Desinformémonos, 11 de agosto, 2017.- Si las tendencias de producción y desecho de plástico continúa, para el 2050 habrá 12 mil millones de toneladas en la naturaleza o vertederos, pues tan sólo hasta el 2015 el humano produjo 8 mil millones 300 toneladas desde 1950, de acuerdo con un estudio de la revista especializada “Science Advances”.
La cifra de plástico producido hasta hace dos años equivale al peso de 822 mil Torres Eiffel, 25 mil edificios Empire State, mil millones de elefantes u 80 millones de ballenas azul.
El artículo explicó que del número de toneladas de plástico producido, 6 mil millones 300 se convirtieron en residuos y sólo 9 por ciento de ellos fue reciclado.
“La mayoría de los plásticos no se biodegradan de forma significativa, por lo que los residuos de plástico que los humanos han generado podrían estar con nosotros durante cientos o incluso miles de años”, dijo Jenna Jambeck, una de las autoras del estudio.
De dos millones de toneladas que se produjeron en 1950, la cifra aumentó hasta 400 millones en el 2015 a nivel mundial, lo que superó a todos los materiales fabricados por el hombre. De toda la producción, alrededor del 50 por ciento se fabricó en los últimos 13 años, apunta el estudio.
“Nuestras estimaciones subrayan la necesidad de pensar críticamente sobre los materiales que usamos y nuestras prácticas de gestión de residuos”, agregó Jambeck.
La investigación fue dirigida por un equipo de científicos de la Universidad de Georgia, la Universidad de California en Santa Barbara y la Asociación de Educación del Mar, a través del análisis de la producción histórica de plástico en todo el mundo, así como su uso y destino.
En 2016, la subsecretaria de Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente del Departamento de Estado de Estados Unidos, Catherine Novelli, alertó que cada año de diez a 20 millones de toneladas de plástico de la basura terminan en el océano, principalmente procedentes de vertederos mal manejados.
Al momento de entrar en contacto con los mares, el plástico no se degrada pero se rompe en pedazos más pequeños que se arremolinan con las corrientes marinas, lo que crea superficies turbias del material.
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