Foto: EFE
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Por Jorge Agurto, Reflexiones en Alta Voz N° 4
- ¿Quién debe responder por el derrame de petróleo en Tumbes? (descargar archivo mp3, 4.35 minutos)
El 30 de enero de 2008, a las 8.55 de la mañana, la población de los distritos de La Cruz y Zorritos, en la región Tumbes, al norte del Perú, se estremeció ante un gran estruendo producido a 10 kilómetros del litoral.
Se trataba del buque de carga Supe que sufrió una explosión al parecer por un corto circuito. Esto provocó un incendio voraz mientras la nave se hundía con 1,300 barriles de petróleo crudo.
El buque pertenecía a la Marina de Guerra del Perú pero estaba arrendado a la empresa norteamericana BPZ Energy.
De los 14 accidentados de la tripulación, varios de ellos resultaron con quemaduras de gravedad y uno murió.
La primera reacción de las autoridades estatales y de la empresa ha sido minimizar los efectos del derrame.
El Director Regional de Energía y Minas en Tumbes no dio cifras pero fue el primero en salir al paso y afirmar que la embarcación no tenía mucho combustible.
Ántero Flores Aráoz, ahora Ministro de Defensa, dijo que se trató de un derrame pequeño, de una nave muy pequeña, en un área también pequeñita es decir ¡no hay porqué preocuparse tanto!.
Los representantes de la empresa afirmaron que la mayoría del petróleo se consumió por el propio incendio que provocó la explosión y que duró varias horas.
En resumen, que los impactos ambientales habían sido reducidos y no se produjo un desastre ecológico de envergadura.
Y es posible que esta vez tengan -por suerte- un poquito de razón. Pero ¡ojo! no por que sean cuidadosos del ambiente o hayan aplicado un eficaz plan de contigencia.
Las razones son otras.
El buque solo cargaba 1,300 barriles aunque podía llevar hasta 7,300 barriles, es decir cinco y media veces más.
Afortunadamente, el oleaje no llevó el crudo hacia los Manglares de Tumbes que se encontraban a escasos 16 kilómetros, en dirección norte, sino que lo dispersó una parte mar adentro y otra hacia Piura, al sur.
Así las autoridades digan lo contrario, aún es temprano concluir en que los impactos han sido mínimos.
Parece que no explosionaron todos los tanques y se teme que algunos se encuentren aún hundidos en la nave y pueda continuar el derrame.
Los verdaderos impactos en el ecosistema marino se verán en el mediano y largo plazo, afirman los entendidos. Además, se han apreciado rastros del crudo en las playas de Piura, por ejemplo en Colán.
El problema de fondo
Pero el problema de fondo que las autoridades no quieren ver es que la embarcación era vieja, considerada en el argot marino un buque chatarra. Fue construida en Noruega en 1965 y tenía una antigüedad de 43 años.
La nave pertenecía a la Marina de Guerra, es decir, al Estado peruano. Y que sepamos no es función pública brindar servicios de transporte o carga para el lucro de empresas privadas.
Arturo Moretti, presidente de la Cámara de Comercio de Tumbes, ha dado en el clavo cuando señala que lo más importante es investigar y sancionar a los que pusieron en servicio a un buque chatarra para operaciones de alto riesgo.
Este problema merecen una atenta y seria investigación para sancionar a los responsables de un desastre ecológico que felizmente no sucedió en toda su dimensión.
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