IPS, 17 de abril, 2021.- Las importaciones de la Unión Europea (UE) contribuyen anualmente con 16 por ciento de la deforestación relacionada con el comercio internacional, y debe legislar para ayudar a proteger los bosques en el trópico, planteó un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en inglés) divulgado este jueves 15.
El informe establece “vínculos claros entre el consumo de la UE, especialmente de soja y de carne de vacuno, y la desaparición no solo de los bosques, sino también de los humedales y pastizales en América del Sur”, destacó el experto Michael Lathuillière, del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo.
La UE es la segunda mayor responsable, después de China, que superó al bloque en 2014 y carga con 24 por ciento de esa “deforestación importada”, y por delante de India (nueve por ciento) y Estados Unidos y Japón, con siete por ciento cada uno.
“Por ahora, la UE forma parte del problema, pero con la legislación apropiada podemos formar parte de la solución”: Anke Schulmeister-Oldenhove.
En 2017, según datos de WWF, la UE contribuyó indirectamente a la desaparición de 203 000 hectáreas de bosques tropicales, convertidas en tierras agrícolas. La soja costó 89 000 hectáreas, el aceite de palma 69 000, la carne 27 000, la madera 23 000, el cacao 17 000 y el café 14 000 hectáreas de bosques.
Entre 2005 y 2017 las ocho principales economías de la UE fueron responsables de 80 por ciento de esa “deforestación importada”: Alemania, Italia, España, Reino Unido (que entonces formaba parte del bloque), Países Bajos, Francia, Bélgica y Polonia.
Si en América del Sur la deforestación asociada a la importación europea es sobre todo para producir alimentos para ganado (soja) y carne vacuna, en África occidental y central es para el cacao, y en Indonesia, Malasia y Papúa Nueva Guinea para el aceite de palma.
“Por ahora, la UE forma parte del problema, pero con la legislación apropiada podemos formar parte de la solución”, declaró Anke Schulmeister-Oldenhove, directora para los bosques en el WWF.
En octubre de 2020 los eurodiputados votaron un informe que pide a la Comisión Europea más medidas contra la deforestación, reforzando la trazabilidad de los productos que puedan contribuir a ella, y el órgano ejecutivo de la UE ofreció presentar un proyecto legislativo durante esta primavera boreal.
WWF pide que la legislación no se limite a la protección de bosques naturales sino que además incluya la de otros ecosistemas amenazados por el cultivo de productos agrarios, como las sabanas, los pastizales o los humedales.
Asimismo, que los productos que entren en la UE cumplan criterios de sostenibilidad y no solo la legalidad de los países de origen, que su producción no esté vinculada a la violación de derechos humanos, y que las empresas garanticen la trazabilidad de las materias primas y la transparencia en sus cadenas de suministro.
Todo el comercio internacional de productos agrícolas provocó la eliminación de 1,3 millones de hectáreas de bosque tropical en 2017 y la emisión de 740 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), según la organización ecologista.
WWF señaló que en los trópicos hay actualmente 24 frentes de deforestación, de los cuales siete están en Asia, ocho en África y nueve en América Latina. Éstos son cinco en la Amazonia, el Gran Chaco en Argentina y Paraguay, el Cercado en Brasil, Darién-Chocó en Colombia y Ecuador, y la Foresta Maya en Guatemala y México.
Esos frentes en áreas tropicales, y en las subtropicales, causaron entre 2004 y 2017 la pérdida de más de 43 millones de hectáreas de bosque, lo que equivale al área combinada de Alemania, Bélgica y Países Bajos, expuso la oenegé.
La expansión de la agricultura en los trópicos ocasionó cinco millones de hectáreas de bosques perdidas en ese lapso, junto a los retrocesos en la foresta causados por incendios, la actividad minera, la urbanización y otras causas.
“La deforestación tropical y la conversión de ecosistemas asociados a las importaciones son una medida cuantificable, y ya no se pueden ignorar”, dijo Lathuillière.
El criterio del WWF es que los productos agrícolas que impulsan la deforestación tropical y la conversión de ecosistemas se comercializan a nivel internacional, por lo que “abordar el problema no es solo responsabilidad de los países productores: los países importadores también deben tomar medidas”.
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