Por Carola Pinchulef
Mapuexpress, 1 de marzo, 2012.- La decisión de regresar a su comunidad fue gatillada según nos explica Pascual Pichún: "Había un sentimiento latente que no podía pasar por alto, un tema de conciencia, la necesidad de aportar en algún sentido a esta lucha desde el lugar que me corresponde y no desde la distancia”.
El por qué decidir volver. Esa es la pregunta que muchos se hacen hoy y que pocos logran y quieren entender por más explicación que se les pueda dar. Tanto así que nadie asimila como alguien resuelve regresar después de permanecer siete años fuera del país, tiempo que muchos considerarían más que suficiente para haberse adaptado a la sociedad argentina y reinventado una nueva vida.
A tres semanas de su detención conversamos con Pascual en una visita a la cárcel de Traiguén, donde tratamos de averiguar el motivo de su retorno y posterior detención, le hablamos de las muestras de apoyo y las posibles estrategias para cobrar su libertad, entre otros temas.
Pascual Pichún Collonao, es un joven mapuche de 27 años, reconocido militante y comunicador del movimiento mapuche. Tiene un rol activo en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas. Actualmente, 2010, debía cursar cuarto año de la carrera de Periodismo en la Universidad Nacional de La Plata, donde se destacaba por su buen rendimiento y férreo compromiso con la labor que exige la profesión en esta sociedad hoy en día.
Además, forma parte del equipo de redactores del periódico mapuche Azkintuwe, medio en cual firma sus artículos con el nombre de Manuel Lonkopan e integra el equipo del programa radial La Flecha de la ciudad de La Plata que trasmite Radio Estación Sur. A ello se suma su reciente incorporación como encargado de la página web informativa “Encuentro de Comunicadores Indígenas de Argentina”.
La situación de Pascual no ha sido color de rosa como algunos quieren pensar, el hecho de haber logrado salir del país sin que agentes de seguridad del Estado chileno pudieran detectar su salida del territorio, no implicaba seguridad emocional para soportar estos largos años de destierro. Vivir el autoexilio obligado, para nadie resulta fácil ni mucho menos asumirlo como tal, más aún sí se piensa que al momento de determinar su salida él sólo tenía 20 años y jamás pensó en alejarse tan violentamente de su lugar de origen.
El irse teniendo que evadir una condena injusta que involucró intereses forestales, significó un duro golpe en su vida. Tanto Pascual como Rafael Pichún, su hermano, constituyen uno de los casos emblemáticos de persecución judicial y política por parte del Estado chileno en el mal llamado “conflicto mapuche”. Ambos fueron acusados el 2002 de incendiar un camión forestal en las cercanías de su comunidad, Antonio Ñirripil, de Temulemu, en la comuna de Traiguén. Pese a que negaron tajantemente su participación en los hechos que se les imputaban y al no existir pruebas concretas que acreditaran la intervención de los hermanos, fueron de igual modo condenados por la justicia a cinco años de cárcel por el Tribunal Oral en lo Penal de Angol. Y como es costumbre en causas que involucra a comuneros mapuche, que se oponen al avance de las empresas forestales en sus territorios, el proceso estuvo plagado de irregularidades. Siendo esta última jugada la coronación del proceso judicial para calificarlos como autores del delito de incendio en el que resultó destruido un camión forestal que prestaba servicios al Fundo Nancahue, de propiedad del abogado, latifundista y ex ministro de estado de Patricio Aylwin, Juan Agustín Figueroa Yávar.
Es así que a fines del año 2003, Pascual y Rafael fueron declarados “prófugos” por la justicia chilena y se dictó órdenes de búsqueda y captura inmediata. Disposición que obligó a Rafael a cumplir condena en prisión, mientras que Pascual optó por cruzar la frontera para solicitar refugio político en Argentina.
Pero no sólo los hermanos Pichún han sido víctimas de una severa persecución judicial y política sino también otros miembros de su familia, entre ellos su padre un reconocido lonko de la comunidad, Pascual Pichún Paillalao, se han visto envueltos en esta casería comandada por ese entonces Presidente Ricardo Lagos. No por nada este ex mandatario se ganó el apodo de ser “el padre de la criminalización mapuche”
La experiencia de privación de libertad de su padre y hermano sumado a su repentina lejanía para no ser víctima de la misma persecución política, no significó una de las mejores pruebas que este joven comunicador mapuche debió afrontar estos últimos años en un país que no era el suyo. Al referirse a este tema Pascual no duda en señalar lo complicado del proceso que debió afrontar, el hecho de tener que vivir el autoexilio no es fácil, alejarse de la familia, de la comunidad y del país no es algo que se lo hubiera planteado. Este último año lo calificó como el más complejo de todos, pasó por una fuerte crisis existencial que ya no le encontraba sentido el permanecer en Argentina pese a estar estudiando una carrera profesional, el estar desarrollándose como comunicador y futuro periodista y tener varios proyectos a futuro. Nada de ello era suficiente para él, sentía la necesidad de saber y vivir lo que estaba sucediendo acá, de experimentar en carne propia los procesos que se venían sucediendo en su comunidad.
