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Dodecálogo del buen gobernante

El sembrador. Dibujo de José Sabogal para la revista Amauta

Nuestra colaboradora Payo Puch nos envía un dodecálogo que habría que enmarcar y colocar de forma urgente en lugares públicos para que sea leído y asimilado por la ciudadanía y en especial por todas las personas que aspiran a cargos de gobierno.

Por Payo Pauch

No podemos pretender cambiar el país, si el mandatario no sabe interpretar y hacer realidad los intereses de las mayorías. Debe tener una visión clara de los objetivos, fines y propósitos nacionales que se quiere alcanzar, en función del interés común y el respeto a los derechos humanos y civiles de su pueblo.

Para alcanzar el respeto, el reconocimiento y la honra de su país, el gobernante deberá regirse por las siguientes normas, principios y tareas:

1. Gobernarás con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo, dando ejemplo de honradez, sindéresis al actuar y rectitud en las medidas a tomar. Que la ética prevalezca en todas tus acciones, ya que has sido elegido para servir al país y no servirse del país en provecho propio.

2. No robarás ni te  enriquecerás con dinero del erario, prebendas o coimas de financistas anónimos, ni cuentas bancarias ocultas en el extranjero.

3. No mentirás ni harás promesas falsas, como la “gran transformación” de tu país, sin tener las agallas y el coraje de hacerlo realidad. De un pueblo traicionado con promesas incumplidas y expectativas defraudadas, cosecharás el repudio de tus electores y la indignación popular, al final, el olvido sepulcral o una soledad bien ganada.

4. Nunca seas cínico, oportunista ni demagogo. Líbranos Señor del gobernante corrupto y ladrón. De aquel que hace creer que favorece al pueblo, mientras se subordina sin tapujos a los grupos de poder.

5. Se un estadista y demócrata a carta cabal. Que el poder no te maree, que los halagos no te infle el ego ni te corrompa, y el espíritu autoritario no te aceche. Ten en cuenta que el poder es efímero, no es más que un sillón forrado de terciopelo a la espera del siguiente gobernante.

6. No consideres el poder que te da tu envestidura como un derecho, sino como un servicio a la nación. Obra siempre con decencia política, haciendo prevalecer la ética de las responsabilidades y obligaciones. Porque “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

7. Forja una alianza social con tu pueblo, especialmente con los desposeídos a través del diálogo participativo e intercultural, ello te dará aprendizaje, experiencia y sabiduría para gobernar.

8. Opta por un modelo de desarrollo redistributivo, equitativo e inclusivo con cultura ecológica y conciencia ambiental, que lleve las aspiraciones más profundas de justicia social y democracia real.

9. Erradicar la pobreza y la desigualdad será el norte de tu gobierno. Preservar y resguardar los recursos naturales así como la soberanía alimentaria y energética, será tu visión y misión permanente. Luchar frontalmente contra la corrupción y la impunidad uno de tus objetivos principales. Combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada una de tus metas a cumplir. Hacer frente al capitalismo salvaje y su cultura del descarte cuyo consumismo compulsivo enajena a la población, uno de tus propósitos a alcanzar.

10. No consentirás la intromisión de credos religiosos en la política nacional. No se puede mezclar creencia y fe con la libertad de conciencia y pensamiento, se gestaría un pernicioso dogmatismo político-religioso que impedirá la afirmación de un Estado laico plural.

11. Gobernarás con dignidad y autonomía frente  a los poderes fácticos, haciendo frente a la prensa hegemónica y sus áulicos que sirve de tribuna a la clase dominante y sus intereses económicos.

12. Es necesario sentar las bases de un buen gobierno, promulgando una nueva Constitución Política que respete y restablezca principios democráticos, políticas de equidad y el fortalecimiento de los derechos sociales y ambientales de la nación, que han sido seriamente conculcados por la minoría dominante del país.

“El que quiere gobernar un Estado, tiene que ser capaz de gobernar primero su corazón, su casa, su comarca y luego su pueblo. Sólo el que mira hacia adentro puede gobernar el Estado” (Confucio).

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