El informe "Pobreza y derechos humanos" de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sostiene que las brechas de pobreza y pobreza extrema entre los los indígenas y no indígenas agudiza la desigualdad. El reflejo de este problema se ve en los niveles más altos de analfabetismo, desnutrición, dificultades para acceder a cuidados médicos, y obstáculos para acceder servicios básicos como agua potable, saneamiento, electricidad y viviendas adecuadas por parte de la población indígena.
Por Roger Tunque
Servindi, 20 de diciembre, 2017.- Un reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sostiene que “la pobreza afecta al 43 por ciento de los hogares indígenas”, cifra que representa el doble de la proporción del problema en hogares no indígenas.
Asimismo, el informe “Pobreza y derechos humanos” señala que el 24 por ciento de todos los hogares indígenas viven en condiciones de pobreza extrema, lo que significa que dicho problema afecta a las comunidades 2.7 veces más frecuente que a los hogares no indígenas.
La CIDH atribuye la problemática a la persistencia de una situación de exclusión estructural e histórica de la población indígena, que genera y facilita la reproducción intergeneracional de la desigualdad y la pobreza.
El reflejo de ello es que los pueblos indígenas siguen afectados por niveles más altos de analfabetismo, desnutrición, dificultades para acceder a cuidados médicos, y obstáculos para acceder servicios básicos como agua potable, saneamiento, electricidad y viviendas adecuadas.
Además, según detalla el informe, aún persisten retos que dificultan su acceso a la justicia y menoscaban la efectiva participación y representación política de los pueblos indígenas.
Crecimiento desigual
La CIDH señala que, a pesar de que América Latina vivió un crecimiento económico acelerado y una reducción de sus tasas de pobreza y pobreza extrema en la década del 2000, dicha reducción no fue distribuido de manera equitativa.
Aunque la tendencia regional de reducción de la pobreza benefició a los pueblos indígenas, no tuvieron similar reducción a las tasas de los no indígenas; por el contrario, los datos se mantienes invariables o siguen ampliándose las brechas, lo cual agudiza la desigualdad.
Por ejemplo, Bolivia redujo considerablemente la pobreza crónica durante la década del 2000; sin embargo la brecha de pobreza entre los hogares indígenas y no indígenas aumentó en un 32 por ciento.
La tendencia se repitió en Ecuador, con un aumento en 13 por ciento, en Brasil con 99 por ciento, y en Chile las cifras indican que la tasa de pobreza por ingresos entre los pueblos indígenas es doble en comparación con la de los no indígenas.
Por su parte, en Paraguay, los índices de pobreza entre los indígenas es 7.9 veces más altos que entre el resto de la población y en Guatemala, durante el periodo 2006 – 2014, los indígenas afectados por la pobreza extrema pasaron del 30 al 40 por ciento.
Acceda al informe completo de la CIDH a través de: Pobreza y derecho humanos (PDF, 201 páginas)
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