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¿De qué me hablas, Colombia?

Imagen: BBC.

El paro nacional del 21 de noviembre ha desatado una serie de movilizaciones en Colombia contra el gobierno de Iván Duque, a quien se le acusa de desoír el clamor popular.

Por Patricia Saavedra

Servindi, 24 de noviembre, 2019.- El 6 de noviembre, cuando un reportero le consultó al presidente de Colombia, Iván Duque, sobre un bombardeo en Caquetá contra disidentes de las FARC, el mandatario le contestó: “¿De qué me hablas, viejo?”, y apuró el paso.

Su respuesta podría recordarse como una frase desatinada más, sin embargo, es de las que mayor indignación ha causado en Colombia, ya que en esta operación murieron ocho menores, ocultándose además esta información a la opinión pública.

Y es que Iván Duque es visto como un presidente que oye, pero no escucha. Sin embargo, las movilizaciones desatadas desde el 21 de noviembre, cuando el país acatara un paro nacional, no van a ceder hasta sacudir a Colombia de ese letargo gubernamental.

El descontento con el gobierno es profundo, especialmente respecto a su agenda económica como a la manera como se ha retardado la implementación del Acuerdo de Paz, del cual Duque fue un férreo opositor.

Entre las principales demandas están una mayor inversión para las universidades públicas, el rechazo a los interminables asesinatos de líderes sociales e indígenas, el aumento del desempleo, la oposición a reformas laborales y pensionarias, entre otras.

En suma, una agenda inaplazable para Colombia que refleje el paso al desarrollo de políticas en función a los intereses de las mayorías del país, y no de las prerrogativas empresariales.

Por ello, estas marchas conjuntas que están movilizando a gremios obreros, campesinos, pueblos indígenas, estudiantes y demás organizaciones sociales podrían significar el despertar de una nueva ciudadanía que se empodera luego de años de estar opacada por el conflicto armado.

Las jornadas de protesta han sido consideradas como históricas y de tono pacífico y festivo, pese a la confusión y pánico desatados la noche del 22 de noviembre, cuando se declaró el toque de queda y se propaló en las redes una supuesta alerta de actos vandálicos.

Sin embargo, ni el toque de queda, la represión violenta o los patrullajes en helicóptero que sobrevuelan las calles día y noche han silenciado los cacerolazos que buscan generar el despertar a un cambio.

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