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Servindi, 31 de agosto, 2011.- De “escalofriantemente atroz” fue calificado el caso de los experimentos médicos que tuvieron lugar en Guatemala entre los años 1946 a 1948 por parte del Servicio de Salud Publica de Estados Unidos y la Oficina Sanitaria Panamericana.
Una comisión presidencial estadounidense reveló los espeluznantes detalles de los experimentos sobre indígenas, reos, enfermos mentales y prostitutas que dejaron al menos 83 fallecidos.
La denuncia de los hechos empezó el año pasado cuando una historiadora médica del Colegio Wellsley descubrió expedientes entre documentos del médico John Cutler, encargado de los experimentos.
Los estudios, financiados por los estadounidenses Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), implicaban la deliberada inoculación de enfermedades de transmisión sexual para probar la penicilina como una posible cura.
“Los investigadores colocaron en primer lugar sus propios avances médicos y en un distante segundo lugar al decoro humano”, señaló Anita Allen, de la Comisión presidencial para el Estudio de Asuntos de Bioética.
Cerca de 5.500 personas participaron de los experimentos sin haber dado su consentimiento para ello. 1.300 personas fueron expuestas o inoculadas con enfermedades venéreas, señaló Stephen Hauser, miembro de la comisión investigadora.
Hauser fue quien dio la cifra de muertos (83) al presentar el informe preliminar. A su vez, declaró que la comisión aún no determina “a qué nivel estas muertes estuvieron directa o indirectamente relacionadas con los experimentos”, sin embargo, se detectaron casos de infecciones después de las inoculaciones.
De las 1.300 personas inoculadas o expuestas a enfermedades venéreas, sólo 700 recibieron algún tipo de tratamiento, indicó Hauser.
La comisión presidencial en temas de bioética ha estudiado cerca de nueve meses el caso, con 125.000 documentos como pruebas, y entregará su informe final en septiembre de 2011.
En octubre pasado, el presidente guatemalteco, Álvaro Colom, calificó los hechos de “crímenes de lesa humanidad”. Un mes después, el presidente estadounidense Barack Obama, encargó la investigación de los hechos.
Amy Gutmann, la jefa de la comisión, calificó los hechos de un “episodio inmoral de injusticia histórica”, y a su vez manifestó que la investigación busca “honrar a las víctimas y asegurarnos de que esto no suceda nuevamente”.
“No fue un accidente que esto sucediera en Guatemala”
Un aspecto escalofriante de los sucesos es que los mismos investigadores estadounidenses realizaron, por la misma época, experimentos similares con presos de la cárcel de Terre Haute (Indiana, EE.UU), a quienes sí informaron y a quienes solicitaron su consentimiento.
En Guatemala, en cambio, “ignoraron” y “violaron” este derecho en la población más vulnerable. “No fue un accidente que esto sucediera en Guatemala”, ya que algunos de los investigadores “dijeron que no hubieran podido hacer esto en su propio país”, afirmó Gutmann.
Asimismo, en el país centroamericano, los científicos “no sólo no solicitaron el consentimiento informado (de las víctimas) sino que activamente los engañaron y no dieron tratamiento con penicilina a los que estaban infectados con sífilis y gonorrea”, señalo la investigadora.
Como a conejillos de indias
La investigación ha revelado que los experimentos fueron más escalofriantes de lo que inicialmente se supuso. Ahora se conoce, por ejemplo, el caso de las siete mujeres con epilepsia que fueron infectadas con sífilis debajo de la nuca.
Este inusual tratamiento hizo que las mujeres enfermaran de meningitis bacteriana, probablemente por el uso del material sin esterilizar, aunque luego fueron tratadas.
Otro caso se refiere a una paciente femenina enferma terminal de sífilis. Los investigadores le inocularon gonorrea en los ojos y en otras partes del cuerpo para conocer el impacto de otra infección. La mujer falleció seis meses después.
Ante ello, Gutmann señaló que los investigadores “actuaron sistemáticamente en contravención del mínimo respeto por los derechos humanos y la ética de la investigación”.
Asimismo, que “hay evidencia sustancial que reflejan esfuerzos de los investigadores por limitar el conocimiento de las actividades con los guatemaltecos tanto como fuera posible”.
Gobierno guatemalteco localiza a cinco sobrevivientes
Mientras tanto, el gobierno guatemalteco localizó a cinco de los sobrevivientes a los experimentos médicos. Ellos viven en el occidente del país y “serán trasladados a la capital para realizar estudios médicos" y determinar su estado de salud, informó el vicepresidente guatemalteco Rafael Espada.
Las cinco personas, junto a sus familias, serán sometidas a estudios, “porque queremos saber si hubo consecuencias” a raíz de los experimentos, indicó Espada.
Los cinco hombres tienen en la actualidad entre 84 y 85 años, y serán trasladados a la capital para ser examinados en el Hospital Roosvelt.
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