Por Silke Helfric*
En 2004 la Oficina Regional México/Centroamérica de la Fundación Heinrich Boell había invitado a Percy Schmeiser a El Salvador. Schmeiser, agricultor canadiense, recién se convirtió -junto con su esposa Louise- en uno de los ganadores del Right Livelihood Award (Premio Nobel Alternativo) del 2007.
En 2004 vino a presentar -acompañado de organizaciones contrapartes de la fundación como la Unión Ecológica Salvadoreña (UNES) - la publicación "La vida en venta transgénicos, patentes y biodiversidad" (Ediciones Böll). El libro refleja la transformación de la naturaleza y de la vida misma como consecuencia de la introducción de organismos genéticamente modificados (ODM) y presenta varios ejemplos de quienes sufren los efectos de esta transformación. Uno de estos ejemplos es la historia de Louise y Percy Schmeiser.
En una entrevista que forma parte de la compilación relata la historia de su lucha legal contra la compañía transnacional Monsanto. La entrevista impresiona. Conocer y escuchar a Percy en vivo impacta. "¡Eso de la coexistencia no existe!" Es decir: La idea de que se pudiesen cultivar arroz, maíz o colza genéticamente modificados al lado de cultivos convencionales o orgánicos sin contaminarlos es puro cuento.
El también ex-parlamentario canadiense conduce a públicos de todo tipo con sagacidad y sutileza a sus proprias conclusiones: primero, que una vez liberados los transgénicos no hay quien los pueda controlar y segundo, que es una injusticia sin igual responsabilizar jurídicamente a agricultures que quieren manejar sus cultivos libres de transgénicos por la contaminación de sus campos con semillas genéticamente modificadas.
En agosto de 1998 la compañía norteamericana Monsanto enjuició a los Schmeiser por supuestamente haber sembrado - de manera ilegal - semillas de colza-canola patentadas y genéticamente modificadas, resistentes al herbicida round-up. De hecho, los Schmeiser nunca compraron semillas patentadas de Monsanto, ni tampoco las obtuvieron ilegalmente. El polen de la canola transgénica voló a sus campos de cultivo proveniente de granjas vecinas. La naturaleza había comprobado una vez más que "¡Eso de la coexistencia no existe!"
Sin embargo, dos tribunales canadienses asestaron un golpe fuerte contra los derechos de los agricultores al sentenciar que los Schmeiser debían pagar miles de dólares canadienses por "violar" la patente de Monsanto ($10,000 por concepto de pago de licencia y hasta $75,000 por regalías y multas sobre las ganancias de lo cultivado acumulados a lo largo de los años). Los costes del juicio ascendieron a una suma cuatro veces más alta que la sanción.
Los Schmeiser decidieron agotar todas las vías legales posibles y pelear contra Monsanto. Sometieron un recurso ante el Tribunal Supremo Candadiense iniciando al mismo tiempo una campaña internacional de solidaridad para organizar el necesario apoyo moral y financiero para lo que fue frecuentemente descrito como lucha de David contra Goliath.
Si bien el Tribunal Supremo desechó en 2004 la sanción impuesta a los Schmeiser, en el aspecto político crucial del juicio falló a favor de Monsanto: Aunque parezca escandaloso, los letrados consideraban que el derecho a patentes -y con ello el derecho de cobrar las licencias - aplica también cuando los agricultores ni compran ni siembran semilla genéticamente modificados, aplica cuando se los contamina los campos.
En 2005 Louise y Percy arriesgan un enroque - el caso "Monsanto contra Schmeiser" se convierte en "Schmeiser contra Monsanto". La pareja somete al gigante a un juício por contaminación ambiental y destrucción de su cultivo libre de transgénicos. Los dos saben que ni los agricultores de El Salvador ni los de Rwanda tienen los medios para enfrentar a las grandes compañías. Es así que luchan también por ellos, por su derecho de acceso a y manejo de sus semillas que tambien son las nuestras. Luchan en contra de lo que en la Fundación Böll se viene debatiendo desde 2004 en dos conferencias multidisciplinarias con Percy Schmeiser y con un sinnúmero de expertas y expertos, activistas y científicos bajo el lema "confinamiento de bienes comunes" o privatización "de lo que es nuestro".
Se defienden y de cierta manera también a nosotros - de cualquier intento tecnológico, jurídico o político (en situación de poder extremadamente desiguales) de quitarle sus recursos a la gente, a las comunidades y al conjunto de la sociedad.
Al reconocer los méritos de los Schmeiser el Jurado del Right-Livelihood-Awards señaló precisamente este aspecto. Los galardonados no solamente recibieron el premio por "su valor en la defensa de la biodiversidad y los derechos de los granjeros" sino también por cuestionar "la perversidad medioambiental y moral de las interpretaciones de las leyes sobre patentes".
¡Felicidades Louise! ¡Felicidades Percy!
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*Silke Helfrich fue Directora de la Oficina Regional México/ Centroamérica/Cuba de la Fundación Heinrich Böll entre 1999 y 2006
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