“Había un sentimiento latente que no podía pasar por alto, un tema de conciencia, la necesidad de aportar en algún sentido a esta lucha desde el lugar que me corresponde y no desde la distancia”. Sí bien en Argentina existe instancias de reivindicación, son otros los procesos que se viven allá argumentando: “Con esto no quiere decir que no me identifico con la lucha que se da en Puelmapu (Argentina), el tema es que no me sentía tan comprometido como pudiera sentirme con la situación de demanda que vive el pueblo mapuche en Chile”.
Aunque la meta inicial para volver al país era terminar sus estudios de Periodismo, que inició en la Universidad Nacional de La Plata, con el correr del tiempo la situación se volvía cada año más dificultosa, señalando: “Fueron siete años muy duros en términos afectivos, emocionales y sobre todo en el plano familiar. Esto último acabó por convencerme que debía regresar, y con ello dar por cerrado un ciclo y a la vez sentía que debía darle un giro a mi vida”.
El día de la detención
Llevaba una semana en el país, antes de su detención, tiempo que estuvo refugiado en su comunidad en Temulemu de la comuna de Traiguén, según nos relata Pascual fueron días tranquilos que aprovechó para compartir con el círculo más cercano de la familia. Sin embargo, lograron percatarse de movimientos y la presencia de personas extrañas en las cercanías del lugar, pese a ello no significó mayor riesgo su estadía en el sector. Por lo que decidieron días posteriores bajar a Temuco con su hermano Rafael, con la idea de adquirir una manta (makuñ) para Pascual. Se venía la celebración del gijatun en la comunidad y como no contaba con su makuñ optaron ir por uno al mercado de Temuco.
Fue en ese momento, al salir del mercado en pleno centro de Temuco que dos carabineros se acercaron directo a detenerlo. No fue un control de identidad rutinario como quisieron hacer ver, con esto se descarta automáticamente la hipótesis de que su detención se realizó mientras Pascual participaba de una manifestación en las afueras de la Subdirección Nacional Sur de CONADI en dicha ciudad. Según nos relata: “Personal de la policía llegó directo a mí”. No obstante, era una situación para la cual estaba preparado, porque sabía que algo así podía suceder en cualquier momento, por la misma razón guardaba consigo la cédula de identidad de su hermano Rafael. En el caso de necesitar identificarme ante carabineros, tenía claro que es lo que debía hacer.
El escenario vivido por los hermanos Pichún ese viernes 26 de febrero según nos precisa Pascual fue el siguiente; “se acercaron directo a mí dos carabineros de servicio cuando salía del mercado, y la primera reacción de ellos fue llamarme Pascual, seguido solicitaron mi identificación y les facilité el carnet que portaba. Ellos lo miraban y me miraban a mí y no se convencían de que yo era Rafael. Tanto así, que en reiteradas ocasiones mientras me interrogaban se referían a mi llamándome Pascual con la idea de que reconociera de que era Pascual y no Rafael como les quise hacer entender. Con ese diálogo estuvimos por horas en la 2ª Comisaría de Temuco, hasta que llegó personal de criminalística quien realizó la verificación de huellas dactilares y determinó finalmente que yo sí era Pascual”.
A esas alturas ya no había nada que hacer, sólo reconocer quien era. Pese a la compleja situación en la que se encontraba, siempre se mantuvo tranquilo y muy firme en sus declaraciones, según nos relata el comunicador.
En un escenario tan complejo para un denominado “prófugo” de la justicia chilena, era de esperarse que algo así pudiera ocurrir. Tanto así que al tomar la decisión de volver, Pascual lo hace asumiendo todos los riesgos que ello significaba, como el ser detenido una vez que cruzara la frontera o en cualquier momento o lugar. Dejando en claro que su intención jamás fue mantenerse oculto, sí decidió retornar era con la idea de poder transitar tranquilo, por lo mismo jamás asumió el hecho de ser tildado como un prófugo de la justicia.
La solidaridad anula fronteras
Una vez que la detención de Pascual Pichún fue noticia en los medios alternativos y circuló por todas la redes mapuche, despertó de inmediato las muestra de solidaridad en ambos lados de la cordillera. Los numerosos gestos de apoyo desde Argentina no se hicieron esperar surgiendo iniciativas en plataformas virtuales como facebook, en donde se creo el grupo “Pascual Pichún estamos con vos”, para solicitar adhesiones las que ya suman cerca de mil 500. A ello se integra la creación del blogs http://pascuallibre.blogspot.com/ el que hasta la fecha cuenta con alrededor de 4 mil visitas.
