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Lobbista del carbón en la cartera ambiental de EE.UU.

Donald Trump nombró como segundo al mando de la EPA a Andrew Wheeler, vinculado a la industria del carbón. Esto en medio de la crisis que vive el jefe de la Agencia de Protección Ambiental, Scott Pruitt, acusado de vínculos con el sector petrolero. ¿Más negacionismo ambiental en Washington?

Por José Díaz

Servindi, 16 de abril, 2018.- Más allá de las políticas ambientales de las empresas y el anuncio de Naciones Unidas de que Estados Unidos sigue cumpliendo con el Acuerdo de París, las decisiones de Washington siguen usando una lógica anti-ambientalista. Así lo demuestra el reciente nombramiento de Andrew Wheeler como número dos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).

Resulta que Wheeler fue designado por el Senado de los Estados Unidos como el segundo al mando de la EPA, siendo un conocido defensor de la industria del carbón. Esto, sin duda, representa una contradicción de las políticas ambientales de esta cartera, sobre todo si se tiene presente la tendencia mundial es alentar la reducción de emisiones.

El aspecto más controversial del nombramiento de Andrew Wheeler -quien fue propuesto directamente por el presidente Donald Trump-, tiene que ver con que en los últimos años haya trabajado ejerciendo presión y apoyo político para una compañía minera llamada Murray Energy

Según el diario The Washington Post, por apoyar al sector extractivo en los últimos años Andrew Wheeler recibió US$ 225 mil y US$ 559 mil. Sin duda alguna, con ese equipaje laboral el tufillo de conflicto de intereses se hace más evidente.

Crisis política y ambiental

El nombramiento de Andrew Wheeler se da en uno de los contextos más complicados para la EPA, pues su director, Scott Pruitt, se encuentra siendo investigado por presuntos vínculos con grupos de presión de compañías energéticas. 

Como se sabe Pruitt, un negacionista del calentamiento global, encabeza desde el inicio de la administración de Donald Trump la cartera destinada a lucha contra el cambio climático. Hasta el momento, sus labores se concentraron básicamente en desactivar la legislación ambiental heredada de la gestión de Barack Obama.

A Scott Pruitt no solo se le acusa del vínculo con el sector extractivo, sino de realizar gastos exorbitantes desde su posición de número uno de la EPA. Por ejemplo, se le han contabilizado un uso excesivo de vuelos en primera clase y hasta irregular de aviones militares.

Pese a esta situación, el nombramiento de Andrew Wheeler no parece reflejar un síntoma de enmienda por parte de la administración de Donald Trump. ¿Seguirán los lobbies extractivistas dominando las políticas ambientales de los Estados Unidos? 

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