Servindi, 30 de noviembre, 2010.- El mexicano Mario Molina-Pasquel Henríquez, Premio Nobel de Química (1995) urgió a los gobiernos a alcanzar acuerdos concretos para enfrentar con prontitud el cambio climático. "Nuestra generación tiene la responsabilidad de resolver satisfactoriamente este problema" afirmó.
El químico mexicano quién inauguró ayer la 16 reunión de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, sostuvo que es posible en limitar a un aumento de dos grados el calentamiento global, lo que implica un “coste relativamente bajo”.
En términos del Producto Interior Bruto mundial tal objetivo representa quizás un dos ó tres por ciento, indicó. “Posponer una acción (...) podría implicar un coste astronómico para generaciones futuras”.
"Existen poderosos grupos de interés que han montado una campaña de relaciones públicas, muy exitosa, para desacreditar a la ciencia del cambio climático" afirmó Molina.
El científico retó a quienes cuestionan la validez de la ciencia, en cuanto al cambio climático, a una discusión racional y civilizada sobre estos temas.
Molina es reconocido por ser uno de los descubridores del adelgazamiento de la capa de ozono de la atmósfera y preside el Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente.
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Discurso de José Mario Molina-Pasquel Henríquez
Señor Presidente Felipe Calderón Hinojosa; Secretaria Patricia Espinoza, Secretario Juan Elvira, Ministra Christiana Figueres.
Miembros del presídium, delegados, representantes; señoras y señores:
Bienvenidos a la XVI Conferencia de las Partes, la COP16.
Es para mí un gran honor el tener la oportunidad de dirigirles unas palabras al inicio de este evento tan importante para todo el planeta, sobre todo, considerando que se está llevando a cabo en México, el país donde nací.
Si me lo permite, señor Presidente, me voy a tomar la libertad de continuar en inglés. Conociendo el dominio que usted tiene de este idioma, quiero dirigir estas palabras lo más directamente posible a la mayoría de los participantes en este evento.
(Interpretación del Inglés al Español)
Permítanme cambiarme a inglés. Quisiera darles la bienvenida a todos ustedes a México, a Cancún, y a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que consiste en la XVI Conferencia de la Partes, la COP16 y la CMP6.
Es un honor muy particular participar en la inauguración de este evento, ya que me da la oportunidad de hacer hincapié en el papel importante que ha jugado el método científico en dilucidar la naturaleza del problema del cambio climático.
Esta Conferencia de las Partes es realmente un acontecimiento histórico. El cambio climático es el desafío ambiental más serio que haya confrontado la sociedad. Y tenemos la oportunidad, en esta Conferencia, de enfrentarla exitosamente e involucrarnos en un proceso que eventualmente reduzca el riesgo de dañar gravemente el ambiente con posibles consecuencias catastróficas.
Sin duda, es un problema muy difícil de resolver, pero contamos con los medios para enfrentarlo. El año pasado, en la Conferencia de las Partes XV, en Copenhague, más de 100 Jefes de Estado y Gobierno apoyaron la meta de limitar a menos de dos grados centígrados el aumento en la temperatura promedio de la Tierra, con objeto de prevenir una interferencia peligrosa con el sistema climático.
A menudo se dice que esto es lo que recomienda la ciencia. Permítame, sin embargo, explicar que la ciencia no nos dice qué hacer, sólo nos dice lo que podría pasar como resultado de diferentes rutas de acción.
El dato de dos grados Celsius se obtiene considerando que existen tecnologías para resolver el problema, y también, considerando que el costo de tomar las medidas necesarias para lograr este objetivo de dos grados Celsius es relativamente pequeño, posiblemente sólo uno, o quizás dos o tres por ciento del Producto Bruto Global.
Pero, lo que es más importante. El consenso entre analistas económicos es que el costo de no aplicar estas medidas es, con toda probabilidad, significativamente mayor. De hecho, posponer las acciones, incurriendo así en el riesgo de que ocurran incrementos de 4 o más grados en la temperatura, implicaría costos astronómicos para las futuras generaciones, amenazando tanto a nuestros sistemas económicos como a nuestros sistemas de Gobierno.
Estudios científicos recientes nos dicen que si continuamos son controlar las emisiones de gases de efecto invernadero, existe un riesgo significativo de alcanzar en las próximas décadas ciertos puntos de inflexión que conduzcan a cambios en el sistema climático del planeta, que serán prácticamente irreversibles; como por ejemplo, el derretimiento de los polos, la destrucción de la selva del Amazonas y la desaparición de los monzones de la India.
Esas catástrofes podrían tener consecuencias devastadoras para cientos, o incluso para miles de millones de personas. Y aún cuando la probabilidad de esos eventos sea sólo de un 10 ó 20 por ciento, los expertos opinan que estos riesgos son los que deberían dominar las consideraciones económicas.
