Entre las lecciones de este severo derrame petrolero está la obligación de mirar con más atención a los padecimientos amazónicos, así como revisar si es inteligente y apropiado seguir insistiendo con una intensificación petrolera hacia el futuro.
Por Eduardo Gudynas*
23 de enero, 2022.- Sabemos que ocurrió un derrame petrolero en la costa de Ventanilla, en la provincia del Callao, al norte de Lima. Con el paso de las horas y días además supimos que fue muy grave, que la empresa Repsol, responsable de la descarga de crudo hacia una refinería, no respondió adecuadamente, minimizó el hecho, y que cuando fue evidente su gravedad, en forma tardía y lenta reaccionó. También supimos que el gobierno quedó entreverado ante esa catástrofe, y no logró actuar con celeridad y eficiencia. Reconoció que es el peor accidente petrolero en los últimos años, pero todavía faltan tomarse muchas otras medidas.
Es importante compartir algunas precisiones. Se dice que un derrame petrolero es un accidente cuando en realidad no lo es. Son consecuencias inevitables e inescapables de la actividad petrolera. La invocación a excusas como eventos inesperados, inusuales, e incluso cuando se sigue el lenguaje de las empresas de seguros, calificándolo como un “acto de Dios”, expresa malabares para esquivar las responsabilidades de lo ocurrido y reducir los costos económicos de limpieza e indemnizaciones.
En el sector petrolero no existen emprendimientos que sean a prueba de pérdidas o derrames. Lo que puede lograrse con una adecuada gestión tecnológica y una mejor vigilancia es reducir la frecuencia de esos eventos, permitir una rápida respuesta para acotar el volumen que afectará el ambiente, y mejorar las medidas para limpiar los sitios afectados. Pero no se evitan.
Esta condición se repite en muchos emprendimientos de alta complejidad, como la explotación petrolera en selvas o la megaminería. Incluso se ha determinado que las tecnologías que se agregan para evitar el accidente, ellas a su vez se convierten en nuevas fuentes de problemas. Eso hace que debe prestarse particular atención a las incertidumbres y riesgos en la explotación y manejo de los recursos naturales (1). Una cuestión que no se puede ocultar es la imposibilidad de evitar esos accidentes. Podrán ser más o menos frecuentes, más o menos graves, pero siempre estarán allí.
Esa limitación es muy clara en los enclaves y redes de conexión petroleras en la Amazonia peruana. Un reciente informe indica que entre 2000 y 2019 han ocurrido 474 derrames petroleros en esa región (2). Eso arroja un promedio de casi dos derrames por mes a lo largo de dos décadas. Es más, son tan frecuentes que se podía calcular su ritmo en el tiempo y cuando ocurriría el próximo derrame (3). Por lo tanto no son accidentes, sino que son permanencias.
A pesar de esa continuidad, en Perú ocurre una rara situación donde hay una aceptación cotidiana de los derrames en la Amazonia, mientras que el actual genera un enorme escándalo. Los derrames en la selva son más pequeños, disimulados en la vegetación, y afectan sobre todo a comunidades indígenas. En cambio, como el derrame petrolero de Ventanilla es enorme, y ocurrió en la costa, y con ello hasta se cierran playas, se volvió más visible para la centralidad limeña, escalando en los medios y la opinión pública. En contraposición, los derrames que se han sucedido por décadas en la Amazonia totalizan un volumen y una afectación mucho mayor, pero de algún modo se toleran. Eso es tan grave, que las organizaciones indígenas de Perú acaban de recordar que los derrames se repiten permanentemente en la Amazonia ante la “mirada pasiva y permisiva del gobierno, así como la falta de reacción de la ciudadanía y los medios de comunicación nacionales” (4). ¿Por qué no ocurre lo mismo con los derrames que desde hace décadas se repiten en la Amazonia? Esa es una pregunta que la política debería abordar cuanto antes.
De un modo similar, el derrame también salpica a las posturas políticas, aunque eso ahora no sea muy evidente. Es que en el gobierno de Castillo, y en muchos de sus socios partidarios, están quienes apuestan no solamente a mantener las explotaciones de hidrocarburos dentro de Perú, sino incluso aumentarlas bajo la idea de “masificar” el aprovechamiento del gas. Siguiendo otros argumentos, esa misma obsesión petrolera se repite en toda la oposición política, aunque esperan hacerlo de otros modos, aupados a las corporaciones transnacionales. Esas posturas desembocan inmediatamente en mantener o aumentar los enclaves de explotación petrolera y todas sus redes de conexión, como gasoductos u oleoductos.
Estarán los que defenderán ese tipo de extractivismo como necesario para el crecimiento económico y prometerán la mejor tecnología para evitar los derrames. Pero acabamos de observar que es imposible blindarlos y que los derrames terminan siendo endémicos a esas actividades. Es más, si se aplicaran todas las medidas y gestiones necesarias para reducir el riesgo y mitigar los accidentes, se generarían unos costos sustantivos que o bien se trasladan al precio del recurso (lo que casi nunca ocurre), o bien lo terminará pagando el país (movilizando recursos para reducir los impactos ambientales). De todos modos, el riesgo de accidentes se multiplica, y como son inevitables, entonces se frecuencia se incrementará.
Por lo tanto, entre las lecciones de este severo derrame petrolero está la obligación de mirar con más atención a los padecimientos amazónicos, así como revisar si es inteligente y apropiado seguir insistiendo con una intensificación petrolera hacia el futuro.
Notas:
(1) La cuestión se analiza en detalle en Múltiples paradojas: ciencia, incertidumbre y riesgo en las políticas y gestión ambiental de los extractivismos, Polisemina 14, 2018, en: https://revistas.uniminuto.edu/index.php/POLI/article/view/1881
(2) Nuevo informe indica que más de 400 derrames de petról,eo afectaron la Amazonía peruana, Y. Seirra Praeli, Mongabay, 2020, https://es.mongabay.com/2020/08/informe-derrames-petroleo-amazonia-peruana/
(3) Perú: 60 derrames en 15 años, G. Honty, ALAI (Quito), 2016, https://energiasur.com/derrames-en-peru-cuando-el-accidente-es-una-certeza/
(4) Indígenas lamentan desigualdad en la atención de derrames petroleros. Servindi, Lima, 21 enero 2022, https://www.servindi.org/actualidad-noticias/21/01/2022/indigenas-ante-derrame-cuando-pasa-en-nuestro-territorio-no-actuan
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* Eduardo Gudynas es analista en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Versión actualizada y revisada de un artículo originalmente publicado en Noticias Ser.
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