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México: Carlos Montemayor, "una de las voces más claras del México insurgente"

Por Javier Hernández Alpízar

02 de marzo, 2010.- Murió Carlos Montemayor. La nota de pésame público de El Zenzontle, “periodismo de más de 400 voces” (www.elzenzontle.org), dice: “Al cierre de nuestro número de marzo, a las 6: 45 am de este domingo 28 de febrero de 2010, falleció el escritor y compañero de las luchas del pueblo organizado. El Zenzontle lo guarda como una de las voces más claras del México insurgente.”

Carlos Montemayor, señala la escueta esquela, nació en Parral, Chihuahua, en 1947 y murió en la ciudad de México, el 28 de febrero de 2010.

La nota de Milenio diario señala que fue “académico, escritor, traductor, activista social, defensor de los pueblos indígenas y cantante de ópera”.

El autor de Guerra en el paraíso, Las armas del alba, Minas del retorno, La fuga, Rebelión en Chiapas, entre otros libros de novela, ensayo, poesía, así como artículos en diversos medios como La Jornada y Proceso, fue una especie de continuador de la tradición mexicana y latinoamericana de escritores polígrafos y a la vez inmersos en la vida política de su tiempo.

Como poeta, traductor y estudioso de la poesía y la literatura, Montemayor fue conocedor del griego y el latín, pero también del portugués y de lenguas indígenas mexicanas. Por ello no solamente escribió de literatura clásica y contemporánea, sino que conoció el pensamiento indígena.

Por amistad con uno de los guerrilleros que murieron en el asalto al cuartel Madera, en Chihuahua, 1965, el hecho de armas que marcaría el inicio del nuevo ciclo de luchas armadas en México que parecía haberse cerrado con los jaramillistas, y que sigue abierto hasta el presente, y afilando Carlos Montemayor el lápiz para escribir una novela (Las armas del alba), en la cual contó esa pequeña pero importante historia del México de abajo, se volvió un experto en los movimientos armados de México, como puede verse en obras como La guerrilla recurrente.

En 1994, cuando el alzamiento del EZLN sorprendió a México y al mundo, mientras opinadores liberales y conservadores eran incapaces de explicarse una declaración de guerra indígena contra el poder que malgobierna México, y expresaban, como la primera editorial de La Jornada sobre el tema, que había que distinguir entre un grupo de “profesionales de la violencia” y los pobres indígenas cuyas legítimas demandas eran utilizadas, bajo la racista hipótesis de la “manipulación de indios”, Montemayor fue de los pocos escritores e investigadores capacitados para entender lo que estaba pasando.

Conocía la historia de los grupos político- militares en México, que estaba estudiando para escribir sus novelas, ya había publicado Guerra en el paraíso, la novela sobre Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres; también sabía de los indígenas, de los actuales, los vivos, los que declararon la guerra a Salinas y su gobierno ilegítimo.

Por esa razón Montemayor escribió con lucidez –en el mismo ejemplar de La Jornada que pedía amnistía para los pobrecitos indios y castigo a los violentos– que el alzamiento del EZLN tenía una amplia base social. Porque sabía, por su estudio del caso de Guerrero en los setenta, que por pequeño que fuera un grupo guerrillero, detrás había comunidades campesinas y rurales de apoyo que sumaban cientos de personas.

En el caso del EZLN, la toma de cinco ciudades chiapanecas simultáneamente no había sido una acción típica de foco guerrillero, sino una acción de guerra regular, la de un ejército indígena.

Poca gente con la claridad de Montemayor, por ejemplo Antonio García de León, han explicado que el EZLN no es una guerrilla. García de León le llamó “sociedad civil en armas”. Montemayor expresó que se trataba de un ejército, y que por cada guerrillero o miliciano hay cientos de indígenas no armados que lo apoyan.

En la presentación de un libro del subcomandante Marcos, Noches de fuego y desvelo, Montemayor, experto en literatura, fue capaz de decir que es un libro bien escrito, literatura. A contrapelo de la moda de denostar a Marcos, después de que muchos lo aplaudieron como el falso espejo en el que veían reflejados sus deseos de fama. Montemayor no vio un falso espejo, porque sabía de los indígenas, de los grupos armados en México y de letras. Sabía que el autor de Noches de fuego y desvelo pertenece a esos tres mundos. Y no tuvo la mezquindad de ocultarlo por envidia o por moda.

Solamente la gente de alma grande es capaz de manifestar abierta admiración por otro que, en algo, es grande. En meses recientes hemos visto, por ejemplo, a Jacobo Silva Nogales, ex comandante Antonio del ERPI, ya libre de su prisión política, manifestar abiertamente su admiración por gente que él lee y ve lúcida, como Marcos, como Montemayor, como Mumia Abu-Jamal. La gente pequeña y mezquina siente que se rebaja si reconoce la grandeza ajena. La gente segura de su valer es capaz de reconocer el valer de otro. Así reconoció Montemayor el de Marcos en esa ocasión.

Alguna vez, al presentar un mapa sobre las lenguas indígenas en México, en el Museo de Antropología, en Chapultepec, Montemayor citó sin nombrar a una de las revistas racistas que en México se especializan en escribir contra los indígenas que luchan, y dijo que a Montemayor lo llamaban experto en “lenguas muertas y moribundas”. El mismo racismo ha sido denunciado por escritores como Jan de Vos.

Pero si dejamos de lado el racismo, la mezquindad, las envidias, tenemos que coincidir con los redactores de Zenzontle: Montemayor es “una de las voces más claras del México insurgente.”

No todos tienen que tomar un arma como Marcos o el comandante Antonio, tampoco todos tienen que tomar la pluma, como Marcos, Jacobo Silva, Mumia y Montemayor. Pero si este mundo necesita algo, es que más gente que tome la pluma tenga los conocimientos y la claridad que expresan cuando toman la pluma estos últimos.

Los libros de Montemayor quedan como herencia del México que lucha, y él ha ido a alcanzar a sus compañeros que murieron en Madera, Chihuahua, amigos suyos acerca de cuya lucha, cumpliendo un deber fraterno, escribió Las armas del alba. Ojalá no se haya equivocado Montemayor, que en efecto se trate del alba.

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Fuente: Zapateando.wordpress.com : http://zapateando.wordpress.com/2010/02/28/carlos-montemayor/

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