Por Roberto Salomón*
Prensa Latina, 19 de febrero, 2012.- Hay en el mundo actual una confrontación entre dos modelos de agricultura: el convencional y el agroecológico, ambos con rumbos y fines diferentes.
El primero representa las a zonas rurales, con árboles, campesinos, familias y comunidades que trabajan con la biodiversidad y producen alimentos sanos para poblaciones locales y nacionales, según Peter Rosset, experto e investigador de Vía Campesina, alianza global de organizaciones agrarias.
En entrevista con Prensa Latina, el especialista expuso que la agroecología es considerada por muchos la ciencia que estudia e intenta explicar el funcionamiento de las agroecosistemas.
Para otros, agrega, el término alude los principios -y no recetas- de prácticas agronómicas que permiten producir alimentos y fibras sin agrotóxicos.
"En ello las semillas son fundamentales, pero me refiero a las simientes criollas, que es necesario mejorarlas y conservarlas, y son las más adaptadas a cada realidad local", sostiene.
Algunos antecedentes
De acuerdo con expertos, el uso contemporáneo de la palabra agroecología data de los años 70 de la anterior centuria, pero la ciencia y la práctica de esta disciplina son tan antiguas como los orígenes de la agricultura.
Lo anterior quiere decir que existe una experiencia acumulada y una herencia agrícola con una visión más amplia, holística e integradora, que solo recientemente comenzó a tenerse en cuenta.
La percepción de que era posible aprender de los sistemas agrícolas tradicionales de los países en desarrollo, hizo que unos 10 años más tarde se despertara el interés en su estudio.
Tiene lugar entonces el redescubrimiento de conocimientos y técnicas ensayadas y practicadas por muchas culturas durante años, lo que permitió que fueran identificadas como verdaderos ejemplos de agroecosistemas manejados con base agroecológica.
Los especialistas coinciden en que el saber resultante de todo ello contribuyó a la construcción del cuerpo de conocimientos teóricos y prácticos que sustentan hoy la ciencia de la Agroecología.
En América Latina el pensamiento sobre ese ámbito emergió a la sazón del contexto de las luchas de organizaciones campesinas, de las críticas realizadas por técnicos y académicos al modelo de agricultura industrial, y del desarrollo creciente de una conciencia pública ambiental.
"En los últimos cinco años el movimiento relacionado con esa disciplina ha crecido mucho a nivel internacional", asevera Rosset, quien comenta: "Hace una década pensábamos en el modelo convencional, pero hoy el análisis es diferente".
Conflicto con el agronegocio
"Pensamos que el agronegocio es uno de los principales responsables de la crisis alimentaria mundial, por introducir fondos especulativos en la producción y promover modelos que degradan los suelos, generan resistencia a los propios plaguicidas y finalmente erosionan la capacidad productiva de los agroecosistemas, todo con el interés de ganancias a corto plazo" |
El conocido investigador de Vía Campesina considera que el agronegocio representa el afán desmedido de las multinacionales por alcanzar colosales ganancias a partir del dominio de investigaciones, tecnologías, producción y mercado de insumos y semillas para la agricultura.
"Se trata de un paradigma que suscita creciente oposición en el orbe por sus efectos nocivos para el medio ambiente, y promueve los monocultivos extensivos e industrializados, con el uso de cantidades enormes de agrotóxicos y productos químicos (fertilizantes y herbicidas), los cuales dañan el ecosistema", añade.
"Además, despierta no sólo la ira de ecologistas, que lo acusan de afectar el agrosistema, sino sobre todo de los pequeños campesinos, quienes se ven desplazados de sus tierras y arruinados por esa práctica", explica Rosset, una autoridad en esta materia.
En efecto, las 10 compañías más productoras de semillas controlan hoy más del 60 por ciento del volumen mundial, un mercado que comprende decenas de miles de millones de dólares anualmente.
Tan sólo Estados Unidos, primer exportador de simientes, alcanza ventas estimadas en más de mil millones de dólares.
En las últimas décadas el mercado de semillas se ha triplicado y, además de Estados Unidos, figuran entre los principales productores China, Francia, Japón, Brasil, India y Alemania.
Es una agricultura sin biodiversidad, para el mayor provecho de las corporaciones y las transnacionales, y rebasa el ámbito agrícola e invade el económico, social y cultural, y hasta afectivo de la sociedad humana.
"Pensamos que el agronegocio es uno de los principales responsables de la crisis alimentaria mundial, por introducir fondos especulativos en la producción y promover modelos que degradan los suelos, generan resistencia a los propios plaguicidas y finalmente erosionan la capacidad productiva de los agroecosistemas, todo con el interés de ganancias a corto plazo", declara.
"Es importante revertir esos procesos de destrucción, y eso se logra sacando a las empresas transnacionales y a los fondos especulativos de la producción de alimentos".
"Si dependemos de los plaguicidas químicos y las semillas de las transnacionales", acota el experto, "estamos trayendo el enemigo a la casa, a la parcela e introducimos con ello la destrucción económica de los suelos, la pérdida de nuestras tierras y nuestra ruina. Por ello, rechazamos el agronegocio y practicamos una agricultura sostenible, agroecológica y diversificada", resume.
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*Roberto Salomón es periodista de la Redacción de Economía de Prensa Latina.
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Fuente: Prensa Latina: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=479281&Itemid=1
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