de La tierra, agricultura y comercio, 1570-1700: el gran despojo. En Economía del Período Colonial Temprano Tomo Nº 2. Lima: BCR, IEP.
- KLARÉN, Peter (1976). Formación de las haciendas azucareras y orígenes del APRA. En Perú problema Nº 5. Lima: IEP.
- MATOS MAR, José y José M. Mejía (1980). La reforma agraria en el Perú. En Perú problema Nº 19. Lima: IEP.
Notas
(1) Décadas después, al finalizar la Primera Guerra Mundial, un nuevo cambio en el escenario acentuó la concentración de la tierra en el sector azucarero, tras la desaparición de la hacienda Roma en manos de Casagrande.
Comentarios
en la actualidad ¿Como
en la actualidad ¿Como ofrecen al mercado interno , la venta de azúcar de los grupos Oviedo Gloria y Wong ?. realiza una comparación de los complejos agroindustriales de inicio del siglo XX
Como ofrecen al mercado
Como ofrecen al mercado interno, la venta del azúcar los grupos Oviedo, Gloria y Wong.
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