Que la mirada hacia un inmigrante sea en un futuro, la mirada humanizada hacia otro ser humano, compañero de camino, y nos desplacemos por la vida sin el registro de ser un extranjero en nuestra propia casa, en nuestra propia tierra, y en nuestro planeta.
Por Susana Lucero
Pressenza, 29 de setiembre, 2019.- La inmigración fue la ruta del conocimiento, audacia e intencionalidad, desde los origenes de la humanidad en un punto de África, el desplazamiento desde las áridas tierras de África a todos los puntos cardinales, ha continuado y se puede establecer gracias a los análisis genéticos, podemos reconstruir los movimientos migratorios, y los elementos del entorno que han ayudado a las grandes dispersiones o inmigraciones.
La historia del ser humano es indisoluble de las migraciones, no ha habido época histórica donde los fenómeno migratorios no hayan existido, pero en la actualidad han adquirido tal importancia que se consideran verdaderos fenómenos sociales, los cambios en los procesos migratorios se aceleran con la globalización, cambios que se relacionan con políticas económicas internacionales, vinculados a las condiciones de esa globalización que impulsa el capitalismo, los grupos financieros y la banca internacional, a expensas de la diversidad y autonomía de los pueblos y sus culturas, agregando nuevas características a los movimientos migratorios, el control de las fronteras es parte de esa crisis del “modelo” asumido por la mayoría de los países neoliberales..
Desde la época de los años 70, que produjeron transformaciones sociales a nivel mundial, las movilizaciones no son sólo por huir de las dictaduras, las guerras, el hambre, la pobreza crónica, la violencia psicosocial, religiosa, sexual, política, racial y cultural, también está el derecho de un empleo y una vida digna. Es el tema de la violencia en todas sus manifestaciones, que actúan ocultando su carácter y desembocando, en el avasallamiento de la intención y la libertad humana, el correlato de toda forma de violencia es la discriminación.
Una breve síntesis histórica, en los desplazamientos humanos desde los nómadas hasta el surgimiento de las civilizaciones, el intercambio de información, productos y descubrimientos fue vital para los asentamientos y para la vida, no obstante hubo migraciones forzadas, y aniquilamientos masivos, pero nunca a este nivel actual que incluye en todos los continentes, a las diversas razas y etnias.
Si revisamos por ejemplo el primer periodo de la migración masiva entre 1880 y 1913, decenas de millones de pobres, perseguidos y desempleados del sur y el este de Europa se desplazaron hacia las ciudades en crecimiento de América Latina, el Pacífico Sur y norte de África, y hacia las ciudades industriales de Europa occidental. Los desplazamientos partieron de los estados europeos del litoral mediterráneo, además de Alemania, el Imperio Austriaco y el Imperio Ruso, hacia las grandes ciudades en Sudamérica. El crecimiento de la población de Argentina se debió principalmente a las altas tasas de inmigración: una tercera parte de la emigración alemana, la mitad de la española, una tercera parte italiana y la mitad de las emigraciones rusa y austriaca se asentaron definitivamente en ese país. En Uruguay, Chile y Venezuela se experimentaban pautas similares. También Brasil empezó a absorber un gran número de inmigrantes europeos, lo que lo convirtió, en 1914, en la nación con mayor inmigración del mundo.
La historia moderna de la migración internacional se inició con las grandes migraciones de 1850-1973, los inicios de la industrialización (1850-1920) y con la consolidación económica y política del mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial: Europa occidental, Norteamérica y Australia (1945-1973) se convirtieron en los principales destinatarios, permitiendo la supervivencia de millones de personas, y que en la actualidad niegan esos derechos universales.
No desconocemos la migración forzada que produjo tanto dolor en la historia de los pueblos. En el siglo XIX, el desplazamiento obligado de millones de hindúes por los británicos, la entrada de los chinos en el sudeste de Asia, y en los actuales tiempos el desplazamiento violento de palestinos de sus tierras por medio de las tropas de Israel, son algunos de los ejemplos del poder de violencia deshumanizante, donde colocan al otro al mismo nivel de un objeto descartable.
Los gobiernos deberían reconocer: 1- la ubicación del ser humano como valor central, 2- la afirmación de igualdad de todos los seres humanos, 3- el reconocimiento de la diversidad personal y cultural. Y ojala sea tema de discusión y de marchas el tema de la violencia en el trato hacia un inmigrante.
Que la mirada hacia un inmigrante sea en un futuro, la mirada humanizada hacia otro ser humano, compañero de camino, y nos desplacemos por la vida sin el registro de ser un extranjero en nuestra propia casa, en nuestra propia tierra, y en nuestro planeta.
Añadir nuevo comentario