Por Winnie Overbeek*
Un nuevo ciclo de expansión: plantaciones para carbono y biomasa
22 de nviembre, 2011.- En el contexto de los esfuerzos que realiza Brasil para convertirse en una potencia económica mundial, el Secretario de Asuntos Estratégicos del nuevo gobierno de la presidenta Dilma Roussef ha publicado un nuevo informe al cual tuvieron acceso los medios brasileños en marzo de este año.
El informe anunciaba que la nueva política gubernamental consistía en duplicar el área destinada a plantaciones de árboles hasta llegar a 15 millones de hectáreas, haciendo pasar de 7.000 a 25.000 millones de dólares la participación del país en el mercado. Mientras el primer ciclo de expansión se refería especialmente a la producción de celulosa y papel, esta vez el gobierno apunta a expandir las plantaciones para otros fines. El problema más urgente es que para lograr ese objetivo se necesitan miles de millones en subsidios, más de lo que el gobierno está dispuesto a aportar.
En ese sentido, la atención internacional que concita la crisis climática permite al sector empresarial y al gobierno presentar bajo un ángulo diferente la necesidad de subsidios, especialmente para plantaciones “renovables” de carbono, que sin embargo aportan dudosos beneficios climáticos.
Por ejemplo, en el estado de Minas Gerais la compañía Plantar fue una de las primeras en ofrecer créditos de carbono a través de un proyecto MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio) basado en plantaciones renovables de eucaliptos que, irónicamente, están destinados a ser quemados, con lo cual devolverán a la atmósfera todo el CO2 que habían almacenado. El carbón resultante es la fuente de energía de la fundición de hierro de Plantar.
Otro ejemplo es el de las empresas Fibria y Suzano Papel e Celulose, que piensan vender créditos de carbono gracias al carbono almacenado en sus plantaciones, por intermedio del Chicago Climate Exchange (CCX), un sistema bursátil para comercializar créditos de carbono, fundado en 2003.
Una vez más, este mecanismo se refiere a los depósitos temporarios de carbono, y no a los permanentes, que es lo que se necesita para combatir la crisis climática. El gobierno brasileño también ha intentado obtener subsidios por medio de un nuevo instrumento aprobado a nivel de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), llamado “bosques en extinción”. Este instrumento permitiría que las viejas plantaciones de árboles recibieran dinero del mercado de carbono para que pudiesen ser replantadas.
Una de las últimas novedades es el proyecto de Suzano Papel e Celulose de realizar grandes plantaciones de eucaliptos para producir biomasa de madera en el nordeste de Brasil. Suzano es una empresa privada que funciona desde hace 85 años. Es el segundo productor de pasta de madera del mundo, con cinco fábricas de celulosa en Brasil, ubicadas en los estados de San Pablo y Bahía, que produjeron en 2008 2,7 millones de toneladas de pasta y papel.
Hoy en día controla 722.000 hectáreas de tierra donde hay 324.000 hectáreas de plantaciones de eucaliptos, en los estados de Bahía, San Pablo, Espíritu Santo, Minas Gerais, Tocantins y Maranhao. La empresa tiene el ambicioso plan de llevar a 7,2 millones de toneladas su producción de pasta para papel, por medio de tres nuevos complejos industriales: uno en cada uno de los estados de Maranhao y Piauí, y el tercero en un lugar aún no especificado.
Las plantaciones para biomasa de Suzano
Suzano tiene planes aún más ambiciosos: invertir en un nuevo tipo de plantaciones, las plantaciones para biomasa. Para lograrlo, el Grupo Suzano creó, a mediados de 2010, una nueva empresa llamada Suzano Energia Renovável (Suzano Energía Renovable). La inversión propuesta es de 1.300 millones de dólares e incluye cinco unidades de producción de pellets de madera, con una capacidad de producción total de 5 millones de toneladas de ese combustible de biomasa.
La primera etapa consiste en adquirir tierras y construir tres unidades de producción de pellets de un millón de toneladas cada una, las cuales empezarían a funcionar en 2013. Suzano espera lograr un ingreso líquido de 500 millones de dólares en 2014, y ya ha asegurado contratos de venta por 2,7 millones de toneladas. En agosto de 2010, Suzano y la empresa británica MGT Power Ltd firmaron una carta de intención en ese sentido.
No se ha publicado información alguna sobre la ubicación exacta que tendrán esas plantaciones para biomasa en el Nordeste de Brasil, ni sobre la cantidad de hectáreas que será necesaria; sin embargo, en 2009 se realizaron plantaciones de prueba de eucaliptos y acacias en Piauí y Maranhao. El director de la compañía, André Dorf, declaró en 2010: “ya hemos realizado la prospección de las tierras y el proceso de adquisición continuará este año”, y afirmó también que el Nordeste “(...) tiene nuestra preferencia debido a la proximidad de importantes puertos que facilitan el flujo de la producción, dado que nuestro objetivo es aprovisionar el continente europeo”.