Si la ciencia está clara, la solución está a nuestro alcance y el costo de no actuar es, sin duda, mucho mayor que el de tomar las medidas necesarias.
Por qué entonces no se ha resuelto el problema.
Ustedes, ciertamente, están consientes de las dificultades, y yo no las mencionaré todas aquí. Permítanme simplemente enfatizar que todos los países del planeta ganarán si ustedes encuentran las soluciones correctas, y todos perderán si no lo hacen.
Ahora bien, sin subestimar la magnitud del desafío en virtud de que los países desarrollados no quieren perder competitividad y las economías emergentes quieren asegurarse de que su desarrollo económico no se vea amenazado.
Si todos trabajamos juntos y con creatividad podemos mejorar las posibilidades de alcanzar el crecimiento económico deseado, mediante la elaboración de planes de desarrollo de baja emisión. Si no es así, los impactos del cambio climático bien pueden evitar la erradicación de la pobreza en muchos países en desarrollo.
Los insto a que definan aquí los pasos necesarios para acercarnos a un acuerdo internacional que formalice los compromisos que ya han contraído muchos países, y que incorpore, también, apoyo decidido para la adaptación a los impactos del cambio climático. Les pido, también, que establezcan, con cierto detalle, los pasos requeridos para alcanzar un acuerdo definitivo en el futuro próximo.
También, les pido que se pongan de acuerdo en tomar acciones rápidas de mitigación lo más pronto posible, consistentes con el Plan de Acción de Bali, que estípula que se desarrolle un régimen efectivo válido después del 2012. No podemos permitirnos esperar otra década más.
Como acabo de decirles, existen dificultades políticas. La conclusión básica de la comunidad científica es que el clima está cambiando como consecuencia de las actividades humanas, con muy serias implicaciones para la sociedad.
Y aún así, en este último año, en todo tipo de informes periodísticos, se afirma que esta conclusión científica es cuestionable, que quizás el cambio climático está ocurriendo, pero que no es resultado de las actividades humanas.
Por qué ocurre esto.
Existen poderosos grupos de interés que han montado una campaña de relaciones públicas, muy exitosa, para desacreditar a la ciencia del cambio climático.
Por supuesto, la comunidad científica está consciente de que el entendimiento actual de la ciencia del cambio climático está lejos de ser perfecto y que todavía queda mucho por aprender, pero ya se sabe lo suficiente para estimar las probabilidades de que ciertas cosas ocurrirán si la sociedad continúa emitiendo gases de efecto invernadero, como lo ha hecho hasta ahora.
Como se establece en el último Informe del Grupo Intergubernamental Experto sobre Cambio Climático, el consenso entre la gran mayoría de los científicos del clima es que hay una probabilidad de nueve en 10 de que los cambios observados en la temperatura promedio global desde la Revolución Industrial sean, realmente, consecuencia del incremento en las concentraciones atmosféricas de los gases de efecto invernadero, causada por la actividad humana.
El acervo actual del conocimiento climático, aunque aún tiene muchas preguntas por contestar, es robusto y extenso, y se basa en cientos de estudios realizados, literalmente, por miles de científicos altamente capacitados, con metodologías transparentes y publicados en revistas rigurosamente arbitradas, etcétera.
Ésta es, precisamente, la información que la sociedad y los que toman las decisiones en los gobiernos necesitan para evaluar el riesgo asociado a continuar con las emisiones de gases de efecto invernadero.
Yo reto a quienes cuestionan la validez de la ciencia, en cuanto al cambio climático, a una discusión racional y civilizada sobre estos temas.
Quisiera recalcar que las decisiones de política sobre cambio climático deben tomarlas toda la sociedad, y específicamente los líderes políticos en coordinación con delegados, como ustedes. Los científicos, los ingenieros, los economistas y otros expertos deben simplemente proporcionar la información necesaria.
Pero, a mí modo de ver, aún si sólo hubiera una probabilidad del 50 por ciento de que los cambios en el clima que han ocurrido en décadas recientes se deben a actividades humanas, la sociedad, desde luego, debe adoptar las medidas necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero en este momento no estoy hablando como científico, sino más bien como persona que apoya firmemente los valores éticos universales y que asigna gran importancia al bienestar de las futuras generaciones.
Para terminar. Permítanme hacer hincapié nuevamente en que es urgente enfrentar el desafío del cambio climático. Nuestra generación tiene la responsabilidad de resolver satisfactoriamente este problema.
Aún hay tiempo para actuar, pero la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente.
Ahora bien, yo sigo siendo optimista y confío en que la ciencia, el sentido común y nuestros valores éticos universales prevalecerán por siempre.
Les deseo la mejor de las suertes en sus deliberaciones.
Gracias.
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