Por Ollantay Itzamná*
11 de agosto, 2016.- Uno de los legados involuntarios de la última globalización cultural occidental es justamente la glocalización (despertar de las identidades particulares diferenciadas). El presente siglo, en comparación, a los anteriores, es y será testigo de diferentes procesos de reconstitución identitarias y territoriales de los pueblos indígenas, dentro y fuera de las fronteras de los bicentenarios estados republicanos de la región.
En y desde diferentes puntos geográficos del Abya Yala, los pueblos despojados y subalternizados construimos caminos de emancipación con diferentes dinámicas, aprovechando los intersticios o descuidos que el sistema-mundo-occidental siempre deja en su intento de hegemonía cultural.
Dichos caminos están fundamentados en los derechos colectivos de los pueblos indígenas establecidos en el derecho internacional y en algunos ordenamientos jurídicos internos de los países. Específicamente, el derecho a la consulta previa, libre e informada es una de las mejores herramientas jurídicas que los pueblos utilizamos para hacer prevalecer nuestros derechos ante los intereses empresariales foráneos en nuestros territorios.
Si bien los procesos de reconstrucción identitaria, tanto individual como colectivo, han tenido avances significativos en los últimos años, sin embargo, existen agendas postergadas pendientes que ayudarían, en buena medida, a dar un salto cualitativo de los derechos culturales hacia el ejercicio de los derechos políticos de los pueblos. Entre estas agendas pendientes están:
Recuperación de tierras y territorios para hacer frente a la expansión del capitalismo de acumulación por despojo
En los últimos años, los estados nacionales se han sometido al expansionismo global del capitalismo neoliberal. Ya no hay Estado que proteja y defienda la vida, la dignidad y la soberanía de los pueblos. Mucho menos, la preservación del sistema-tierra.
En estas circunstancias, la lucha por la restitución de los territorios indígenas no es únicamente un asunto económico, ni sólo para el ejercicio del poder indígena, sino es sobre todo para proteger la Vida en y desde los territorios.
Instaurar estados plurinacionales con autonomías indígenas
En el marco normativo de los Estados naciones mestizos vigentes no es posible la garantía, ni el ejercicio de los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Los Estados nacionales son esencialmente monoculturales y centralistas, donde los pueblos indígenas subsistimos sin Estado (sin derechos), e incluso en contra de la voluntad de éste. Por ello, es urgente transformar los estados mestizos en estados plurinacionales, descentralizados y con autonomías de territorios indígenas.
Para que los pueblos disfrutemos y ejerzamos nuestros derechos colectivos, los territorios indígenas deben ser autónomos política, legislativa, jurídica, económica, cultural y administrativamente. Todo esto debe estar dispuesto expresamente en las constituciones políticas de los Estados plurinacionales.
Disputar la hegemonía de la modernidad desde la propuesta del Buen Vivir
La racionalidad lineal simplificadora se ha impuesto en el planeta como el único modo de ver y explicar el mundo. De allí, la supremacía de la ciencia occidental como la ciencia universal. Eso pasa también con el método de la construcción del conocimiento, con el conocimiento escrito, etc.
La modernidad tecnológica, en la medida en que se ensancha como estilo de vida, ha acelerado los procesos devastadores en contra de nuestra Madre Tierra.
Nuestra Madre Tierra necesita tiempo, pausa, descanso, para restaurar sus condiciones vitales y reequilibrar su temperatura adecuada. Para esto debemos cambiar nuestros hábitos de consumo. Dejar de soñar con ser ricos, vivir con austeridad y restaurar la convivencia equilibrada en la comunidad cósmica. Éste es el camino hacia el Buen Vivir.
Restaurar el rol de la comunidad humana dentro de la comunidad cósmica
Las y los indígenas tenemos el gran desafío de pensar, sentir y actuar con lógicas comunitarias. Necesitamos ser más defensores que líderes, más cooperantes que competentes, ser más comunidad que individuos.
La lógica y el modo de estar comunitario deben reextenderse a nuestro modo de convivencia en y con la comunidad cósmica, donde el sujeto de derechos ya no sólo seamos los humanos, sino también el resto de los seres materiales y espirituales. Debemos restaurar nuestra misión de cuidadores y puentes simbólicos en el tejido de la comunidad cósmica.
Superar el monoteísmo y antropocentrismo
Los humanos (varones) nos creemos el centro (medida) de toda la casa cósmica porque creemos que somos los únicos predilectos (imagen y semejanza) del único Dios verdadero. De esta falsa conciencia antropocéntrica nace el individualismo liberal consumópata que cree que toda la naturaleza está a su disposición para saquear.
El antropocentrismo macho, blanco y rico es la base de todos los intentos criminales de la anulación sangrienta de la comunidad humana multicultural en el planeta. Por ello, restaurar y ampliar/profundizar nuestras ecoespiritualidades plurales y abiertas, y trascender hacia un modo de pensar, sentir y actuar cosmocéntrico es nuestra tarea urgente.
Superar los dispositivos coloniales aprehendidos
Es fundamental avanzar de los derechos culturales (muchas veces folclorizadas) hacia el ejercicio de los derechos políticos. Tierra y territorio con autonomía, autodeterminación de los pueblos, consulta previa, etc., son caminos que necesariamente debemos recorrerlos como pueblos.
Si lo indicado hasta ahora ya son caminos empinados, los caminos de transformación hacia adentro son igual o más difíciles aún. Debemos matar al colonizador racista, machista, monoteísta, clasista, antropocéntrico que habita en cada uno de nosotros/as.
¿Cómo hacer que las y los indígenas, a mayor grado de educación académica y “ascenso” social, no sigamos reproduciendo endémicos males como el racismo, clasismo e individualismo instalados en y por el sistema? ¿Cómo hacer que a mayor oportunidad de acceder a espacios de tomas de decisiones no seamos prepotentes, avaros e insensibles con los nuestros y los otros? ¿Cómo hacer que en la medida que los patrones nos permitan a su mesa no miremos con desprecio, ni desdén a nuestros hermanos/as despreciados por los patrones?
¿Cómo estar en el sistema sin aprehender, ni reproducir/defender los vicios del sistema como virtudes idealizados? Estos y otros son desafíos casi existenciales para salir de la condición de la colonialidad en la que subsistimos.
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*Ollantay Itzamná es indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace más de 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir se conozcan.
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