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Telecomunicación: Derecho fundamental para la educación univ.

Es indispensable comprometer en las autoridades del mundo el reconocimiento de las telecomunicaciones como un derecho humano fundamental, particularmente para alcanzar una educación universitaria de calidad a favor de nuestra juventud. Si bien existe el riesgo de una homogenización de culturas, promovida por algún grupo dominante, serán los propios actores sociales quienes afrontarán este riesgo favorecidos hoy por el propio intercambio de información.

Telecomunicación: Derecho fundamental para la educación univ.

Por Antonio Peña Jumpa*

11 de abril, 2022.- La pandemia del COVID-19 ha conducido por un nuevo rumbo el proceso de formación o educación de los seres humanos. A la tradicional enseñanza a través de las aulas y la relación personal del docente ha impuesto la enseñanza virtual desde casa a través de una relación sincrónica o asincrónica con el docente. Este hecho tiene muchos efectos en el proceso de formación y educación. En los siguientes párrafos queremos reflexionar solo uno de ellos en la educación superior: el acceso a la educación universitaria a través de las telecomunicaciones como un derecho fundamental.

La educación universitaria ya no tiene límites geográficos. El único límite es la falta de internet o la ausencia de un servicio de telecomunicaciones de calidad. Sin embargo, es importante distinguir las ventajas y desventajas que aparecen en esta nueva situación.

Países con una geografía compleja como el Perú, con extensos espacios desérticos separados por pequeños valles, con diversos pisos ecológicos generados por sus gigantes montañas Andinas y con una inmensa flora y fauna aún por investigar en su Amazonía, reciben los efectos positivos y negativos de este proceso. Los efectos positivos conducen a afirmar que no hay pretexto u obstáculos para que cualquier persona interesada ubicada en alguna parte de esta compleja geografía conozca y acceda a la educación superior y, en particular, a la educación universitaria.

Los jóvenes interesados solo necesitan de un servicio de telecomunicaciones de calidad para acceder y estudiar en la universidad. Esto significa el acceso a un servicio de “interacción de información entre distancias” que lo lleven con facilidad a la “transmisión de voz, datos o video” (ver el concepto de telecomunicaciones en internet). Para ello es necesario reconocer el servicio de telecomunicaciones como indispensable, o en términos de derechos, identificar este servicio como un DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL.

El servicio de telecomunicaciones como indispensable o derecho humano fundamental supone aceptar que ya no podemos subsistir aislados, sin telecomunicaciones. Pero, si bien esta necesidad envuelve a todas las personas, sin distinción de edad, es la juventud y su educación el punto central. Las telecomunicaciones son indispensables para que la niñez acceda a la trasmisión de voz, datos o videos, pero es en la adolescencia y sobre todo en la juventud que este servicio se vuelve en una objetiva necesidad: el joven o la joven está en crecimiento, en una revolución personal y requiere interactuar para su desarrollo normal; entonces es el momento de conocer más y aprehender lo que ocurre a su alrededor y fuera de éste.

Dada esta objetiva necesidad, el servicio de telecomunicaciones tiene que estar disponible para todos, en cada localidad. Para ello, es también indispensable que se desarrollen empresas locales, al lado de empresas nacionales y trasnacionales que brinden un servicio eficaz y eficiente. Es absurdo hoy, en pleno siglo XXI pensar que una comunidad andina o amazónica alejada en países como el Perú, no pueda comunicarse con las grandes ciudades, y que su juventud no pueda acceder a la educación superior. Si ello ocurre, es que la empresa privada no funciona, y, en consecuencia, la autoridad local y nacional deben asumir el servicio subsidiariamente.

Así, dentro de una teoría del Estado para el siglo XXI, si el servicio de telecomunicaciones, incluyendo el internet, es de baja calidad en un determinado lugar, o simplemente no existe el servicio, es una grave responsabilidad de la autoridad. Esta situación adversa constituye la violación de una necesidad o un derecho fundamental hoy.

Sin embargo, este acceso al servicio de las telecomunicaciones puede también traer desventajas o efectos negativos en la educación, incluyendo la universitaria, en países heterogéneos culturalmente como el Perú. La necesidad de las telecomunicaciones en la educación conduce al uso generalizado o universal de los instrumentos para la interacción de información entre distancias y con ello a generalizar o universalizar el contenido de la educación de una cultura dominante afectando las culturas diferentes.

Este ha sido el riesgo de la era de la globalización reciente, iniciada tras la caída del muro de Berlín (1989), pero que curiosamente no se ha concretado. Contrariamente, el fenómeno produjo el fortalecimiento de lo local, y con ello de las comunidades diferentes. Sin embargo, las telecomunicaciones pueden presentarse ahora como el medio más útil para la globalización, al uniformizar el uso de tecnologías y desarrollar homogéneamente normas silenciosas, procedimientos y nuevas formas de pensar para efectivizar el intercambio de información.

Esta situación de generalización o universalización nos conduciría a una cierta igualdad de culturas o maneras de pensar, homogeneizando el mundo a favor de alguna cultura o grupo dominante. Pero, también nos podría conducir a una nueva fortaleza de lo local, o de las comunidades de culturas diferentes, al interactuar y contar ahora con más información del mundo.

Pensando en la juventud universitaria, creemos más en esto último. Cada generación tiene la oportunidad de construir su mundo y cuidar de éste para las generaciones futuras.  La universidad abierta a través de las telecomunicaciones puede conducir a que el conjunto de mejores estudiantes en cada comunidad pueda buscar y acceder a la universidad de calidad, y, a partir de ello, se fortalezca él o ella, su familia y su comunidad.

¿Qué hacer?

Teniendo en cuenta el debate previo, es indispensable comprometer en las autoridades del mundo el reconocimiento de las telecomunicaciones como un derecho humano fundamental, particularmente para alcanzar una educación universitaria de calidad a favor de nuestra juventud. Si bien existe el riesgo de una homogenización de culturas, promovida por algún grupo dominante, serán los propios actores sociales quienes afrontarán este riesgo favorecidos hoy por el propio intercambio de información.

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* Antonio Peña Jumpa es profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú y de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Abogado, Magister en Antropología y Ph.D. in Laws.

 

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