Por Luis Ángel Saavedra
30 de enero, 2010.- El fraccionamiento gubernamental que no pudo provocar la oposición de la derecha, ni los grupos izquierdistas radicales, lo hizo el propio presidente Rafael Correa al intentar echar abajo el proyecto ecológico insignia del denominado Socialismo del Siglo XXI: dejar bajo tierra una importante reserva petrolera en una zona de alta biodiversidad, conocida como iniciativa ITT.
ITT es el nombre con que se conoce al bloque de explotación petrolera Ishpingo Tiputini Tambococha, situado en el Parque Nacional Yasuní, en la provincia amazónica de Orellana, que, según los estudios realizados, contiene 856 millones de barriles de petróleo, cuya explotación le generaría al Estado unos US$7 millardos.
Yasuní es considerado uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta y ha sido declarado como zona intangible y patrimonio nacional ecuatoriano; incluso está protegido a través de claros preceptos constitucionales pues, entre otros, el artículo 407 de la Constitución establece: Se prohíbe la actividad extractiva de recursos no renovables en las áreas protegidas y en zonas declaradas como intangibles, incluida la explotación forestal.
El ritmo de inversión social implementado por Correa necesita de una constante inyección de recursos financieros, y el ITT, al igual que la minería a gran escala, se perfilan como la mejor fuente de estos recursos. Pese a ello, el gobierno decidió, el 22 de abril del 2009, hacerle a la comunidad internacional una propuesta innovadora: dejar el petróleo bajo tierra a cambio de una compensación financiera internacional, calculada en $3.5 millardos, es decir, la mitad de lo que el gobierno percibiría con la explotación petrolera del ITT.
El argumento de esta propuesta que fue esbozada inicialmente en el 2007 se basa en la necesidad de reducir la emanación de gases que provocan el deterioro ambiental, evitando quemar el petróleo del ITT; para lo cual, los países de mayor consumo de petróleo, agrupados en la denominada canasta de donantes y conscientes de ser los mayores responsables del deterioro ambiental, compensarán al Ecuador con la mitad de los ingresos que dejará de recibir al no explotar el petróleo del ITT. La otra mitad sería el aporte ecuatoriano para la preservación del planeta.
Se planificaba firmar este acuerdo entre el Ecuador y Francia, Alemania, Holanda, Hungría, entro otros países que ya se habían comprometido a participar en la canasta de donantes, representados por el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el marco de la XV Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, realizada en diciembre en Copenhague, pero esto no ocurrió así.
Correa se echa atrás
Correa se negó a firmar el acuerdo aduciendo una interferencia en la soberanía nacional.
El secretario jurídico de la Presidencia, Alexis Mera, realizó algunas observaciones al proyecto, entre ellas el que se estaría renunciando a la soberanía sobre los recursos generados porque se encargaba su administración al PNUD. Las observaciones de Mera fueron acogidas por Correa, quien fustigó a la Comisión Negociadora del ITT, encargada de convencer a los países desarrollados a que sumen sus aportes a la iniciativa ecuatoriana, a la que acusó de hacer una canallada y haberle clavado un puñal por la espalda.
Si es así, quédense con su plata y en junio empezamos a explotar el ITT. Aquí no vamos a claudicar en nuestra soberanía. Entiendan que los que más sacrificio estamos haciendo somos los ciudadanos de Ecuador; en cualquier parte del mundo hubieran explotado el petróleo, dijo Correa. Al anunciar la explotación del ITT desde junio próximo, Correa olvida lo establecido en la propia Constitución ecuatoriana.
Lo irónico del caso es que quien lideraba la Comisión Negociadora del ITT era el propio canciller, Fander Falconí, considerado como uno de los ideólogos del movimiento que llevó a la presidencia a Correa y una de las personas más leales al mandatario. Falconí también fue el creador de la propuesta del ITT, pues para él no sólo significaba un proyecto de ingresos financieros, sino la base misma de la transformación del modelo de desarrollo basado en la extracción de recursos naturales y el caminar hacia un modelo sustentado en la ecología.
El 12 de enero Falconí renunció a la Cancillería tras realizar una rueda de prensa en la que explicó pormenorizadamente su trabajo en pro de la soberanía nacional y la planificación de un Estado basado en la inversión social y la ecología; finalmente aseguró que el fracaso de las negociaciones de la iniciativa del ITT lo había distanciado con el presidente y su equipo de gobierno y por eso dejaba su cargo.
La Iniciativa Yasuní ITT merece un compromiso mucho más explícito que la fijación de un plazo perentorio de seis meses para acopiar los recursos financieros requeridos, pues su trascendencia marca la diferencia de sustancia de un proyecto político, que en su esencia propone un cambio de forma de vida. Cambio perfectamente respaldado en la Constitución, aseguró el ex canciller.
No sólo pierde un canciller, Correa pierde a uno de los mejores cuadros, al ideólogo del movimiento, asegura Alberto Acosta, ex ministro de Energía de Correa y también fundador de la oficialista Alianza País.
La dimisión de Falconí provocó la renuncia de otros funcionarios y militantes que aportaron mucho en la consolidación de Alianza País como Francisco Carrión, ex canciller del gobierno de Alfredo Palacio (2005-2007) y que ahora desempeñaba las funciones de embajador ante las Naciones Unidas. Falconí y Carrión se habían convertido en un icono de la soberanía nacional durante la serie de incidentes suscitados en la frontera colombo-ecuatoriana luego del bombardeo de Angostura, perpetrado por fuerzas colombianas en marzo del 2008.
Mandatario se rectifica
Correa intentó frenar la desbandada política de sus co-idearios rectificando su anuncio de explotar el ITT a partir de junio próximo y asegurando que la propuesta de dejar el crudo del ITT bajo tierra seguía siendo la prioridad del gobierno. A partir del 14 de enero empezó la conformación de una nueva comisión negociadora, esta vez encabezada por la ex canciller María Fernanda Espinoza y el vicepresidente Lenin Moreno, oriundo de la Amazonia.
Estoy doblemente involucrado, porque soy defensor de mi tierra y del medio ambiente. Yo soy del Yasuní, nací en Nueva Rocafuerte, y vamos a luchar con mucho más vigor por esta causa, dijo Moreno.
Sin embargo, las pérdidas políticas no serán fáciles de reparar y menos la credibilidad perdida en los círculos ecologistas internacionales y en los gobiernos que habían comprometido su aporte a la propuesta ecuatoriana. Por lo pronto, únicamente Hungría ha ratificado que seguirá en el proceso.
En lo interno, Correa enfrenta una avalancha de críticas de ecologistas, unos de larga y honesta trayectoria, y otros que ven la oportunidad de minar la fuerza del gobierno.
Sin embargo el presidente, lejos de diferenciar las intenciones de las críticas surgidas, arremetió nuevamente contra los ecologistas: Ahora veo claro lo que ha pasado, no hemos estado negociando con los supuestos donantes, sino con el ecologismo infantil. Ahora aparecen los que están manejando el proceso y son los que han querido imponer condiciones inadmisibles al país, dijo el mandatario en su alocución radial de los sábados.
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Fuente: Noticias Aliadas.
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