Al comentarle a Pascual los gestos de solidaridad que generó su situación se muestra sorprendido, guardando unos minutos de silencio, (…) Pascual contra pregunta ¿es mucho el apoyo? Sin poder dimensionar las demostraciones de cariño que despertó su detención en Chile, lo sorprende porque no se esperaba que después de tantos años fuera, su regreso y posterior prisión generara tal revuelo. Pese a sentirse agradecido por el apoyo que está recibiendo, hace hincapié que más que un respaldo hacía él, lo que espera es que exista una real toma de conciencia de la situación que enfrenta el pueblo mapuche hoy en día. Más allá de su caso en particular él espera que exista un compromiso efectivo, no tan sólo desde la sociedad civil sino también desde el mismo movimiento mapuche con el pueblo en su conjunto.
Lo que sí reconoce y que no le sorprendió saber, fue el respaldo generado desde Argentina porque de alguna forma se lo esperaba, los lazos de amistad y compañerismo que logró establecer durante su estadía en el vecino país eran su carta más segura. Lo que jamás pasó por su cabeza es que se estableciera una especie de coordinación desde ambos lados de la cordillera para lograr su libertad.
Hoy Pascual Pichún se encuentra recluido en la cárcel de Traiguén, cumpliendo condena, de cinco años, por un caso ya juzgado. Según el abogado del Observatorio Ciudadano, Ernando Silva, mientras no se pueda acceder al expediente no pueden tomarse medidas en términos de su condena y las posibles salidas administrativas a las que pudiera acogerse, ya que no existe claridad de la situación actual de Pichún. No obstante, no se descarta la posibilidad de solicitar por medio del abogado que lleve el caso la prescripción parcial de la pena para lograr su libertad.
En el caso se ser acogida la petición de prescripción parcial, este joven comunicador no desecha la intención de volver a Argentina. Aunque en estos momentos le resulte difícil pensar en esta posibilidad, argumentando que aunque no lo descarta tampoco podría asegurarlo. “Soy una persona que necesita estar en movimiento, sí volviera no sé sí lo haría para quedarme”. Fueron siete años de exilio, un tiempo no menor y que sirvió para establecer lazos de amistad, afecto y comprometerse con causas comunes, como es la lucha del movimiento indígenas en Argentina.
Sí bien no existen puntos de comparación entre la persecución que puedan sufrir algunos integrantes del pueblo mapuche por parte de los Estados tanto en Chile como en Argentina. Es posible apreciar que el clima de hostigamiento en Argentina en términos de lucha, no llega al grado de tensión generado en Chile, desde el punto de vista de la criminalización y judicialización que debe enfrentar el movimiento mapuche por la exigencia de sus derechos y reivindicación de sus territorios ante el gobierno. Según la percepción de Pascual en el país vecino existe más apertura desde el Estado para tratar los temas relacionados con los pueblos indígenas que habitan la región, además de contar con un ambiente de solidaridad desde los más variados sectores de la sociedad argentina que no dudan en ir en apoyo con los movimientos indígenas del país.
En cambio en Chile el escenario es muy distinto; “acá no existe un real compromiso social, pareciera que la sociedad chilena quedó moldeada al sistema dictatorial y les cuesta desmarcarse de esa parte de la historia. Sin embargo, no se puede ignorar que día a día son más los mapuche que adquieren un grado de conciencia, de convicción y buscan comprometerse con esta lucha. “El que sean jóvenes los que asuman y toman conciencia de lo que significa ser parte del pueblo mapuche más allá de llevar un apellido no deja de ser gratificante”, enfatiza Pichún.
Pese a asumir las consecuencias que acarreó su reingreso al país este joven comunicador mapuche, no deja de sentir desconfianza por seguir siendo perseguido en un futuro por ser quien es. Más que miedo es preocupación la que él siente. “Mal que mal la cárcel es difícil, no es una escuela como se dice responsablemente por ahí. Mi aprensión parte por no poder realizarme como persona en el ámbito profesional, laboral y familiar”. El no tener pareja, en estos momento, es de gran ayuda porque no hay familia de por medio, sí la hubiera señala que habría pensando mejor la posibilidad de volver. Sin embargo, es de los que piensan que se deben tomar todos los caminos que se presentan en la vida, tanto así que las decisiones que elige la hace por lo que siente, piensa y cree. Siempre con la idea de ser un aporte, pensando en un futuro para no lamentarse ni mucho menos avergonzarse de no haberse comprometido cuando tuvo la oportunidad.
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Fuente: Mapuexpress: http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=5396
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