Las plantaciones para biomasa son muy diferentes de las plantaciones para la producción de celulosa. El ciclo de rotación es de dos o tres años, en lugar de los siete años habituales, y la densidad de la plantación es mayor. Contrariamente a las plantaciones para la producción de pasta y papel, que requieren un máximo de celulosa y un mínimo de lignina (el “adhesivo” del árbol), las plantaciones para fines energéticos requieren un máximo de lignina. Según el director André Dorf, se necesitan unas 30.000 hectáreas para producir un millón de toneladas de pellets de madera. Considerando que Suzano pretende producir 5 millones de pellets por año, necesitará un total de 150.000 hectáreas de tierra.
La adquisición de tierras para la plantación de eucaliptos para celulosa ya está provocando problemas en el Nordeste de Brasil. En esa región, por ejemplo, las comunidades quilombolas siguen peleando para que sean reconocidos sus derechos sobre sus territorios tradicionales. Inaldo Serejo, coordinador de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) de Maranhao, afirma en una entrevista que “se está produciendo una expansión en Maranhao; por ejemplo, compañías como Suzano Papel e Celulose han estado comprando inmensas extensiones de tierras, hoy ocupadas por comunidades tradicionales, para plantar eucaliptos”. Por consiguiente, cabe suponer que los problemas aumentarán con la expansión de las nuevas plantaciones para biomasa.
La resistencia al monocultivo para biomasa en Brasil
El Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), uno de los principales movimientos campesinos del Nordeste de Brasil, y los miembros de La Vía Campesina Brasil, luchan desde hace años contra la expansión de los monocultivos de árboles, realizando manifestaciones y otras acciones de protesta. Raul Krauser, de la coordinación nacional del MPA, explica las razones de esa resistencia: “La expansión de los monocultivos de eucaliptos ya ha acumulado una lista de impactos sobre las vidas de los campesinos: adquisición de grandes campos improductivos que deberían ser destinados a la reforma agraria; aumento del precio de la tierra en toda la región; las compañías están rodeando a las comunidades campesinas y las presionan para que vendan sus tierras; las familias tienen miedo de quedar aisladas en una zona de plantaciones y, debido a la persecución de las empresas y las élites locales, venden sus tierras; las economías locales empeoran, aumentan el hambre, la violencia y el deterioro social; las organizaciones que se oponen a esta expansión son criminalizadas por las empresas y por el ‘Estado brasileño', que les da subsidios, incentivos fiscales, apoyo económico, militar, jurídico y hasta moral, con lo cual hace creer que quien está en contra de esos mega-proyectos también está en contra del desarrollo. Si se considera la fragilidad del bioma de la caatinga, las previsiones sobre el cambio climático para la región, (...) los impactos en el Nordeste van a ser mucho más fuertes que los que hemos visto en otras regiones del país. Se prevé que algunas comunidades campesinas quedarán destruidas, lo cual provocará de inmediato una disminución de la producción de alimentos que hará peligrar el abastecimiento local, de modo que la sociedad entera se verá afectada”.
Krauser también dice: “Estamos totalmente en contra de esta expansión; si bien la quema de madera se considera menos contaminante, la producción de esa madera es muy peligrosa y muy mala para la vida de los campesinos y demás comunidades, mala para el desarrollo del país. Tenemos casos suficientes para probar que, donde entra el monocultivo de árboles, aumentan el hambre, la miseria, las desigualdades sociales. El supuesto desarrollo sustentable no va con el monocultivo de árboles en los países tropicales. Lo que cuentan las compañías es pura ilusión”.
Según las últimas informaciones publicadas en el sitio web de Suzano, el informe sobre el primer trimestre de 2011 dice que “La empresa está evaluando alternativas para estructurar el capital de Suzano Energía Renovável”; esto es señal de que la empresa todavía no ha logrado financiación suficiente para ejecutar plenamente el proyecto.
Consideraciones finales sobre las consecuencias del monocultivo de biomasa
Como lo muestra la experiencia de Brasil en cuanto al monocultivo industrial de árboles, la expansión de dicho modelo tiene grandes posibilidades de provocar conflictos. En el caso del Nordeste, los principales problemas son la expulsión directa e indirecta de los campesinos locales que pueblan la extensión de 150.000 hectáreas destinada a las plantaciones, y la pérdida de recursos hídricos que provocarán dichas plantaciones de crecimiento rápido. Éstas serían probablemente las primeras plantaciones comerciales, de Brasil y del mundo, con un ciclo de rotación tan corto. Y todo eso en una región, el Nordeste brasileño, tradicionalmente afectada por largos períodos de sequía.
Este ejemplo muestra, una vez más, que la única forma de comenzar a resolver la crisis climática mundial es reducir drásticamente las emisiones de carbono del Norte. El establecimiento de grandes plantaciones industriales de árboles en base a un modelo agrícola tradicional, y el transporte de pellets de madera a través del océano para hacer funcionar las centrales eléctricas del Reino Unido, no son más que otra falsa solución que crea simultáneamente nuevos problemas para las comunidades locales del Nordeste de Brasil.
Artículo adaptado del original redactado por Winnie Overbeek, publicado en línea con el mismo título por Corporate Watch (www.corporatewatch.org).
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