El gran error fue abordar soluciones paralelas y planas a los grandes problemas mundiales. Se deben reorientar y replantear los ODS priorizando la salud, la alimentación y el agua.
Por Luis Lujan Cárdenas*
iAgua, 8 de abril, 2020.- Así es. Por primera vez en la historia moderna de la humanidad una pandemia asesta un duro golpe a la economía mundial ―con efectos políticos imprevisibles―, al prácticamente paralizar casi todas las actividades productivas, industriales y de servicios de la mayoría de los países en los cinco continentes del planeta.
Las consecuencias sociales son evidentes, dramáticas y trágicas, especialmente para aquellas naciones en vías de desarrollo y pobres en Asia, África y Latinoamérica, que no poseen las reservas económicas, infraestructura y políticas de resiliencia de los países desarrollados.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) acordado por las Naciones Unidas en el 2015 para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad de todos los pueblos del planeta a partir del 2030, caen como un castillo de naipes por el coronavirus, ante la mirada incrédula, sorprendida e impotente de los líderes mundiales, y el pánico, terror y desesperación de los más de 7,500 millones de habitantes en la Tierra.
Necesitamos el ODS 18: solidaridad humana, y romper ese círculo vicioso del neoliberalismo y su cultura de consumismo y del éxito, que ensancha las brechas sociales, destruye el planeta y nos niega el derecho fundamental a la vida.
El gran error fue abordar soluciones paralelas y planas a los grandes problemas mundiales. Se deben reorientar y replantear los ODS priorizando por medio de una pirámide la primerísima importancia de la salud, la alimentación y el agua, carencias que no esperan y que son perfecto caldo de cultivo para las enfermedades infectocontagiosas y otros males que causan millones de muertes al año fundamentalmente a los pobres bajos en defensas, mal alimentados y sin agua y saneamiento, a los pobres de cobertura de salud universal y protección medioambiental; en fin, a los pobres de salud física y mental que no pueden esperar hasta el 2030.
Tres siglos, desde la revolución industrial hasta las sociedades digitales, el internet de las cosas, la inteligencia artificial y la física cuántica, en el siglo XXI aún continúa imperando la vieja política del poder por las armas, la acumulación de capital por unas cuentas naciones, la privatización del conocimiento y las ganancias billonarias de transnacionales, riqueza que bien hubiera puesto punto final a estas dos carencias humanas que ya no deben de existir en más de las dos terceras partes de la población mundial.
Necesitamos el ODS 18: solidaridad humana, y romper ese círculo vicioso del neoliberalismo y su cultura de consumismo y del éxito, que ensancha las brechas sociales, destruye el planeta y nos niega el derecho fundamental a la vida. Debemos reflexionar, razonar y actuar con sistemas sociales y políticas inteligentes, que nos conduzca a todos, sin excepción alguna, hacia la sociedad del bienestar.
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*Sociólogo y periodista, magíster en Administración, especialista en Comunicación para el Ecodesarrollo, articulista en diversos medios escritos de Perú.
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Fuente: iagua: https://www.iagua.es/blogs/luis-lujan-cardenas/coronavirus-derrumba-ods-como-castillo-naipes-0
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