El lago Las Canoas, en el pueblo de Tipitapa, cerca Managua, se seca cada vez que el fenómeno de El Niño visita Nicaragua y deja a sus habitantes sin pesca y sin agua para sus cultivos. Crédito: Guillermo Flores/IPS
Por José Adán Silva
IPS, 10 de julio, 2014.- El fantasma del hambre se acerca a Nicaragua. El segundo país más pobre de América Latina y uno de los 10 más vulnerables del mundo al cambio climático, se enfrenta a un fenómeno meteorológico que amenaza su seguridad alimentaria.
Los científicos del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter) vinculan la situación con el fenómeno El Niño/Oscilación del Sur (ENOS), que cíclicamente produce sequías en la costa occidental al océano Pacífico y en el centro del país. Una situación que contrasta con las estacionales inundaciones en el norte y la costa oriental al mar Caribe.
Crescencio Polanco, un veterano productor agrícola del municipio rural de Tipitapa, al norte de Managua, es una de las miles de víctimas del evento climático. Espero en vano las lluvias abundantes de mayo y junio para sembrar granos y legumbres.
Polanco ha perdido su cosecha de frijoles por falta de lluvias, pero eso no le ha quitado la fe: contrajo una deuda de unos 400 dólares para plantar en septiembre y tratar de recuperar la inversión pérdida con lo que no pudo producir en mayo.
Si las lluvias faltan otra vez, será una catástrofe económica para él y su familia de siete miembros.
“En los cultivos de mayo usamos los reales (dinero) que nos dejó la cosecha del año pasado, pero con este préstamo nuevo nos arriesgamos a recuperar lo perdido o perder todo. No sé qué haríamos si no viene el agua”, dijo a IPS.
ENOS = sequía
El ENOS en su fase cálida sucede cuando aumenta la temperatura superficial del agua en las áreas oriental y central del Pacífico ecuatorial y altera los patrones meteorológicos en todo el mundo. En Nicaragua, explicaron a IPS en el Centro Humboldt, el principal efecto es “la exagerada disminución de la disponibilidad de humedad atmosférica” y eso conlleva “significativos déficits de precipitación”, con una estación lluviosa (mayo-octubre) irregular y esporádica. En los últimos 27 años, las siete veces que apareció El Niño trajo sequía, destacaron. |
Su situación no es distinta a la de miles de pequeños productores que dependen de las lluvias para sus cosechas. A unos 45 kilómetros al sur de Tipitapa, al suroeste de Managua, el campesino Luis Leiva lamenta la pérdida total por la sequía de tres hectáreas de cultivos de maíz y pipián (ayote, calabacín).
Este agricultor vende lo que cosecha en el popular Mercado Oriental de la capital y con las ganancias compra granos para sembrar y alimentar a su familia. Ahora lo ha perdido todo y no consigue financiamiento para arrendar la parcela y volver a sembrar.
“Tres lluvias tristes han caído, contadas, y no llegaron a empapar la tierra. Todo está perdido y solo queda buscar qué hacer para ver si puedo sembrar a finales de agosto o en septiembre”, comentó resignado a IPS.
Nicaragua registró una disminución promedio de 75 por ciento de lluvias durante mayo. Según Ineter, se produjo “una histórica reducción de precipitaciones”, que en algunas zonas del Pacífico central alcanzó 88 por ciento, la más alta desde que se llevan registros.
El Ineter advierte con datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos que el déficit de lluvias podría extenderse hasta septiembre.
La pesadilla de los agricultores es general en la franja del Pacífico y del centro del país. Sinforiano Cáceres, presidente de la Federación Nacional de Cooperativas, que aglutina a unas 300 grandes asociaciones agrícolas, expuso los temores del gremio ante la interinstitucional Mesa Nacional para la Gestión del Riesgo.
“Ya perdimos las siembras del ciclo de primera (mayo), si perdemos los de postrera (agosto y septiembre) tendremos hambruna en el país y una espiral de alza en todos los productos de la canasta básica”, advirtió a IPS durante el foro de productores y especialistas para promover soluciones a la crisis. Hay otro tercer ciclo de siembra, en diciembre, llamado apante.
Igual clamor expresaron directamente al gobierno los principales productores de lácteos y carnes del país.
Los integrantes de la Federación de Asociaciones de Ganaderos y de la Comisión Nacional Ganadera expresaron al gobierno que la producción de leche y carne alcanza ha caído en torno a 30 por ciento y podría llegar a 50 por ciento en septiembre si El ENOS se alarga hasta entonces, como pronostica el Ineter.
Además, la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos revelaron que más de un millar de reses de sus agremiados han muerto por falta de alimentos.
Advirtieron también que el precio de la carne y los productos lácteos subirán porque algunos ganaderos están invirtiendo en la adquisición de alimentos especiales, vitaminas y vacunas contra enfermedades para evitar más muertes en sus cabañas.
El sector agropecuario genera más de 60 por ciento de las exportaciones del país y aporta 18 por ciento del producto interno bruto, que sumó 10.991 millones de dólares en 2013, según el Banco Central de Nicaragua.
Para el sociólogo Cirilo Otero, presidente del no gubernamental Centro de Iniciativas de Políticas Ambientales, el riesgo de una crisis alimentaria tendría un impacto económico particularmente grave para un país que aún no se recupera del golpe que significó la plaga de la roya, que en el último bienio afectó a las plantaciones cafeteras de Nicaragua y el resto de América Central.
“Miles de pequeños productores de café y miles de familia que vivían de ese cultivo no pudieron recuperar todavía sus empleos y sus ingresos y ahora les cae El Niño, no sé cómo el país podrá recuperarse de esto”, dijo a IPS.
Según Otero, si el ENOS no varía su comportamiento en el resto de la estación lluviosa, miles de familias sufrirán de subnutrición en un país que en 2012 tenía 20 por ciento de su población, de seis millones de personas, en estado de subnutrición, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Los productores desconocen cómo mitigar los efectos del cambio climático y los mecanismos para adaptarse a las transformaciones de los suelos. Si el gobierno no implementa políticas de adaptación al cambio climático, la crisis alimentaria será severa en 2014 y 2015”, advirtió a IPS.
El gobierno estableció comisiones de seguimiento al fenómeno, junto con encuentros informativos con los productores agropecuarios.
Además, las autoridades incrementaron la entrega gratuita de paquetes alimenticios a miles de familias pobres, una merienda escolar a más de un millón de niños y niñas del sistema educativo y una serie de pequeños programas de financiamiento para agricultura familiar.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ordenó en junio, con carácter de urgencia la importación de 20,5 millones de kilógramos de frijoles y 73,5 millones de kilógramos de maíz blanco para paliar la escasez que ya se siente en los mercados locales.
El gobierno pretende, así, bajar los altos precios del producto mientras cruza los dedos en espera de una próxima cosecha en el actual semestre.
El precio del frijol rojo se duplicó desde mayo, para situarse en dos dólares el kilogramo, en un país donde más de 2,5 millones de personas sobreviven con menos de dos dólares al día, según una encuesta de 2013 de la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global.
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Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2014/07/el-nino-juega-con-la-comida-de-nicaragua/
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