Por Raúl Barreno Castillo
6 de febrero, 2012.- El mayor temor de Guadalupe Oxlaj, una joven mujer de San Francisco El Alto, Municipalidad de Totonicapán, a 200 kilómetros de la capital del país, es que su hija Sara vaya a la escuela.
Sara está lista para iniciar el camino por la educación primaria. Sin embargo, a Oxlaj le preocupa que su pequeña de seis años no hable español, sino sólo quiché, uno de los 22 idiomas mayas que se hablan en el país.
Pese al temor, en el fondo Oxlaj sabe que es su deber incluirla en el presente ciclo, y espera que el maestro que le enseñe hable quiché como complemento para traducirle algunas palabras.
De los 100 mil maestros en todo Guatemala, solo 30 mil hablan algún idioma maya, según el Ministerio de Educación, MINEDUC, el que solo destina un uno por ciento del total de mil millones de quetzales (US$128 millones) de presupuesto a la educación bilingüe.
La Academia de Lenguas Mayas señala que cerca de siete millones de los más de 14 millones de habitantes en el país son maya-hablantes.
Los idiomas mayas predominantes son el quiché, mam y kakchiquel, hablados en el altiplano occidental del país, donde la desnutrición y la pobreza son problemas comunes, según el subdirector técnico de educación bilingüe del MINEDUC, Lucas Villagrez.
El queqchí es otro idioma dominante, que se habla en los departamentos de Alta y Baja Verapaz, sector que se ha visto invadido por las actividades narcotraficantes de Los Zetas.
Según Villagrez, pese a que más del 51% de la población habla un idioma maya, la educación es mayoritariamente en castellano, lo cual a su juicio presenta altos niveles de dificultad para los alumnos que no saben comunicarse en esa lengua.
“Es un asunto histórico que merece la pena cambiar radicalmente. Con la creación de nuevas carreras, como la de magisterio bilingüe multicultural, los jóvenes maya-hablantes, tienen una nueva oportunidad y dejar por un lado la discriminación”, asegura Villagrez.
Jóvenes con muchos sueños
Elías Sacalxot tiene 17 años y es originario de una comunidad quiché del municipio de Cantel, Quetzaltenango, ubicado a 200 kilómetros de la capital guatemalteca. Actualmente estudia el quinto grado de magisterio bilingüe intercultural.
Su sueño es graduarse de maestro bilingüe, curso que toma tres años en completar, y regresar a su comunidad para ayudar a otros niños en su educación.
“Quiero trabajar de maestro y continuar la universidad. Pero sobre todo, quiero que mis paisanos aprendan en nuestro idioma materno y el español, porque es más fácil”, asegura Sacalxot, quien debe recorrer 20 kilómetros para llegar a la Escuela Normal Bilingüe Intercultural, ENBI, de esa localidad del altiplano guatemalteco.
Al igual que Sacalxot, Rosemary González, otra estudiante quiché de 16 años, asegura que se prepara como maestra para compartir sus conocimientos.
“Quiero que el resto de niños o niñas quichés abran su mente y dejen el temor de ser discriminados por hablar algún idioma maya en las escuelas a donde asisten”, señala.
Para la directora de la ENBI de Cantel, Salomé Huinac, dice que aquellos que hablan solo un idioma maya quieren aprender español, para integrarse de mejor forma a la sociedad.
“Cuando yo era estudiante, e inicié mi educación, hace 30 años, el maestro que me impartía clases solo hablaba español. La obligación era aprender en castellano, y no podíamos comunicarnos en quiché. Era muy difícil comprenderle. Ni siquiera comprendía cuando me pedía que botara la basura en un recipiente”, asegura Huinac.
Al igual que Huinac, Villagrez, quien es bilingüe mam-español, asegura que cuando comenzó a estudiar en la aldea Duraznales, del municipio guatemalteco de Concepción Chiquirichapa, no entendía en español más que los buenos días y buenas tardes.
“Es frustrante que la educación sea impuesta, que nos enseñen en un idioma que no es el nuestro. El Estado debería dejar por un lado la historia colonial, y comenzar a ayudar a las comunidades indígenas a través de la educación en los dos idiomas”, señala Huinac.
Ambos profesionales señalan que el objetivo es lograr “el paralelismo de los idiomas”, y así hacer más fácil la enseñanza-aprendizaje.
“No hablamos de hablar o escribir solo en un idioma maya, sino mantenerlo vivo y que sirva de desarrollo para las comunidades indígenas del país. Está claro que el español es universal, y sirve para el futuro de los menores, pero es necesario que los idiomas se mantengan vivos”, dice Huinac.
Para Huinac, que hoy existan en el país 18 escuelas normales bilingües es un gran avance, pero sentencia, “se necesita mucho más, porque más de la mitad de la población guatemalteca se reparten hablar en 22 idiomas mayas”.
Huinac explica que en los ocho años que lleva de funcionar la escuela, han formado al menos a 120 maestros que hablan los dos idiomas, y quienes, según la directora, han hallado un puesto de trabajo digno, no sólo en escuelas públicas y colegios privados, sino en empresas privadas y de organismos internacionales.
“Yo, que fui discriminada por el idioma, y castellanizada a la fuerza, espero que algún día, la educación bilingüe, rinda sus frutos y podamos, nosotros los mayas, volver a tener el mismo nivel de análisis y comprensión que nuestros abuelos, y en el mismo idioma”, apuntó.
Los retos
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la educación bilingüe es la actitud de los padres de familia, quienes aseguran que el temor a ser discriminados los hace desconfiar de educar a sus hijos en español y un idioma indígena.
Rafael Tzoc, director de una escuela en la aldea Tacajalvé, Totonicapán, asegura que los padres de familia muchas veces se molestan cuando los maestros son bilingües, ya que temen que sus hijos se apeguen demasiado a su lengua original.
“[Los padres] insisten en que quieren que aprendan en español, porque el municipio, que se caracteriza por su comercio de ropa en toda Centroamérica y México, es referente para negociar y el idioma que usan es el español”, señala.
Tzoc señala que los idiomas mayas, el quiché en este caso, se usan como una forma de ayuda para que los menores pierdan el miedo de hablar ante los maestros.
Esperanza Hernández, una maestra bilingüe graduada en la Escuela Normal Rural de Occidente, ENRO, con sede en Sololá, señala que la enseñanza en los idiomas indígenas se hace necesaria, pero muchas veces los padres se oponen a que se hable.
“Es indudable que muchos niños, entre 4 y 5 años, sólo hablan el idioma quiché, se comunican en él entre sí, en la escuela, en el mercado, en la casa, pero en las aulas, ya no quieren usarlo”, expresa.
Villagrez puntualiza en que se debe crear una política lingüística y debe ser prioridad para el Estado la educación en español y un idioma maya.
“Seguir escondiendo que acá se hablan diversos idiomas, es como esconder el traje, las tradiciones y las costumbres, y eso es seguir relegados como en la colonia”, concluye.
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Fuente: Portal informativo de Inforsuurhoy: http://infosurhoy.com/cocoon/saii/mobile/es/features/saii/features/main/2012/02/01/feature-01
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