La posibilidad de retornar a clases en aula aún es muy lejana. Y preocupa el silencio del Ministerio frente a una situación tan compleja. Si el virus ha venido para quedarse habría que comenzar a debatir en serio cómo va a ser la nueva educación y cuánto de esta primera experiencia de educación a distancia llamada “Aprendo en Casa” quedará en pie.
Por Carlos Flores Lizana*
Noticias SER, 9 de junio, 2020.- Los estudiantes y los docentes están viviendo un obligado proceso de transformación de la educación debido a la pandemia. En el Perú tenemos alrededor de 8 millones de estudiantes en la educación básica regular, por lo menos tres millones viven en la pobreza sin servicios de internet y acceden a “Aprendo en Casa” a través de celulares bastante limitados, o televisores antiguos y pequeños. Muchos estudian en pequeños colegios privados, que no tienen los recursos tecnológicos ni de capacitación a sus docentes para llegar a ellos.
De otro lado, la brecha entre los estudiantes del campo y la ciudad se está mostrando en toda su dimensión, y sin solución a la vista, ya no solo por la falta de recursos, sino por no tener docentes que hablen nuestras lenguas originarias. Lo más preocupante es que no llega mucha información a las familias sobre como acompañar a nuestros hijos en este esfuerzo.
Tengo dos hijos en edad escolar y por eso escribo con algo de conocimiento. Los dos estudian en el mismo colegio nacional que queda cerca a nuestra casa. Uno está en secundaria y la otra en primaria. Llevamos tres meses combinando clases por televisión y mensajes que envía la docente vía un grupo de WhatsApp. Los estudiantes tienen que saber manejar celulares, cosa que felizmente saben hacer mejor que muchos adultos, dentro de los que me incluyo.
La cosa se agrava, cuando en una familia hay un solo celular y hasta cuatro estudiantes en diversos grados
Un problema de muchas familias es que no tienen computadoras adecuadas para recibir la abundante información que dan los docentes sobre las distintas materias, ni conexión suficiente a internet como para seguir las reuniones –que hemos empezado a tener– con la docente de primaria. Hace pocos días en nuestra primera reunión vía zoom solo pudieron conectarse nueve padres de familia (menos de un tercio), varios de ellos señalaron que no tienen impresora y por lo tanto los niños tienen que leerlo todo en el celular, y así hacer sus tareas y reportarlas a su docente. La cosa se agrava, cuando en una familia hay un solo celular y hasta cuatro estudiantes en diversos grados, en este caso los niños tienen que turnarse y cuidar que el celular siempre esté cargado y operativo.
El otro tema de preocupación de la heroica docente es cómo los padres acompañamos a nuestros hijos en esta nueva manera de educar. Ella tuvo un gesto muy bonito al preguntarnos “¿Cómo están?” ya que como sabemos muchos padres pueden estar enfermos, haber perdido el trabajo, etc. Como los varones son los que más salen no pueden hacer este acompañamiento. En algunos hogares, padre y madre trabajan con horarios muy exigentes y descoordinados, para estas familias la situación se ha hecho más complicada aún por todos los problemas que genera la pandemia.
Y en el caso de las madres que se quedan en la casa no tienen las competencias para acompañar a sus hijos e hijas, sobre todo con relación a la información actualizada de los saberes que los niños alcanzan y piden. Para algunos niños, la solución a la falta de acompañamiento la encuentran en el internet donde hay bastante información. Otros “más vivos” esperan a los compañeros que van reportando sus trabajos y se copian, cosa difícil de controlar por parte de la docente, que tiene que revisar, corregir y devolver los trabajos a sus alumnos.
la docente del grado nos contaba que no tiene horario de trabajo, ya que todo el día está pendiente de sus alumnos, enviando y recibiendo textos, preguntas, etc.
