Desde hace varios meses, jóvenes de distintos países protestan para exigir medidas contra el cambio climático. Exigen acción inmediata a un ritmo que los políticos no pueden seguir.
Por Leonie Von Hammerstein
DW, 27 de abril, 2019.- "Nunca he sentido que alguien realmente me represente en la política", dice Max Vella, estudiante de Biología con derecho a voto hace varios años.
En las últimas elecciones no votó por nadie, y en su lugar escribió un texto de protesta en el voto. Ahora la situación cambió. Todos los viernes llega al Invalidenpark en Berlín para manifestarse.
"Estamos acá, hacemos ruido porque nos quieren robar nuestro futuro", afirma. Inspirados por la activista sueca Greta Thunberg, miles de jóvenes en vez de ir a la escuela o a la universidad, salen cada viernes a la calle para recordarles a los políticos su responsabilidad en la lucha contra el cambio climático. También lo hicieron en Viernes Santo, y no ven un final a la vista para este movimiento.
"El cambio climático es un tema que suele ser barrido bajo la alfombra, y eso siempre me ha enfurecido", dice Clara Mayer, egresada de preparatoria y quien votará por primera vez en las elecciones europeas de mayo. Las críticas del movimiento se dirigen a todos los partidos, sin excepción, los que se habrían dormido ante el calentamiento global.
"Somos independientes, eso es muy importante. Nuestras demandas son mucho más radicales que las de los políticos", dice Mayer.
Nuevo acercamiento a la política
En esto Mayer no está sola. Más del 40 por ciento de quienes participan en Fridays for Future dicen no sentirse representados por los partidos, según un estudio del Instituto para la Investigación de Protestas y Movimientos Sociales. Los jóvenes apuntan sus demandas hacia los políticos, pero no solo a ellos. También quieren comer menos carne, producir menos basura, consumir de forma más amigable con el ambiente.
Para Klaus Hurrelmann, investigador y profesor en la Hertie School of Governance, la protesta de Fridays for Future representa un cambio radical en la política. Se trata de una nueva generación que presenta sus exigencias.
"Los jóvenes quieren más digitalización, más velocidad, más influencia directa". Los partidos alemanes tienen el problema que la edad promedio de sus militantes se acerca a los 60 años, y entienden la política de otra forma. Existe el peligro de irritar a toda una generación si no se toma en serio el problema del calentamiento global.
No queremos tus comentarios
Una parte importante de las protestas es el llamado "tiempo de micrófono abierto". Allí, cada cual puede decir lo que le plazca. Una chica toma la palabra y dice "yo también soy una Lindner, pero de los buenos". La gente ríe, porque el jefe de los liberales alemanes, Christian Lindner, se ha convertido en redes sociales en un meme permanente. Desde que dijo a los jóvenes que deberían dejar la protección del clima a los profesionales fue tomado como centro de bromas y en ejemplo de las reacciones que vienen desde la política establecida, que cae dentro de la categoría de "bastante torpe".
Pese a todo, ha habido acercamientos entre los partidos y los jóvenes activistas. El Comité de Medio Ambiente del Parlamento alemán los invitó a debatir, en unas sesiones que los involucrados han calificado como muy constructivas. Entre los políticos está bien considerado ser visto junto a los activistas, especialmente en Twitter. A Clara Mayer eso le desagrada, al menos cuando se trata de un respaldo hipócrita. "No necesitamos sus comentarios en Twitter, necesitamos que hagan algo", afirma.
El "aburrido camino" democrático
¿Cómo son esas conversaciones? Durante semanas los activistas actuaron bajo una premisa: ellos salían a las calles y conseguían llamar la atención y los políticos buscarían las soluciones.
Eso cambió cuando Fridays For Future publicó un catálogo de demandas. La principal preocupación de los estudiantes: lograr bajar en 1,5 grados el calentamiento de la Tierra, tal como lo estipula el acuerdo climático firmado en París. También buscan la eliminación del carbón como fuente combustible de aquí al año 2030, la conversión completa a la energía renovable para el año 2035 y establecer un impuesto sobre el CO2. Muchos en política consideran estas demandas demasiado radicales y advierten que intervienen en los hábitos de vida privada.
Carsten Träger, del SPD, comprende las exigencias del grupo de jóvenes. "Pero yo defiendo el camino aburrido de la democracia", dice la portavoz de política ambiental para el grupo parlamentario del SPD. "También estoy segura que el cambio se hará rápidamente, tal como se está exigiendo, pero no creo que todo deba estar subordinado a proteger el clima".
Para Mayer, el "camino aburrido" de la democracia no es lo suficientemente rápido. Ella encuentra el argumento que se refiere a los puestos de trabajo como algo hipócrita. "No hay compromiso cuando el planeta se destruye, cuando el planeta se está muriendo, si eso ocurre no habrá puestos de trabajo para nadie".
Ímpetu juvenil
Por un lado, las urgentes demandas de los activistas, por el otro, la corpulenta máquina de la democracia parlamentaria. Klaus Hurrelmann, investigador y profesor, ve potencial al movimiento por su ímpetu juvenil, pero advierte que no será un camino sencillo.
El hecho de que tantos jóvenes salgan a la calle todas las semanas le ha dado coraje a Max Vella. Incluso se imagina formando parte de un partido político, que en su caso sería Los Verdes.
"El camino es la política, es desde ahí que realmente se pueden hacer cambios". Sin la política, los activistas de Fridays for Future saben que no se puede hacer mucho.
(mn/few)
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