Semana Sostenible, 18 de abril, 2019.- Desde hace algunos años París se ha convertido en la “ciudad colmena”. Una cruzada por preservar esta especie que tenía a la famosa catedral como uno de sus más seguros hogares, hasta que sucedió el incendio.
París ha visto un aumento notable en la apicultura urbana, con más de 1.000 colmenas en lo alto de los edificios emblemáticos y jardines comunitarios en toda la ciudad.
En las azoteas de Notre Dame se encontraban colmenas de abejas. Hacían parte de una política de conservación de la especie. Foto: Getty Images
De hecho, los demonios que representan las gárgolas de la catedral de Notre Dame habían encontrado compañía en estos minúsculos animalitos. Diligentes enjambres de abejas poblaban algunas de las terrazas de la Catedral, y también se vieron afectadas por el voraz incendio que consumió, justo, la parte superior de este ícono de la historia y la cultura parisina.
En 2018 se había hecho una inspección de las colmenas en una de las azoteas de la catedral de Notre Dame. Foto: Dimitry Kostyukov
El preocupante descenso de la población global de abejas —que cumplen la imprescindible función de polinizar las flores— ha sido la razón principal para impulsar la iniciativa de tener colmenas en las azoteas de lugares emblemáticos, restaurantes, jardines y parques. Esta iniciativa también se ha tomado urbes como Londres o Nueva York.
De acuerdo con el sitio oficial de la Catedral de Notre Dame, en la primavera de 2013 se formó una colmena en el techo de la sacristía, al borde del flanco sur del lugar. Esa colmena fue ofrecida por un apicultor llamado Nicolás Geant para asociar a la Catedral a la preservación de la biodiversidad dinámica y recordar ‘la belleza de la creación’.
Esta es la colmena en la sacristía de la catedral de Notre Dame. Foto: Sitio oficial de la Catedral.
Desde entonces, se fueron adecuando otras colmenas en las azoteas. El año pasado medios como The New York Times y El País de España, reportaron la existencia y cuidado de las colmenas en Notre Dame.
Los beneficios ambientales de las abejas están bien documentados. Son las responsables de la polinización de un tercio de los cultivos de alimentos del mundo.
En las últimas décadas, sin embargo, sus números han disminuido por el uso de pesticidas, a depredadores como la avispa asiática y a la agricultura comercial, que arranca hierbas con flores, elimina los setos y reduce los arbustos para dar lugar a extensos campos de cereales como el trigo y el maíz, los cuales ofrecen poco interés para esta especie.
El agotamiento de la población de abejas en algunas áreas presagia una crisis para los seres humanos. Estos animalitos han llegado a ser tan pocas en algunas zonas de China que las manzanas y peras de agricultores están haciendo el trabajo de las abejas, el polen lo recogen manualmente y lo pasan de un árbol a otro.
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