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Por Rodrigo Arce Rojas*
4 de marzo, 2015.- Considero que todos estamos de acuerdo en avanzar hacia la gestión territorial sostenible sin embargo, pese a los grandes esfuerzos realizados por algunas regiones, es muy poco lo que podemos mostrar como experiencias concretas o en proceso de gestión territorial sostenible.
Esta es una exigencia de primer orden de cara a eliminar la desigualdad y hace frente a los retos que nos imprime el cambio climático.
Son varios los factores que han obstaculizado la implementación de enfoques, conceptos y prácticas de gestión de desarrollo territorial sostenible. Algunos de estos factores son:
- El fuerte paradigma aún muy vigente que el mercado es el gran ordenador del territorio.
- La primacía que se le ha dado a la inversión de la explotación de recursos naturales no renovables por su contribución específica a la economía nacional.
- La fuerte orientación de la producción a mercados externos que demandan productos en grandes volúmenes y con características homogéneas.
- La mirada de desarrollo productivo sectorial sin la necesaria articulación a otros sectores productivos y al desarrollo territorial.
- La codicia de sectores económicos que desean obtener grandes ingresos y por la movilización de la dinámica económica exigen a cambio la disminución de exigencias sociales y ambientales.
- La necesidad política de apostar por obras de impacto de gran visibilidad en el corto plazo o máximo en el mediano plazo.
- Una débil gobernanza e institucionalidad que permite el desorden y da amplios márgenes de actuación para la corrupción.
- Débil articulación sectorial y entre niveles de gobierno que genera traslapes o vacíos de funciones y competencias.
- Miradas sectoriales y la formación profesional sectorial que no prepara para los abordajes sistémicos y los enfoques y prácticas interdisciplinarias y trandisciplinarias.
- Marco normativo fragmentario que no da cuenta de la complejidad e integridad de los ecosistemas.
- La cultura de hacer las cosas de manera conocida y la falta de una cultura institucionalizada de creatividad e innovación.
- El cálculo político de la inversión en sectores con mayor peso electoral.
- Las necesidades de algunas poblaciones empobrecidas que se ven obligadas a vivir en la informalidad (incluso en algunos casos en la ilegalidad) por la falta de oportunidades que, pese a estar conscientes del deterioro ambiental que causan o de vivir en zonas de alta vulnerabilidad, no tienen opciones para desarrollar medios de vida sostenibles. Tómese en cuenta por ejemplo que la agricultura migratoria es uno de los factores preponderantes en el cambio de uso de la tierra de gran contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero en el país.
Del listado, no exhaustivo, podemos reconocer una fuerte concentración en las dimensiones económicas, políticas, normativas e institucionales. No obstante, subyace en gran medida el tipo de desarrollo o el modelo civilizatorio que adopta un país sea de manera explícita o por defecto.
"La gestión territorial sostenible exige una mirada sistémica que reconozca la complejidad y la incertidumbre como sus principales características. Como tal exige también superar miradas y actitudes cortoplacistas para gestionar el factor tiempo en términos de sostenibilidad." |
Como era de esperarse la gestión territorial sostenible exige una mirada sistémica que reconozca la complejidad y la incertidumbre como sus principales características. Como tal exige también superar miradas y actitudes cortoplacistas para gestionar el factor tiempo en términos de sostenibilidad. Talentos hay, lo que falta es la promoción enfática de una cultura de innovación y creatividad que ponga en despliegue toda la capacidad de emprendimiento social (además del económico) para hacer las cosas bien, con osadía, con perspectiva de sostenibilidad y de ética.
Resulta fundamental por tanto superar el entendimiento de lo territorial solo como variables biofísicas, pues como sabemos el territorio es un concepto mucho mayor que integra energía, vectores, relaciones, identidades, flujos de comunicación, entre otros factores. En tal sentido, la sociodiversidad se presenta como un activo de primer orden para que producto del diálogo intercultural se puedan armonizar diferentes formas de entender y sentir el desarrollo y la calidad de vida. Ello no para contraponer cosmovisiones sino más bien sinergizar.
Si el Perú quiere ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) debe prestar mucha atención a sus políticas públicas, entre otras, los temas de gobernanza e institucionalidad ambiental son claves en el entendimiento que lo ambiental ha dejado de ser una variable aislada para convertirse en un elemento constituyente de la esencia del desarrollo sostenible. Por tanto, la gestión territorial sostenible no es solo un enfoque o concepto, es un imperativo para el desarrollo de sociedades sustentables.
Bibliografía revisada:
Arce, Rodrigo. 2013. Gestión de los intangibles en el ordenamiento territorial. Disponible en: http://www.ecoticias.com/sostenibilidad/80276/Gestion-intangibles-ordenamiento-territorial Acceso el 01 de marzo del 2015.
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Rodrigo Arce Rojas es ingeniero forestal. Su correo electrónico es: [email protected]
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