La labor de la docente es realmente meritoria, tiene que haberse capacitado para manejar las famosas TIC, debe tener la información digitalizada de las materias que va administrando, adecuarse al ritmo de los niños, conseguir más y mejor información, etc. Es verdad que las clases se inician en la TV a las 10 y 30 am, en la primaria, luego de lo cual la docente debe enviar los materiales para que los niños trabajen –sin poder saber si vieron u oyeron la clase–, esperar que cada uno de ellos reporte lo hecho, revisar, corregir, sugerir más lecturas, etc. Como los niños no pueden reportarse a la misma hora, ella tiene que esperar a cada niño y revisar sus trabajos. Así la docente del grado nos contaba que no tiene horario de trabajo, ya que todo el día está pendiente de sus alumnos, enviando y recibiendo textos, preguntas, etc. Por ello, la familia de la docente ya mostró su malestar, frente a esta falta de respeto a las condiciones laborales de una madre de familia con compromisos, hijos y necesidades propias.
Llevamos en este sistema desde marzo, hasta la fecha no nos han entregado ningún texto de primaria, por el contrario, en secundaria felizmente recibimos la mayoría de los libros, con la promesa de “regularizar” posteriormente su entrega. Pero si esto pasa en Lima que tiene cerca a los colegios, en el caso de las provincias la situación es distinta, y la costumbre es que los libros lleguen luego de las vacaciones de julio, si es que llegan. Nos han dicho que los textos junto con los alimentos de Qali Warma estarán llegando, con el favor de Dios, hacia la tercera semana de junio. Ojalá así sea. Este mal funcionamiento del Ministerio de Educación es conocido, pero resulta cruel en este contexto, porque esos alimentos podrían aliviar el hambre de miles de niños y sus familias.
la costumbre es que los libros lleguen luego de las vacaciones de julio, si es que llegan.
Otro asunto de importancia y un problema de muchos niños es la falta del hábito de lectura, carencia que comparten con sus padres. Y quienes lo tienen, ahora en cuarentena, no tienen dinero para comprar libros para los chicos. De otro lado, en muchos hogares no hay mucha autoridad, lo que lleva a que los horarios de levantarse, estudiar, leer, dormir, jugar o hacer gimnasia, los ponen los niños a su gusto. Los padres, como vemos que los chicos se aburren los dejamos –horas de horas– delante de la televisión o jugando con el celular o la tablet, si tenemos esos medios. Y en muchas familias pobres donde están hacinados, sin comodidades de espacio y tecnología, el encierro para los niños debe generar mucho dolor y angustia, dimensión emocional que no se está considerando, al igual que la violencia contra los niños y adolescentes que no ha disminuido, y que afecta su salud mental. Estudiar en esas condiciones es más pesado y triste.
Me quedan muchas preguntas y reflexiones: ¿Cuántos niños y adolescentes, del sistema educativo nacional estarán realmente estudiando con “Aprendo en Casa”? El ministerio está demasiado callado, hasta la fecha, y parece que no tiene voluntad de saber en términos reales, más allá de datos cuantitativos e impresiones. ¿En zonas rurales cuanto de esta propuesta estará funcionando? ¿Los más de 300 mil docentes, estarán entrando en las TIC? ¿Las UGEL tendrán la logística para hacer un correcto seguimiento de estas capacitaciones y su consecuente aplicación con sus estudiantes? ¿Cómo serán evaluados los estudiantes? ¿Cómo se estarán educando los miles de estudiantes de colegios privados pequeños y que no han podido migrar a los públicos? ¿En qué estado se encuentra la educación inicial? ¿Qué va a pasar con la educación superior?
Lo descrito es una muestra de lo que está pasando en la realidad. La posibilidad de retornar a clases en aula aún es muy lejana. Y preocupa el silencio del Ministerio frente a una situación tan compleja. Si el virus ha venido para quedarse habría que comenzar a debatir en serio cómo va a ser la nueva educación y cuánto de esta primera experiencia de educación a distancia llamada “Aprendo en Casa” quedará en pie.
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*Carlos Flores Lizana es escritor, investigador y docente de antropología
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Fuente: Noticias SER: http://www.noticiasser.pe/opinion/como-esta-funcionando-realmente-aprendo-en-casa
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