Ante una multitud de más de 100 mil personas, Namuncurá se convirtió en el primer beato mapuche y quedó a un paso de la santidad. La ceremonia se realizó en la ciudad de Chimpay, presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede. El acto de beatificación del joven mapuche fue bilingüe, ya que se realizó en castellano y mapuzugun.
Azkintuwe, 11 de Noviembre de 2007.- Más de cien mil fieles, entre ellos numerosas delegaciones mapuches, participaron de la ceremonia de beatificación de Ceferino Namuncurá, que se realizó en la localidad de Chimpay, Río Negro.
La celebración fue presidida por el delegado papal, cardenal Tarcisio Bertone, y concelebrada por numerosos obispos argentinos y latinoamericanos. El vicepresidente y gobernador bonaerense electo Daniel Scioli asistió en representación del gobierno argentino.
La ceremonia comenzó cuando delegados mapuches se presentaron ante el enviado papal y oraron hoy en mapuzugun, el idioma del Pueblo Mapuche. "No tenemos que avergonzarnos de nuestro idioma, que Dios no dio", dijo Aparicio Millapi ante los cientos de miles de fieles que participan de la ceremonia de beatificación en Chimpay, Río Negro. Los lonkos hicieron su ruego en mapuche y luego fue traducido al castellano.
Seguidamente el obispo de Viedma, monseñor Esteban Laxague, pidió formalmente en nombre de la "familia ceferiniana" al enviado papal, cardenal Tarcisio Bertone, la beatificación de Ceferino. "Aprendramos de Ceferino a ser buenos hijos de Dios y hermanos de todos", dijo. "Ceferino es beato", dijo el cardenal Tarcisio Bertone, enviado papal, al confirmar oficialmente la beatificación de Ceferino Namuncurá, el primer beato indígena de la Argentina.
El purpurado vaticano precisó, ante la algarabía de los cientos de miles de fieles que participan de la ceremonia de beatificación en Chimpay, Río Negro, que la fiesta religiosa del joven mapuche será el 26 de agosto, fecha de su nacimiento. Previamente, Hermelinda Painequeo y Aparicio Millapi pidieron en mapuzugun, lengua originaria de los mapuches, la beatificación de este "hijo de la tierra".
Entre los invitados especiales estuvo ubicada Valeria Herrera, una joven madre cordobesa de 33 años, que hace nueve años experimentó en su propio cuerpo, tras pedir la intercesión de Ceferino, la curación inexplicable para los médicos de un cáncer de útero. Desde Roma, el papa Benedicto XVI destacó la vida de Namuncurá.
Tras el rezo del Ángelus, Benedicto XVI dio gracias al Señor por el "testimonio extraordinario" de Namuncurá, que, "animado por su devoción a la Eucaristía y por su amor a Cristo, deseaba ser salesiano y sacerdote para mostrar el camino hacia el cielo a sus hermanos mapuches".
Benedicto XVI destacó que "con su vida ilumina nuestro camino hacia la santidad, invitándonos a amar a nuestros hermanos con el amor con que Dios nos ama". Además, pidió a "María Auxiliadora que el ejemplo del nuevo Beato, produzca abundantes frutos de vida cristiana, principalmente entre los jóvenes".
El Papa saludó "con afecto" a los fieles de lengua española y en modo especial a las comunidades eclesiales de Argentina así como a "los miembros de la gran Familia Salesiana, que celebran hoy, con inmensa alegría, la beatificación" de Ceferino.
"Ceferino es nuestro, de nuestra raza"
"Esto es histórico porque por primera vez tenemos un beato nuestro, de nuestra raza, de nuestra tierra", señaló a la AFP Beatriz Ñanco, descendiente mapuche devota de Ceferino Namuncurá. "Yo tengo un cuadrito de mi santito Ceferino en casa y siempre le rezo y le agradezco por nuestra salud", reveló Beatriz, de 34 años, madre de tres hijos que viajó con su familia más de tres horas en una vieja camioneta para no perderse la ceremonia. La mujer, de abuelo mapuche, habla mientras su hermana Patricia, de 32 años, le da de mamar a una bebé de tres meses, en medio del campamento montado para albergar a los peregrinos.
"Ceferino es nuestro, de nuestra tierra, de nuestra raza", afirmó Beatriz y destacó que parte de la ceremonia se realizó en la lengua de sus ancestros. "Me gusta mucho escuchar hablar en mapuche, aunque no lo entienda. Debe ser porque me recuerda a mi abuelo chileno. El nos cantaba en indio cuando éramos niños", explicó.
Su hermana Patricia señaló que fue su marido quien hace unos diez años la trajo por primera vez al santuario en Chimpay. "Desde entonces siempre venimos porque cuando llega la fecha del 26 de agosto (día del nacimiento de Ceferino) siento como que él me llama y necesito venir", señaló.
"Yo también lo tengo en un cuadrito en mi casa de Plottier", dijo la mujer en alusión el pueblo donde vive en la provincia fronteriza de Neuquén y advirtió que "cuando me hablan mal de Ceferino me pongo mal. Que no lo hagan porque reacciono", insistió, levantando un dedo índice. Muy cerca, los visitantes se toman fotos junto a una estatua de madera de tamaño natural de Ceferino. El beato sonríe, inmortalizado en su juventud pues murió a los 18 años, con un poncho de lana tradicional mapuche.
"Viajamos 900 km especialmente para estar en la misa porque este beato es nuestro. Es la primera vez que se beatifica a alguien que vivió en Argentina y que es indígena. Es un honor para la raza", dijo Mariana Camezzana, de 39 años, devota y misionera católica.
Cerca, una familia de Neuquén disfrutaba del sol en medio de los rosales en flor del santuario. "Nosotros estamos muy agradecidos a Ceferino por la salud y la unión de nuestra familia", afirmó Marcela Parra, de 36 años, quien está terminando la escuela secundaria y es madre de tres hijos. La mujer -que aprovecha la ocasión para pedirle al beato quedar embarazada nuevamente- destacó que junto a sus seis hermanos disfrutan preparando todos los años el viaje a Chimpay. "Acá hay mucha solidaridad, mucha humanidad. Viene gente desamparada, desesperada, y aquí encuentra contención", destacó.
Fuente: Azkintuwe
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